Alauda Ruiz de Azúa: "No nos damos cuenta del coste de los cuidados a nivel emocional"
La directora debuta con 'Cinco lobitos', gran triunfadora del Festival de Málaga y una de las películas del año en el cine español. Laia Costa y Susi Sánchez protagonizan este precioso drama sobre la maternidad, los cuidados y las relaciones familiares

Entrevista | Alauda Ruiz de Azúa, la familia de ayer y de hoy
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Madrid
Hay películas de las que no se puede salir indemne. La emoción, el humor y lo cotidiano te atraviesan seas madre, padre, hijo, hija, yerno... Todo eso consigue 'Cinco lobitos', el extraordinario debut de Alauda Ruiz de Azúa con el que arrasó en el Festival de Málaga. La directora compone un precioso y conmovedor drama sobre la maternidad, la conciliación y los cuidados a partir de un diálogo intergeneracional en el seno de la familia. La precisión del guion, el estilo naturalista y las interpretaciones de Laia Costa, Susi Sánchez, Ramón Barea y Mikel Bustamante arrastran al espectador a un viaje que traspasa la pantalla.
Después de triunfar en el Festival de Málaga llega a los cines ‘Cinco lobitos’. Habéis hecho una cosa muy bonita que es llevar la película a diferentes ciudades y cines, acercarla al público, ¿cuál es la sensación que te llega?
Ha sido muy bonito realmente, porque tras las proyecciones es verdad que redescubrí la película, por lo que pasa en las salas y por lo que luego te cuenta la gente. Y hemos estado en Las Palmas, en Barcelona y tengo que decir que la gente siente a la familia como muy universal, se ríen mucho, que es una cosa que me encanta como entran en la película, con el humor de las relaciones, y luego también se llora, se llora bastante. Se emocionan mucho con el final de la película y es algo que se repite, que se repite en todos los sitios.
Tengo la sensación de que es una película que toca a todo el mundo por algún lado, vengas de donde vengas, seas madre, hijo, hija, padre, lo que sea. Es una película muy emotiva, pero lo de la risa no sé si lo tenías calculado cuando estabas escribiendo sola en casa
Yo sí buscaba el humor en las relaciones familiares porque sí que creo que las personas en general somos contradictorias, somos complejas y hay humor en nuestras relaciones familiares, muchas veces necesitamos a alguien, pero también nos molesta. No sabemos cómo gestionar según qué cosas y hay todos esos silencios incómodos. Y sí, pensaba que estaba trabajando a favor de la sonrisa o de entrar en la película desde una aparente ligereza para luego que el viaje fuera un poquito más profundo. La verdad es que la gente se ríe mucho y entra muy bien a esto, lo han entendido perfectamente.
Es una película que habla de muchos temas y lo hace desde situaciones muy reconocibles ¿Cómo se escribe lo cotidiano?
La premisa sobre la que yo trabajaba era que tenía que ser una película aparentemente, en la superficie, muy cotidiana, muy naturalista, pero que, por debajo, emocionalmente estaban pasando determinadas cosas muy potentes. Y la escribía observando mucho la vida y a tu familia, a tus amigos, en los parques a la gente. Y pensando mucho sobre ello también. Por eso también es una película donde yo creo que las rutinas son importantes, conocer muy bien las rutinas de los personajes porque están metidos en esa vida, en ese día a día, en el que no pasa algo tan excepcional. Y luego ya hacer mi trabajo de guionista y directora con los recorridos emocionales, con lo que está pasando realmente por debajo.
Eso lo decía mucho Fernando León de Aranoa. No tengas un amigo guionista porque te puede vampirizar en cualquier momento. Esa capacidad de observación, de recoger situaciones de un lado y de otro
Yo creo que, no sé si todos, pero muchos no podemos evitar observar, reflexionar y guardarnos como cositas. Imagínate, es un proyecto que levantas durante cinco años, vas retocando el guion, reescribiendo. Además, a veces vas por la calle, ves una situación y dices, este matrimonio se parece a Begoña y Koldo -risas-, tengo que explorar esto, o una frase hecha de repente. Son esas cosas que le dan una pátina real a la película.
Y antes de reescribir, de retocar todo ese guion, todo ese proceso, ¿en qué momento surge esta idea en tu cabeza?
Fue a raíz de tener a mi primer hijo y estar un poco en ese caos emocional. Me pareció realmente una experiencia muy compleja y también me hizo ver la complejidad de ser hijo o hija desde otro sitio. Y sí recuerdo estar en la consulta del pediatra y ver como un retrato idílico de una madre dando el pecho. Era como una madre sueca, sin ojeras, preciosa, y yo pensaba, esto no siempre es así. Entonces empecé a fantasear con la idea de hacer algo muy honesto sobre esto. Y también se me ocurrió la idea de qué pasaría si a una madre primeriza de mi generación las circunstancias la obligaran a revivir una vida más similar a la de su madre, de otra generación. Una vida muy centrada en el cuidado doméstico, igual en el cuidado de una persona mayor, con un marido un poco ausente. Esta premisa fue un poco la que la que me llevó a escribir la película.
