Cannes 2022 | Ruben Östlund: "Combino lo mejor del cine intelectual europeo con la mejor parte del cine americano"

Cannes

No es fácil que en el cine de autor europeo haya espacio para una comedia política de gran presupuesto. Ruben Östlund lleva un tiempo divirtiéndose a costa de lanzar pullas a la sociedad actual, incluso a la élite cultural a la que él pertenece. Por no hablar de la fantasía de presentar una película sobre la banalidad de la belleza, el lujo y la obscenidad de la riqueza en una ciudad como Cannes, donde las playas son privadas, los yates no dejan ver el fondo del mar y donde las influencer se hacen fotos con cualquier cosa.

El sueco ha defendido un tipo de cine que, según él, busca generar una experiencia en pantalla grande y hacer pasárselo en grande al espectador. “Esto es lo que las películas van a ser en el futuro. Nosotros combinamos lo mejor del cine europeo, que es intelectual e intenta decir algo sobre la sociedad actual, con la mejor parte del cine americano. Si no hacemos exitosa esta película, no tendremos trabajo nunca más ni podremos apoyar a nuestros hijos, sientes ese tipo de presión. Yo creo cine para eso, y joder, para ir al cine”, explicaba el director, auténtico showman, en una rueda del prensa donde ha pedido aplausos para sí mismo.

Para ver los efectos que ‘Triangle of sadness’, su nueva película en sección oficial tras ganar la Palma de Oro por ‘The Square’, provocaba entre la gente han hecho estos meses previos ‘test screenings’ en diferentes ciudades. “Hicimos pases de público antes en Berlín, Estocolmo y también en el campo en España. Fue genial ir a una zona rural en España, contamos con 30 personas que no tenían experiencia en el cine y se descojonaron frente a la pantalla. Oh dios, al fin el público me devuelve algo. También tenemos que recordarnos que los europeos habitualmente no somos muy buena audiencia. Cuando vas a EEUU, la audiencia es más entregada. A veces olvidamos que tenemos la responsabilidad de crear algo para la gran pantalla y ayer en la premiere alguien me decía, con las risas y los aplausos, que fue como vivir un partido de fútbol”, añadía.

El germen para ‘Triangle of sadness’ lo encontró en su propio matrimonio. Su mujer es fotógrafa de moda y le abrió las puertas de esa industria, donde todo es marketing y depende de fabricar un producto, donde todo se basa en la popularidad. “La belleza es atractiva pero también escalofriante”, defiende sobre su acercamiento sociopolítico a través de la sátira a ese mundo de influencer y modelos que protagonizan el inicio de la película. Él mismo ha explicado cómo vendió la idea de esta historia tan divertida y gamberra.

“La película empieza en el mundo de la moda, continúa en un crucero de lujo y acaba en una isla desierta. Vamos a ver a una pareja de modelos en su viaje y cómo es su relación y popularidad en diferentes ambientes, luego vamos a tener un capitán marxista interpretado por Woody Harrelson que organiza una cena donde todos los pasajeros acaban enfermos y él, muy borracho con un oligarca rusa. Los dos se ponen a leer el manifiesto comunista a la tripulación mientras vomitan y cagan. Es el fin de la civilización occidental”, bromeaba entre aplausos de los periodistas.

Ricos, altivos, clasistas y maleducados. Así son los huéspedes de ese crucero que beben champán caro, comen ostras y toman el sol entre selfie y selfie para presumir en redes sociales. Mientras la tripulación trabaja para ellos, limpia el vómito de la moqueta, prepara la comida y les sirve todo lo que pidan. Porque en este sistema capitalista, unos disfrutan y otros trabajan para ellos, dice Ostlund que le ha reservado el mejor personaje a Woody Harrelson. El actor es un capitán de barco marxista y borracho que acaba discutiendo a grito pelado y por megafonía sobre el marxismo y el comunismo con un oligarca ruso capitalista. Tiene su gracia, reconocía el propio actor. “Vengo de un país que es una potencia militar y que ataca sin motivo Irak, Afga, Vietna…”, decía en la rueda de prensa donde alababa la visceral y profunda experiencia de trabajar con un director como Ruben Östlund.

Escatológica, subrayada, pero tremendamente divertida y efectiva, ‘Triangle of sadness’ se mete en todos los charcos de las actuales guerras culturales. Pone en duda el buenismo de las clases proletarias, bordea los límites del humor y la corrección política y hasta el debate de la prostitución. Hay pocos directores que tengan poco miedo a meterse en follones, Ostlund es uno de ellos. Aunque su cine se ha ido depurando y diferenciando del de su maestro, el director sueco Roy Anderson, Ostlund sigue manteniendo el pulso al retratar escenas que rozan lo absurdo de la existencia. “Me encantan Kaurismäki y Roy Andersson, y ellos también están muy influenciados por el cine de Jacques Tati, son como una especie de familia. Lo que me gusta es la simplicidad de las situaciones, una comedia que no es impostada, sino muy directa y humanista. Siempre siento un gusto por cómo los personajes se sienten amenazados en cada escena y les pasan cosas horribles. Me encantan”, concluía.