Los últimos de Azovstal y el relato de sus familias
Zarytska es una de las cuatro mujeres que han viajado hasta Turquía para rogar a su presidente, Recep Tayyip Erdogan, que use sus contactos con Rusia para lograr la liberación de sus allegados
Reportaje EP 21 | Los últimos de Azovstál. El relato de sus familias
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Madrid
Rusia declaró el viernes por la noche el control total sobre la acerería Azovstal. Se trata del último reducto de Mariúpol controlado por fuerzas ucranianas ha acabado en manos de los rusos después de semanas de sangrienta batalla. Moscú canta victoria, al mismo tiempo que el corazón de cientos de madres, mujeres e hijas se encoge. Según el Kremlin, desde el pasado lunes 2.439 combatientes que defendían la planta se han rendido y están en sus manos. La esperanza de Natalia Zarytska es volver a besar a su marido.
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“Cada día mi hijo me pregunta lo mismo: ‘Mamá, ¿qué has hecho hoy para rescatar a nuestro padre?’” reconoce Zarytska entre sollozos. Su esposo se alistó en el batallón de ideología ultraderechista Azov hace más de ocho años, cuando toda la familia se vio obligada a abandonar la ciudad de Donietsk por la rebelión separatista que se convirtió en germen de la actual guerra. En las últimas semanas, apenas han podido hablar. Tras el anuncio del viernes, las incertidumbres se agolpan.
Los defensores de Azovstal, prisioneros de guerra de Rusia
Zarytska es una de las cuatro mujeres que han venido a Turquía a rogar a su presidente, Recep Tayyip Erdogan, que use sus contactos con Rusia para lograr la liberación de sus allegados. No es una misión fácil. Los defensores de Azovstal se han convertido en prisioneros de guerra de Rusia, un país denunciado por crímenes de guerra en el marco del conflicto de Ucrania. Dentro del país surgen voces que exigen la ejecución de soldados y milicianos enemigos.
Las últimas palabras que Natalia oyó de su pareja fueron ‘quizás no volvamos a vernos’. A su nuera, él le dijo: ‘Mamá, todo está bien’. Junto a ellas, en una comparecencia ante los medios, Olga Boijo, esposa de uno de los marines de la brigada 36ª, recuerda que las guerras también tienen normas, y que Rusia debe cumplirlas: “Han combatido y han sobrevivido. Tienen derecho a volver a tener una vida normal. Ya han sufrido suficientes torturas y bombardeos. Todo ser humano tiene derecho a besar”.