La película habla de la maternidad, de una conciliación que no existe prácticamente. Es toda una declaración ¿Crees también, como dice muchas veces Carla Simón, en un cine que desde lo íntimo hable de lo político?
Sí, totalmente. Yo creo que todo tiene una dimensión política. Otra cosa diferente es que tú lo escribas desde lo reivindicativo, desde lo aleccionador, pero todo tiene una lectura política. Y es verdad que en esta película se ven un poco las consecuencias emocionales o íntimas de un momento social y generacional en el que está inmerso esta pareja en concreto. Es representativa de mucha gente que igual no tiene una estabilidad laboral, que no tiene alrededor las herramientas para hacer una conciliación corresponsable. Se trata de retratar eso, que al final es un tema político.
¿Es difícil deconstruir también esa imagen de cierta culpa en la maternidad? Esa categorización de mala madre que tanto daño ha hecho
Sí, por eso se trataba de hacer unos personajes complejos, honestos e imperfectos, como todos los de la película. Siempre se juzga mucho peor a las madres que a los padres. Y por eso nos sentimos más culpables, porque esta es una sociedad que te juzga peor a ti. Lógicamente hay que ser de titanio para no sentirte culpable. Y entonces sí que estaba esta idea siempre de trabajar, lo hablábamos mucho con Laia Costa, de que tenía que ser muy honesto para que eso superara cualquier cosa, de culpabilidades, de juzgarlas como madres, sino que las sintieras muy humanas, muy cercanas, y que las entendieras a las dos.
¿Y generacionalmente también crees que las madres de ahora se juzgan más? Hay una escena fantástica en la película de la diferente importancia que le dan ambas a un hecho
Eso tiene que ver con eso y también con una generación de mujeres que cuidaban desde la fortaleza, desde querer que fueras fuerte, y que en la vulnerabilidad o la fragilidad veían un peligro, que podías pasarlo mal. Entendían el cuidado y el afecto desde otro sitio. El personaje de Susi Sánchez tiene esta sabiduría vital que da la experiencia, al final que con los años te pasen unas cuantas mierdas es lo que también te da mucha experiencia. Ese saber sobre las cosas también viene un poco de ahí.
Y el otro tema que apuntabas es el de los cuidados, que muestra como siguen casi exclusivamente a cargo de las mujeres ¿Cómo te has acercado a este tema? Es muy interesante cómo va fluyendo la relación, cómo se van recomponiendo lazos entre los personajes, la estructura narrativa de la propia película
Sí, hay un juego de rimas y espejos que está buscado. Es verdad que está hecho como poquito a poco, como basado en la rutina desde lo íntimo, y también era como una manera de poner en valor lo doméstico. Es algo que siempre vemos como muy de fondo, pero no nos damos cuenta del coste que eso puede tener a nivel emocional, a nivel cansancio, de lo importante que es que alguien se encargue de esas cosas. Y claro, creo que una sociedad que no le da valor a algo es muy difícil que luego le dé derechos o que le dé un sitio. De una manera muy sutil y cotidiana yo intento que todo el mundo pueda verlo, esas rutinas están ahí y ese cuidado está ahí, y esa sensación de que es algo que alguien tiene que hacer y que se tiene que hacer.
Y luego también está todo atravesado por las condiciones materiales del mundo en el que vivimos. Ahí yo creo que también hay un retrato generacional, una generación atrapada entre una maternidad que se le junta con el cuidado de los padres
Somos una generación que hemos retrasado más la maternidad y la paternidad. Y entonces, claro, se da esta paradoja bonita de que te conviertes en madre pero no dejas de ser hijo, y estás como al cuidado de todos de repente. En una generación que ha alargado la juventud de repente, es como tener que reconstruir muchas cosas…
Ahora somos jóvenes hasta los 40 por lo menos
Claro, antes eran madres a los 22 años. Ahora lo pienso y digo, yo era una chavala a esa edad.
La película también muestra un diálogo entre esas dos mujeres, entre esa madre y su hija y cómo afrontaron con la distancia generacional sus propias vidas ¿Se reconfigura de algún modo la imagen de tu madre cuando tú eres madre?
La protagonista ve a su madre de una manera al principio de la película y al final ve otra serie de cosas muy distintas, y hay mucha más comprensión y empatía. Creo que incluso hacia ese tipo de declaraciones o de sabidurías de tienes que vivir la vida que te ha tocado. Hay una comprensión de entender de dónde viene eso, de qué vida, de qué decisiones vitales viene eso. Eso no significa que ella vaya a hacer exactamente eso, que no lo cuestione, pero es como recibir el legado afectivo vital de una madre desde otros sitios, del sitio de la comprensión o de un igual, no desde la hija que necesita a su madre, que la molesta a veces o que no ha resuelto según qué cosas de la adolescencia.
