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"Lo importante es comprar sin leer": mostramos la letra pequeña de productos a las puertas de un centro comercial

"El empaquetado puede contener trazas de ficción": club de lectura sobre la letra pequeña en el empaquetado, contratos o prospectos médicos

"Lo importante es comprar sin leer": mostramos la letra pequeña de productos a las puertas de un centro comercial

"Lo importante es comprar sin leer": mostramos la letra pequeña de productos a las puertas de un centro comercial

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Nuestras vidas están enredadas en una maraña de letras pequeñas que por falta de paciencia o porque el tamaño de los caracteres las hace ilegibles, no leemos nunca. Bancos, inmobiliarias, compañías eléctricas, coches, teléfonos, internet... Todo tiene letra pequeña. Y también los garbanzos, las patatas fritas, el jamón cocido, las pilas, el desodorante... Y un día, esas letras que no leímos, vuelven para vengarse.

En el trasfondo del tamaño, a veces, -no hay que dudar de todo mundo-, suele haber una estrategia para hacernos desistir, para que no leamos datos que puedan ponernos sobre aviso o nos eche atrás. Casos hay, muchos. No tenemos suficientes horas de programa.

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Nosotros hemos ido de compras a un centro comercial. Los supermercados, hipermercados y centros comerciales funcionan, sin pretenderlo, como librerías y centros de lectura. Los embalajes de los artículos puestos a la venta pueden contener trazas de ficción y, al igual que las portadas en papel de algunas editoriales, utilizan imágenes y grandes rótulos para embaucar la mirada del cliente. Lo importante es que se compre, no necesariamente que se lea.

Existen distintas normativas que, según el producto, establecen la información obligatoria que debe aparecer en el embalaje o etiqueta y las condiciones para que esa información sea legible.

Etiquetado de varios productos de un supermercado

Etiquetado de varios productos de un supermercado

Etiquetado de varios productos de un supermercado

Etiquetado de varios productos de un supermercado

Empecemos con los alimentos

Beatriz Robles es tecnóloga de alimentos y autora del libro 'Come Seguro' (Planeta). “En general, la información obligatoria tiene que tener una altura mínima de 1,2 mm y no puede estar tapada por otros elementos de la etiqueta como una solapa o una imagen. Pero los consumidores nos encontramos con que esa información obligatoria, que es la que nos resulta más relevante para escoger un producto, no suele estar en el frontal porque no es obligatorio que datos tan importantes como la lista de ingredientes o la denominación de venta del producto, que es la que realmente lo define, más allá de marcas comerciales o reclamos de marketing, figuren en el campo visual principal”.

Puesto que los fabricantes no están obligados a dar relevancia a la información obligatoria, algunas marcas la jibarizan y destierran a los laterales y parte trasera y utilizan el frontal del embalaje para reclamar la atención con palabras en grande y fotografías que prometen un alto contenido en calcio, omega 3 y todo tipo de vitaminas o "nombres comerciales que nos evocan propiedades beneficiosas como “casero”, “natural”, “fitness”, que no están respaldados legalmente y que no tienen que cumplir ningún requisito; o también se ponen nombres o imágenes de ingredientes que los consumidores consideramos que tienen más calidad y aportan valor al productor. Por ejemplo: imágenes de frutas, de frutos secos o de cereales integrales", asegura Beatriz Robles.

Los ingredientes

La normativa exige que en la lista de ingredientes se especifique el porcentaje de los que aparecen destacados en el embalaje con imágenes, palabras o gráficos. Pero cuando usted vaya a comprar, se encontrará con varios obstáculos. Los enumera Beatriz.

  1. Primero: no se exige un porcentaje mínimo para el ingrediente destacado. Nos podemos encontrar pimientos rellenos con gambas que tienen 0,4% de gamba o bebidas con nueces que tienen 0, 04% de nuez. Son ejemplos reales.
  2. Segundo obstáculo: cuando el ingrediente destacado se utiliza sólo para aromatizar, tampoco es necesario mencionar el porcentaje o su cantidad va a ser ínfima. Por ejemplo, tortitas de maíz con tomate en polvo o patatas fritas con cebolla.
  3. Tercer obstáculo: si la etiqueta indica que es una sugerencia de presentación, es el truco que lo aguanta todo. Se pueden incluir imágenes y palabras de alimentos que ni siquiera están en el producto. Lo que se hace es una representación. Aparece el alimento que nos venden adornado con otros ingredientes. Es el caso de las patatas fritas “sabor jamón” en las que parecen las patatas acompañadas de lascas de jamón.
Etiquetado de varios productos de un supermercado

