Lobo con piel de cordero

Barcelona

En el frente de Ucrania, aparente empate militar. En favor de Putin, los últimos resistentes ucranianos en la acería de Mariúpol se rinden, lo que fortifica el flanco sureste conquistado a sangre y fuego por el Kremlin. Pero eso estaba cantado desde hace días. En el flanco oeste, más sorpresa. El poderoso ejército ruso ha tenido que ceder a Kiev el control del entorno de la ciudad clave de Járkov o Kharkhiv y de la frontera entre ambos países. O sea, Goliat uno, David uno. Pero la simetría no es exacta, pues por poderío militar y económico, Goliat debería vencer al hondero por varias veces. Esto se ve muy claro en el campo diplomático. Finlandia vota y Suecia va formalizando su interés de ingresar en la Alianza Atlántica tras decenios de neutralidad obligada en un caso y voluntaria en el otro. Putin reacciona con resignación. Dice ahora que no tiene problemas con esos estados y, por tanto, que su ingreso en la OTAN no genera una amenaza inmediata para Rusia. Es una rectificación evidente. Hace menos de una semana su Ministerio de Exteriores agitaba posibles respuestas técnico-militares. Échense a temblar los escandinavos. Es la expresión con que disfrazó la invasión armada de Ucrania contra esa supuesta amenaza. En resumen, si Putin suaviza su retórica, no es porque se haya convertido en un angelito, es porque las cosas no le van tan bien como preveía en el campo de batalla.

Escucha todas las miradas de Xavier Vidal-Folch