La viruela del mono ha puesto en alerta a los servicios epidemiológicos de los países desarrollados. El Centro Europeo de Control de Enfermedades (ECDC, por sus siglas en inglés) ha confirmado 219 casos en todo el mundo. «La gente que ha mantenido una interacción cercana con alguien afectado presenta más riesgo de contagio. Esta población incluye a trabajadores sanitarios, miembros de una familia o compañeros sexuales», explica la Organización Mundial de la Salud (OMS). Reino Unido es el país más afectado en Europa. Las autoridades sanitarias han confirmado 90 casos positivos después de que se detectase el primer infectado en el país el pasado 6 de mayo. El segundo país más afectado es España, con 84 contagios; seguido de Portugal, que hasta el momento ha registrado 58. La Comunidad de Madrid es la región más afectado por el brote, con 65 casos confirmados en la región y otros 30 en investigación a la espera de resultados, según la última actualización facilitada desde la Consejería de Sanidad. La mayoría de los casos se han producido en hombres jóvenes, aunque este jueves se ha registrado el primer contagio de una mujer en la comunidad y en el conjunto de España. La paciente está «muy directamente relacionada con las cadenas de transmisión de relaciones entre hombres». El director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, Fernando Simón, ha manifestado que la viruela del mono «no es una de las enfermedades que tiene una transmisión importante entre humanos», pero «la precaución tiene que existir siempre» y se debe dar tiempo a que se lleven a cabo las investigaciones correspondientes y «valorar correctamente el riesgo». Los síntomas de la viruela del mono son similares a la de la ya erradicada viruela humana, aunque algo más leves, de modo que los afectados pueden tener: Así lo ha explicado la Sociedad Española de enfermedades Infecciosas y Microbiología (SEIMC), al tiempo que explica que con la información actual, desconoce cuál va a ser la evolución epidemiológica de la viruela del mono y aconseja a los que tengan dudas sobre una posible infección que consulten a su centro médico de referencia para tomar las decisiones de diagnóstico terapéuticas oportunas. Se trata de un ortopoxvirus zoonótico con síntomas y presentación similares a la viruela, erradicada en 1980, aunque con menor gravedad, transmisibilidad y mortalidad. Es endémica en África Central y Occidental, detectándose casos importados esporádicos en el Reino Unido. Según la SEIMC, tras la infección por contacto con animales, el período de incubación suele ser de entre 7 y 14 días, pero puede extenderse también de 5 a 21. De igual modo, a diferencia de la viruela humana, en la del mono es frecuente la aparición de ganglios inflamados. El curso de la enfermedad suele durar entre 2 y 4 semanas. Se transmite a través de saliva o excreciones respiratorias, por gotas respiratorias grandes durante el contacto cara a cara directo y prolongado, contacto directo con fluidos corporales o por contacto con el exudado de la lesión o el material de la costra. También a través de heces, así como las relaciones sexuales, pueden representar otra fuente de exposición. Podría tratarse de una infección de viruela del mono cuando haya «exantema vesicular» sin causa explicable en cualquier parte del cuerpo y al menos uno de los síntomas clásicos de esta enfermedad (fiebre superior a 38,5, dolores de cabeza intensos, mialgia, artralgia, dolor de espalda o linfadenopatía). La sospecha también vendría dada por el hecho de que la persona tenga un vínculo epidemiológico con un caso confirmado o probable en los 21 días antes del inicio de los síntomas, es hombre que tiene sexo con hombres o ha viajado a África occidental o central en las tres semanas anteriores al inicio de los síntomas. En cualquier caso y ante el inicio de síntomas, ninguno será caso confirmado hasta que lo determine una prueba de laboratorio PCR para MPVX. Todos los casos confirmados o que estén en investigación «deben permanecer aislados y bajo vigilancia», con dos supuestos: La ropa deberá lavarse a más de 60 grados en una lavadora estándar con detergente. «Se puede usar lejía, pero no es necesaria», y hay que evitar sacudir o manipular ropa sucia que dé lugar a la dispersión de partículas infecciosas ni debe lavarse mezclada con el resto de la ropa de casa. Platos, cubiertos y otros utensilios para comer no deben compartirse y se lavarán en lavavajillas o a mano con agua caliente y jabón. Los objetos y superficies contaminados deben limpiarse y desinfectarse con un desinfectante de uso hospitalario o con una dilución de 1:100 de lejía de uso doméstico.