Hay debates que en España ya se han dado. Se han dado cuando estaban peor las cosas, cuando la democracia estaba por estrenar y había que aprobar una constitución para varias generaciones. Ahí se introdujo, y era la primera vez, el concepto nacionalidades. En mayo de 2022, Inés Arrimadas desde, en principio, el centro político pide que «deje de existir la expresión de nacionalidades y regiones» porque da a entender que «hay territorios de primera y de segunda en España». Desde el centro político del 78, desde la UCD, ya han contestado a Arrimadas. Esto parece increíble, pero esto, de Rafael Arias-Salgado, es también de mayo. Mayo del 78: «En política, y especialmente en un contexto democrático, es siempre mejor integrar que excluir. La supresión del vocablo nacionalidades no haría desaparecer las exigencias de los que se autocalifican con eco popular como nacionalistas, si no que probablemente las exacerbarían. Por eso aceptamos el término nacionalidades, por eso también asumimos su constitucionalización». UCD tenía hecha la respuesta para Ciudadanos 44 años antes de que Ciudadanos formulara su propuesta. Es verdad que UCD acabó como acabó y Ciudadanos... de momento tiene 10 diputados. A Arrimadas también le responde Miquel Roca desde 1978: «Unos serán nacionalidad porque así se sienten y otros serán región porque así querrán serlo. Que no estará por ejemplo en el ánimo de una nacionalidad como la catalana el intentar sostener que otros no lo son. Que cada cual decida libremente lo que sobre su propia conciencia colectiva tenga razón a ser». En el pasado, el centro político estaba a favor de las nacionalidades, de las que ahora reniega Ciudadanos, que dice de sí mismo que es el campeón de la Constitución. Aunque sostiene Feijóo que fue el PP el que redactó la Constitución. Por eso Feijóo sí defiende las nacionalidades pese a que, en el 78, Fraga se opuso a ellas. Total, que aquí estamos, atrapados en el 78, con debates que ya tuvimos. Como el de la monarquía y la república. Escuchen cómo ha envejecido este debate de entonces. Esto se decían Heribert Barrera, de Esquerra, y Herrero y Rodríguez de Miñón. Heribert Barrera, sobre la monarquía: «Es un sistema fundado sobre una jerarquía que no procede necesariamente del mérito. Introduce una discriminación contra la mujer. ¿La monarquía puede, a pesar de todo ello, funcionar bien con un buen rey? Nadie lo duda. Pero, ¿Quién puede garantizar que un buen rey no dejará un día de serlo?». Herrero y Rodríguez de Miñón: «El señor Barrera ha dicho, y tiene razón, que la monarquía no hace más perfecta la democracia necesariamente. Pero la monarquía la ha hecho posible y eficaz en numerosos países, la monarquía la está haciendo en España». Un «buen rey». La monarquía era el modelo que cuestionaba Esquerra, que cuestionaba el PSOE, pero que defendía la mayoría: que no situaba el debate entre monarquía y república sino que planteaba la monarquía como vía para que se implantara la democracia. Eso explicó el giro de Santiago Carrillo. Y miren también cómo ha envejecido esta frase: «Los comunistas, en aras de la democracia y de la paz civil, vamos a votar el artículo primero del proyecto constitucional tal como viene y afirmamos que mientras la monarquía respete la constitución y la soberanía popular nosotros respetaremos la monarquía». Es un ejercicio revelador: escuchar debates que ya tuvimos y que no dejamos de tener. La nación, la monarquía. Y sí, también el aborto. Mira qué clarividencia, año 78, Peces Barba: «Desengáñense sus señorías... si hay un Tribunal Constitucional y una mayoría proabortista, permite una ley de aborto, y si hay un Tribunal Constitucional y una mayoría antibortista, impide una ley de aborto». Y aquí estamos. Escuchando cómo argumentos de entonces responden a los de ahora o como los de ahora a veces parecen de entonces, en un 78 que se alarga y no se acaba de acabar nunca.