La Feria del Libro de la recuperación y con perspectiva de género

La Feria del Libro de Madrid vuelve a la normalidad: se vuelve a la extensión habitual, se eliminan los aforos y se confía en mejorar los datos de 2019: 300 mil visitas, 1.800 escritores, más de medio millón de publicaciones vendidas y un negocio de 10 millones de euros. Aunque lo importante de la Feria, nos ha contado su directora, Eva Orúe, es disfrutar de un evento que es popular, de la gente, que pretende fomentar la lectura.

Eva Orúe (Zaragoza, 1962) es la primera mujer al frente de la Feria del Libro de Madrid y esta edición tiene perspectiva de género, "que no es imponer una mirada, sino incluir una nueva que no ha sido tenida en cuenta hasta ahora", aclara Orúe. "Tenemos una tarde dedicada a reescribir el rol de la mujer en tareas como la maternidad o el trabajo. Vendrán mujeres corresponsales, vamos a tener un recital poético en el que se recordarán las voces de mujeres poetas que en su día cayeron en el olvido".

A propósito de esas escritoras que quedaron en el rincón de la historia, les recomendamos un cómic: 'George Sand - Hija del Siglo', en Garbuix Books. Es una biografía de Aurore Dupin, más conocida como George Sand, conocida escritora francesa, antesala del feminismo actual, una autora que adoptó seudónimo masculino, vestía como un hombre, pero vivió el amor y el sexo en libertad. Una figura clave del siglo XIX mucho más allá de su relación con Chopin.

Eva Orúe lleva al frente de la feria desde enero de este año. En tan poco tiempo, ha podido hacer pocos cambios. Uno de ellos es dar pasos hacia la sostenibilidad. Se elimina la megafonía, para reducir la contaminación acústica, y no habrá mapas en papel, para evitar que la gente los tire al salir. Y nos preguntamos: ¿hay que ir a un formato electrónico, de lectura digital, para reducir el consumo de papel?

Otra de las novedades es que la Feria se abre a los museos, al cine y a las plataformas para atraer a otro público. Hemos hablado con Eva Orúe de esos jóvenes -y no tan jóvenes- que, atraídos por las pantallas, confiesan que no leen libros nunca. Y es que llevamos 50 años jugando delante de una pantalla sin parar. Este 24 de mayo se cumplía medio silgo de la salida a venta de la primera consola de videojuegos de la historia. Tan sencilla, que los jugadores tenían que memorizar sus puntuaciones y carecía de sonidos. Era la Mágnavox Óddyssey. Los videojuegos generan hoy 180.000 millones al año, 4 veces más que la industria del cine. Somos uno de los países que más jugadores aporta a este mercado, ocupamos la posición número 7 en el ranking mundial, pero en cuanto a creación vamos cortitos. Nos hemos colado en uno de los estudios de desarrollo de videojuegos español.

Volviendo a la Feria, uno de los que ha pasado este sábado a firmar ha sido el periodista y escritor Juan Cruz. Acaba de publicar 'Mil doscientos pasos' en Alfaguara, una novela que comienza con una brutal agresión escolar.

'Mil doscientos pasos' es un libro sobre la infancia, sobre la vida: un camino cuesta arriba; y sobre el tiempo, "nuestra patria". Mil doscientos pasos son los que separan al narrador de la novela de la casa familiar de su infancia. Un regreso, después de mucho tiempo, al lugar de origen.

Hemos hablado con Juan de esa infancia marcada por un contexto de violencia. La violencia que se vivía en la posguerra y la dictadura, una violencia que mamaron los niños, que eran muy violentos. La burla, el insulto, el acoso, las palizas marcaron esa infancia que Juan Cruz tan bien describe en su libro. "Uno escribe siempre sobre lo que le se le quedó atravesado y a mí se me quedó atravesado ese ambiente de desdén y de burla, la maldad de los niños en la posguerra, en donde confluían los miedos de la guerra. La posguerra fue la guerra por otros medios y los niños éramos violentos y la vida era violenta, aunque no pasara nada, aunque hubiera silencio. Aunque todo pareciera que era infantil, todo era también adulto entre los niños y este episodio marcó mi vida", nos confiesa el escritor.

Una entrevista sobre el paso del tiempo, la sexualidad, la adolescencia, la culpa católica, la vejez, la memoria, el peligro del olvido. Un Juan Cruz, como su novela, cargado de poesía, alejado del ruido y del plástico.