Y la protagonista, Laia Costa, es autónoma, megacualificada, con un trabajo inestable, intermitente. Como directora, ¿también tienes experiencia en estas condiciones laborales?
Sí, sí. Ese mundo laboral del autónomo lo conozco muy bien, trabajar por proyecto, tener tres trabajos a la vez. Y aún así pienso que he sido muy afortunada porque nunca he tenido grandes baches y he podido levantar mi primera película. Pero sí que aprendes a vivir con la incertidumbre. Cuando tienes un niño o una niña, pues se vive peor con incertidumbre porque no eres tú solo. Creo que es una situación con la que mucha gente se podía identificar y quería retratarla. Me parece que es algo como un poco más de ahora, de nuestra generación, este modelo de vivir con la incertidumbre laboral.
Eres madre y si eres autónoma te quedas casi sin baja
Hay una baja muy muy pequeñita o, por ejemplo, mientras ella se está recuperando físicamente de un parto, si a la pareja de repente le surge un trabajo, podría decir que no, pero luego no sabes si va a haber otro. Cuando no sabes qué va a pasar dentro de tres meses en tu vida es complicado.
¿Y el casting cómo fue? ¿Lo tenías claro que querías que fueran Susi Sánchez y Laia Costa? ¿Las visualizabas? ¿También a Ramón Barea y Mikel Bustamante?
Sí, la verdad es que a ellas las visualicé enseguida y fui muy muy pesada con que tenían que ser ellas con mis productores. Sabía que el personaje de Begoña la definía mucho el hecho de que fuera una ama de casa de una determinada generación, pero quería que fuera una persona compleja y con misterio. Y Susi iba a aportar todo eso, la veía muy claramente. Y luego Laia tiene esta honestidad brutal, tiene esta verdad a la hora de enfrentar los personajes, que para mí también era importante como es una peli muy íntima que se mueve en las emociones, en los silencios. Yo pensaba que era perfecta para trabajar de esa manera y luego resultó que no sola era perfecta, sino que aportó muchísimo. A Ramón también le visualicé enseguida
Es el padre de España
Es el padre de España, del País Vasco, de todos. Y también añadía esa dualidad al personaje, porque no es un villano, es un tipo que puedes entender educacionalmente de dónde viene y al mismo tiempo va a seguir siendo un personaje un poco ausente, un poco que no sabe muy bien cómo enfocar todo lo que le pasa. Y a Mikel si le buscamos más. Tuvo que hacer varias pruebas de casting, tuvo que pelearlo bastante, yo lo vi muy claro desde el principio, pero los productores no lo tenían tan claro.
Cuando charlamos con Susi Sánchez bromeamos con que una valenciana se hubiera transformado en una madre tan vasca. Y nos contaba que ella por su cuenta había intentado trabajar con el acento y tú le habías dicho que con cuidado…
Los acentos siempre te dan mucho miedo como director, porque si se queda bien, fenomenal, pero si queda mal, nos cargamos con todo el equipo. La verdad es que el trabajo con ella ha sido muy cercano, de crear equipo, de jugar y entonces ya me lo propuso y le dije bueno, vamos a verlo. Yo creo que las cosas hay que probarlas y hay que arriesgar también. Y es verdad que ella le dio como un aroma al personaje que está súper bien integrado y ahí se ha quedado.
¿Cuál era el mayor riesgo o el peligro que tú veías en la peli? ¿El tono o caer en el melodrama? Estas cosas que son tan finas
Sí, fui muy obsesa con el tono de la película. Estaba muy pendiente de eso, además el tono es una cosa un poco un poco etérea ¿Qué es el tono de una película? Lo componen muchas cosas. Te lo pueden dar unas cosas, otras te lo pueden quitar. Yo veía que el riesgo podía ser el melodrama y quería un tono muy honesto, muy natural y que me alejara de clichés. Y en ese sentido trabajé mucho con los actores, el modo en que lo planteamos fue fundamental, darme la libertad de probar cosas en rodaje, no atarme a según qué cosas .
En lo visual también hay cosas muy interesantes. Por ejemplo, los espacios. Como empieza la película en una calle del centro de Madrid y en un piso muy pequeño, tanto que tienen que pasear al bebé con el carrito en el pasillo, y luego te trasladas a esa casa en el campo en Euskadi ¿Cómo ha sido manejar los espacios? Este contraste
Además es una peli que juega mucho a lo que pasa en la intimidad. A mí me interesa mucho, no tanto lo social, sino lo que pasa de puertas para adentro en las casas. Entonces es una película que prácticamente se construye en dos casas que tenían que reflejar muy bien esas dos familias, esas dos generaciones muy distintas.
