Luces y villancicos que no todos pueden disfrutar

Cartagena

Las ciudades se llenan estos días de luces, música y estímulos navideños que la mayoría recibimos con ganas, pero no todas las personas viven esta época del año del mismo modo. Para muchos niños dentro del espectro autista, la Navidad supone un periodo de sobrecarga sensorial y grandes cambios respecto a su rutina diaria.

Desde la asociación El Hilo, en Los Alcázares, atienden a numerosas familias que afrontan estas semanas con más preocupación de la que suele percibirse desde fuera. Su terapeuta ocupacional, Ani Indaburu, recuerda que la Navidad implica “una explosión de estímulos visuales y sonoros que para muchos niños puede ser difícil de manejar”. Y no solo por las luces o la música constante en la calle, también por los cambios de horarios al terminar el colegio o por unas vacaciones que rompen la estructura diaria que tanto necesitan.

Miguel de la Morena, responsable del centro, explica que los padres comparten esta preocupación durante todo el año, aunque en Navidad se acentúa porque aparecen ambientes especialmente ruidosos y muy concurridos. Aun así, insiste en que no es solo un problema estacional, porque “estas dificultades se extienden más allá de estas fechas y forman parte de su día a día”.

Estrategias para minimizar el impacto

Auriculares, inhibidores sensoriales o espacios reservados son algunas herramientas cada vez más visibles durante espectáculos o actividades navideñas. Indaburu explica que cada niño recibe los estímulos de forma diferente y que es fundamental que las familias, que conocen mejor que nadie a sus hijos, cuenten con apoyo para anticipar situaciones, prepararles con tiempo y buscar espacios más tranquilos dentro de la fiesta.

En algunos casos, el estrés puede desencadenar comportamientos como gritos, rechazo físico, necesidad de refugio o búsqueda constante de contacto. La terapeuta recuerda que muchos niños no pueden expresar con palabras lo que les ocurre y por eso resulta clave leer sus señales. “Puede haber crisis o episodios de desregulación y es importante actuar desde la calma y no desde el juicio”, señala.

La importancia del entorno y la implicación social

Mientras algunas grandes superficies ya reservan determinadas horas con menos luces y menos volumen, las asociaciones consideran que los ayuntamientos y los espacios públicos aún tienen mucho margen de mejora. La idea, explica de la Morena, es avanzar hacia entornos inclusivos donde “todos podamos disfrutar pero respetando la forma en que cada uno procesa lo sensorial”.

Para estas familias, la convivencia en cenas y reuniones navideñas también puede resultar estresante. Los especialistas recomiendan que el entorno familiar entienda lo que necesita el menor, que se respeten sus tiempos y que se eviten juicios o correcciones desde fuera. Indaburu recuerda que lo que ayuda a un niño con TEA beneficia, además, a todas las familias porque la Navidad puede ser agotadora para cualquiera.

Desde El Hilo trabajan ya con una asociación recién creada para analizar barrio a barrio qué barreras se encuentran los niños con autismo a la hora de participar en actividades cotidianas. El objetivo es trasladar propuestas a las administraciones y avanzar hacia espacios más amables, adaptados y accesibles en cualquier época del año.