Etiquetado de varios productos de un supermercado

Etiquetado de varios productos de un supermercado

Etiquetado de varios productos de un supermercado

Suponiendo que usted goce de buena vista y alcance a leer la letra pequeña de los productos sin dificultad, tendrá que superar otra prueba más. Algunos productos recurren a términos científicos para cumplir con la legalidad, pero dificultando la transparencia. Enrique García, portavoz de la Organización de Consumidores y Usuarios, OCU. “El azúcar tiene más de cien nombres. Los consumidores pueden ver que en las etiquetas no se pone directamente azúcar, pero se introducen términos como jarabe de cebada, leche condensada, maltodextrina o cualquier cosa que acabe en “osa”: dextrosa, fructosa, galactosa, lactosa, maltosa, polidextrosa.. Todo esto son nombres de lo mismo, azúcar, y que vienen en una letra muy pequeña que el consumidor no sabe interpretar”.

Después de pasar por caja y trasvasar los artículos a nuestro carro de la compra, nos apostamos a la puerta del centro comercial para pedir a los clientes que vayan saliendo, que lean la letra pequeña de algunos de los productos que hemos comprado. Para saber el resultado de la prueba, han de escuchar este reportaje.

Pero además de las reacciones de los consumidores, este reportaje también incluye la experiencia de Isabel Cambiella, directora de arte y diseñadora de packaging de la marca de maquillaje 3INA. El etiquetado y empaquetado de productos cosméticos tienen especificaciones diferentes a los de alimentación. “La normativa dice que nuestros textos tienen que ser legibles, en general. Pero donde sí hay un requisito más específico es en el contenido nominal (el peso, el volumen y la “e” que acompaña a estos números) tiene que ser de 3 mm” Esa “e”, indica que el producto está cumpliendo todos los requisitos de la Unión Europea. Pero además del tamaño, Isabel está obligada por la normativa a incluir una serie de datos en los envases (producto, descripción, ingredientes, lugar de fabricación, nombre de la empresa, código de barras...) y a partir de todos esos requisitos, se pone a trabajar: “Vamos maquetando el envase o la cajita en función de una jerarquía y una línea gráfica. Ahí es donde vemos qué queremos que sea más visible, qué puede resultar más atractivo, qué va en un primer plano y qué información es menos relevante y tiene que estar, pero en un segundo plano y más disimulada”.

Contratos y prospectos

Siguiente punto. ¿Está el ojo humano capacitado para leer con suficiencia la letra pequeña de las etiquetas y envoltorios, de contratos o prospectos médicos? José Luis Hernández Verdejo es profesor titular de la Facultad de Óptica y Optometría de la Universidad Complutense: “Si pensamos en un consumidor con una agudeza visual normal, con una visión 100%, la letra pequeña de los productos comerciales y de prospectos de ciertos medicamentos, es suficientemente grande para que una persona que vea bien pueda leerla. Para que te hagas una idea, una letra de un tamaño de 1.44mm, si la ponemos a un metro de distancia, una persona que vez bien puede verla. Es decir, nosotros tenemos muy buena agudeza visual. El problema estriba fundamentalmente en dos cosas. Una de ellas, es que no es lo mismo leer una letra que leer un texto porque, a veces, la tipografía que se utiliza, la separación entre caracteres, el contraste que tiene el fondo con la forma... son condicionantes que hacen más difícil leer los textos, aun teniendo el tamaño adecuado. El otro problema radica fundamentalmente en aquellas personas que no tienen buena agudeza visual. La enfermedad ocular está muy asociada al envejecimiento ( la degeneración macular, la afectación de la retina como consecuencia de la diabetes, el edema macular diabético...) Son enfermedades que hacen que la agudeza visual se reduzca, la capacidad para leer letras pequeñas se reduce. Y es en ese grupo de población, probablemente el más vulnerable, en el que se tiene que pensar para que esa letra pequeña pueda ser legible”

Hay más letras pequeñas, eso ya lo saben ustedes. A partir de la próxima semana, 1 de junio, bancos, compañías de seguros y empresas de servicios, operadoras de telefonía incluidas, deberán aumentar el tamaño de la letra de los documentos que entregan a los clientes; de 1,5mm a 2,5mm. Nada hace presuponer que el aumento del tamaño de la letra vaya a disminuir la cantidad de presuntas clausulas abstrusas y abusivas.

Severino Donate

Severino Donate

Llegó a la SER en 1989. Ahora hace reportajes.

 
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