Me imagino que en el piso de Madrid habría poco espacio para poner la cámara
A mí me encanta rodar en localizaciones reales. Luego es un martirio para el equipo y para todo el mundo. Pero claro, los actores ya se están moviendo en un espacio real con esas dimensiones. Ya son una familia que tiene que convivir en ese espacio y físicamente ya te está dando esa tensión y lo estás viendo visualmente. Y luego, por ejemplo, era bonito en la casa de Euskadi, que es una casa más amplia, la de los padres, esto de escucharte, estás en la cocina, pero escuchas el salón, estás dormido pero escuchas al del otro dormitorio. Esta cosa de la de la intimidad, de que las familias se escuchan todo el rato en una casa.
¿Y la cámara? La manera de enfocar las escenas, los personajes, es prácticamente una cámara testigo que no quiere interferir. Está como muy pendiente de no invadir el espacio emocional de los personajes
Totalmente. Fue una elección. Y además es curioso, porque yo vengo del mundo de la publicidad, donde justamente he jugado durante años a todo lo contrario, a técnicamente tener mucho refugio en las estéticas, en los códigos. Pero aquí tenía muy claro que la apuesta era lo que pasaba a nivel emocional entre los actores, mantener las escenas vivas. Entonces, para trabajar así, no quería estar esclavizada con la cámara, y opté por un posicionamiento de cámara muy poco invasivo, muy respetuoso, cerca, pero como que fuera un poco un testigo invisible. Me gustaba esa idea de que es como un espectador que te llevan ahí y te dicen, no digas nada, pero vas a ver cómo discute esta familia, cómo se quiere esta familia. Y ese era un poco el planteamiento.
También hay en la película de forma sutil un retrato de la masculinidad. Hablábamos antes de Ramón Barea y Mikel Bustamante, sí que hay una evolución con detalles muy sutiles. Esa escena de las sábanas…
Es bonito que lo digas porque está buscado así, ese viaje de la pareja joven que se reconstruye. Él es consciente también de lo que está pasando. A veces igual no tiene las herramientas para poder gestionarlo, pero quiere intentar solucionarlo, aunque no sepa cómo. Y había algo en también buscar imágenes que no he visto o que no he visto mucho. En la historia del cine hemos visto tantas veces mujeres colgando sábanas, pero no hemos visto muchos tíos descolgando sábanas. A veces las ideas te vienen por ahí, de cómo cuento que esta pareja está empezando otro camino.
Yo veo la peli y pienso, España es un matriarcado. Pero de puertas para dentro. Y fuera sufre el peso de un patriarcado, de unos códigos de poder, también socioeconómicos
Es verdad que se da esta paradoja de mujeres con autoridad y con peso en algo tan importante y que te condiciona tanto como la familia, pero luego, cuando intentas ver eso en el mundo, en el reflejo laboral o social, hay determinadas cosas que hacen que sea más difícil que tengan esa autoridad que se les da de puertas para adentro. Y ahí hay una paradoja que yo creo que es que es muy interesante, no sé si a nivel educacional o generacional. La pareja joven también refleja que sabemos que el debate está ahí, que se está dando la conversación y que somos conscientes de que ya no vemos igual las mismas cosas. Lo que pasa es que también está esta idea en la película de que lo urgente se impone a lo importante muchas veces. Cuando tienes a alguien vulnerable al que cuidar, ya sea un niño o una persona mayor, pues es muy difícil hacer una revolución. Intentas cambiar según qué cosas, pero también tienes que tirar e intentar salvar el día a día.
Estamos a mayo y supongo que han dicho mucho ya eso de que ‘Cinco lobitos’ es una de las películas del año en el cine español ¿Cómo reaccionas cuando te dicen eso?
Es muchísima presión. Yo estoy muy feliz con todo lo que me dicen de la película y el viaje está siendo precioso, pero sí que estas cosas, siendo mi primera película, te generan mucha presión.
Hay una pregunta que siempre hacemos cuando hay directoras debutantes ¿Cómo afrontas la segunda? Es la más difícil de levantar, pero en tu caso ya has rodado una comedia para Netflix. Esto es importante porque no ha pasado tiempo y ya has enganchado otro proyecto, ¿están cambiando las cosas?
Levantar una película nunca tienes la sensación de que es fácil, luego cuando pasa es como, uy, cómo ha pasado, qué ha pasado. Pero es verdad que ahora yo sí soy positiva, estoy también escribiendo el siguiente proyecto, igual es por mi experiencia reciente, pero soy positiva. Respecto a esto creo que están mejorando un poquito las cosas.

José M. Romero
Cubre la información de cine y series para El Cine en la SER y coordina la parte digital y las redes...




