"Por el amor de Dios, ¡una limosna!"

Madrid

Recuerdo esta mañana con nuestros oyentes un poema de Rafael Alberti titulado 'El mendigo'. Por el amor de Dios, ¡una limosna! Me dan una limosna, ¡por el amor de Dios! He viajado a Buenos Aires para participar en la Feria del Libro y hablar de la importancia del español como lengua científica y tecnológica. Pero enseñar un idioma es algo más que enseñar un vocabulario, y claro está, yo me acuerdo en Argentina del exilio de Alberti, sobre todo cuando veo las calles llenas de pobreza y de mendigos. Para este pobre viejo, por el amor de Dios, una limosna.

El periodista Martín Caparrós nos advirtió hace unos días en 'El País' que hay más de 60 millones de hablantes de español que no pueden comer al día y 200 millones que no saben cada noche si podrán hacerlo al día siguiente. Lo veo en Argentina, con una economía muy golpeada, y lo veo en Madrid, una ciudad con muchos mendigos sin techo, aunque algún consejero procure no verlos. ¿No hay quien dé una limosna, por el amor de Dios, para este pobre viejo?

Al ver a una niña pidiendo una moneda o a un viejo durmiendo debajo de unos cartones deberíamos pensar en el significado de palabras como política y economía, pensar cuáles son las prioridades, el eje que debe reunirnos, las estrategias…, si se trata de hablar de libertad para enriquecer más a las élites y bajarles los impuestos, o de solidaridad para dignificar la vida de todos. ¡Por el amor de Dios una limosna! ¡Por el amor de Dios! Por el amor de ¡leche! ¡Cuánto hijo de puta hay por el mundo!