Residencias como las Hermanitas de los Pobres ofrecen un hogar, actividad y afecto a quienes deciden no envejecer en soledad

Cartagena

Más de 10.000 personas mayores viven solas en nuestra comarca y, de ellas, cerca de 3.000 tienen más de 80 años. Una realidad que se hace especialmente visible durante la Navidad, aunque existen espacios donde estas fechas se viven de una manera muy distinta, rodeados de compañía, actividad y afecto.

Uno de esos lugares es el asilo de ancianos de las Hermanitas de los Pobres, uno de los centros más conocidos y entrañables de Cartagena. Durante estos días no faltan los villancicos, la decoración navideña ni la alegría compartida entre residentes y trabajadores.

Allí vive María, que a sus 90 años desprende bondad y serenidad. Decidió ingresar en la residencia con 87 años, por voluntad propia, para facilitar la vida a sus sobrinos. “Aquí se pasa estupendamente, las noches son muy tranquilas, cada uno en su habitación, nadie molesta a nadie. Estoy encantada de la vida”, asegura.

María es una persona autónoma y activa. Así lo confirma Carolina, terapeuta ocupacional del centro: “María es totalmente autónoma para la edad que tiene. Necesita alguna ayuda, pero las mínimas. Sigue haciendo sus tareas diarias y participando en todas las actividades. Ya firmaba yo llegar así a los 90”.

La residente explica que tomó la decisión tras un problema de salud. “Un día estaba malucha y veía que mis sobrinos iban y venían del trabajo por mí. Pensé que no podía sacrificarles así. En cuanto me puse bien, decidí venir aquí”, relata. Una decisión que, reconoce, tomó “en veinticuatro horas”, con el apoyo de su familia.

Aunque ahora vive en la residencia, María mantiene una estrecha relación con sus sobrinos. Ha pasado Nochebuena en casa de uno de ellos y la Navidad con otra parte de la familia. “Lo hemos pasado muy bien, muy agradable”, cuenta con una sonrisa.

En las Hermanitas de los Pobres, la Navidad se vive de forma muy activa. “Esta es una casa muy dinámica. Desde primeros de diciembre hay actividades todos los días. Quien puede se va con su familia, y quien no, se queda aquí, pero siempre armamos fiesta, villancicos y convivencia”, explica Carolina. “Al final aquí tienen una familia muy grande. Yo no tengo abuelas, pero tengo sesenta”.

María participa en el taller de costura y en todo lo que se organiza. “Necesitan hacer sus cosas del día a día, tener ocupación, sentirse útiles y pertenecer a un grupo”, añade la terapeuta, subrayando la importancia de mantener la autonomía y el sentido de comunidad.

Durante la conversación, María recuerda con emoción las Navidades de su infancia en Santa Lucía, cuando no había luz eléctrica y los vecinos se reunían con quinqués en su casa. “Para nosotros aquello era una bendición de Dios, tanta luz junta”, rememora. También recuerda cómo salían a cantar villancicos por las casas para recibir el aguinaldo y cómo su madre pasaba noches cosiendo la ropa para estrenar en Pascua.

Incluso se anima a cantar uno de aquellos villancicos:“El aguinaldo te pido,no te pido cañamones,te pido tortas de Pascuacon alegría y piñones.”

Tanto María como Carolina lanzan un mensaje a las personas mayores que pasan estas fechas en soledad. “Hay que ayudarse entre todos, porque todos vamos a ser mayores. Una sonrisa o una buena palabra puede cambiarle el día a una persona”, señala Carolina. María lo resume con claridad: “Que no tengan miedo. Aquí no se van a arrepentir. En las Hermanitas de los Pobres tenemos de todo, y sobre todo, compañía”.

La alcaldesa de Cartagena, Noelia Arroyo ha hecho la tradicional visita y ha compartido un rato con los más de 50 mayores que residen en esta conocida residencia cartagenera.