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Juan Antonio Bardem, la gran deuda del cine español

El centenario del director sirve para entender una carrera cinematográfica que nunca dejó de lado el compromiso político contra la dictadura y por la democracia

Juan Antonio Bardem en imagen de Archivo / cedida

Juan Antonio Bardem fue el director español que logró la primera nominación al Oscar del cine nuestro país. Fue también jurado del Festival de Cine de Cannes. Allí ganó premios y sumó buenas críticas a sus películas. Sin embargo, su figura ha quedado en un segundo plano en la historia del cine. Eso de las tres bes, Berlanga, Buñuel y Bardem, se quedó en las dos bes. Su cine no ha sido tan alabado, ni recordado como el de otros directores de la época. Quizá no fue tan popular como Berlanga, ni tan fastuoso como Buñuel, pero la carrera de Bardem está llena de buenas películas y de algo insólito en el cine español: un compromiso con la libertad que nunca abandonó.

Hijo de los actores Rafael Bardem y Matilde Muñoz Sampedro, hermano de Pilar Bardem y tío de los actores como Carlos, Mónica y Javier Bardem, se inició en la profesión después de matricularse en una ingeniería. Él quería hacer cine y fue en el Instituto de Investigaciones y Experiencias Cinematográfica, la primera escuela de cine, donde conoció a Berlanga. Crearon una de las parejas más importantes del cine español. Hicieron varios cortos y prácticas en esa escuela hasta que codirigieron Esa pareja feliz, una comedia protagonizada por Fernando Fernán Gómez y Elvira Quintilla sobre las estrecheces de un matrimonio que sueña con que su vida cambie a raíz de ser seleccionado para una promoción de una marca de jabones.

Juntos escribieron una de las obras maestras del cine español, Bienvenido mister Marshall. Ahí empezaron las desavenencias. Los productores no querían a Bardem en la dirección y Berlanga tiró para adelante. Bardem encontraría el primer escollo de una carrera llena de altibajos. Su militancia comunista no sería fácil durante la dictadura ni en la industria del cine. No le invitaron ni a la proyección de la cinta en Cannes, aunque Bardem se pagó la instancia. "Todos estaban en el Hotel Martínez y yo en una pensión", escribe en Y todavía sigue. Memorias de un hombre de Cine, biografían han reeditado Carlos F. Heredero y Cátedra. "Me sentí hundido, abandonado por los que se decían mis amigos", comenta en sus memorias. Ese verano lo pasó angustiado, no podía volver a ingeniería, pero tampoco salía otro proyecto en el cine.

Finalmente llegó, en 1953 debutó en solitario con Cómicos, una película que refleja el mundo del teatro y en la que plasma muchos de sus recuerdos familiares. Cuando leyó Eva al desnudo quedó prendado y quiso hacer eso mismo pero con el cine y el teatro de nuestro país. Suyo es uno de los mejores títulos de la historia de nuestro cine, Muerte de un ciclista. Una película estrenada en 1955, un drama neorrealista con tintes de cine negro con el que ganó el Premio de la Crítica Internacional (FIPRESCI) en Cannes y que fue proyectada fuera de concurso en el festival, ya que ese año era miembro del jurado. Inspirada en Resurrección, de Tolstoi, y protagonizada por Lucía Bosé, la censura solo cuestionó un beso, no fue capaz de entender la crítica feroz a una sociedad cerrada, opresiva, a una burguesía que sustentó la dictadura y vivió bajo su auspicio.

En 1956 ganó otro premio, otro FIPRESCI en Venecia, con Calle Mayor. Aquí la censura actuó con más contundencia. Supieron ver la lectura crítica contra el régimen en esta adaptación de la obra de Arniches. La venganza también tuvo sus mutilaciones. El primero el título. Bardem quería titularla Los segadores, pero la censura consideraba que podía confundirse con el himno catalán. Finalmente, se llamó La venganza, y fue un canto a la reconciliación en el seno de una cuadrilla de segadores. También estuvo en Cannes y además se convirtió en la primera película española nominada a un Oscar.

Esa noche, en Hollywood, ganó Jacques Tati con Mi tío. "Delante de mí se levantó Tati y subió a recoger su merecido premio. Cuarenta y dos años después, mi sobrino, Javier Bardem, está nominado para el Oscar por mejor actor", recordaba orgulloso el patriarca del clan. Bardem no ganó tampoco por su papel de Reinaldo Arenas en Antes que anochezca, lo haría años después, en 2007, pero su tío ya no estaría para celebrarlo.

Bardem nunca abandonó su creencia en mejorar el cine español. No solo sus películas, sino la de todos los demás. De ahí, la importancia que tuvo como organizador de Las Conversaciones de Salamanca. Una serie de encuentros que se iniciaron en 1955 en la ciudad castellana. En ellas participaron cineastas e intelectuales de todas las ideologías, había incluso afines al franquismo. La idea era salvar el cine español, falto de creatividad e ideas y apuntalar la industria audiovisual. Allí Bardem dijo una frase certera y recordada:

"El cine español hoy es: políticamente inefizaz. Socialmente, falso. Intelectualmente, ínfimo. Estéticamente, nulo. Industrialmente, raquítico".

Dice en sus memorias que posbilblemente esta frase sea su epitafio. Lo cierto es que es una frase aplicable a distintos momentos del cine español, sobre todo cuando gobiernos de distinta índole han intentando apropiarse culturalmente de la industria.

Bardem fue también productor. Socio de Udicine, con ellos ayudó a levantar Viridiana, la vuelta de Luis Buñuel a España y la primera y única Palma de Oro en Cannes del cine español. Eran una especie de service de la producción. El franquismo abría la veda, en su etapa propagandística de apertura internacional, y permitía a Buñuel rodar aquí. La película pasó la censura, fue a Cannes y ganó. Mientras en el Hotel Carlton celebraban con Champán, en España sucedían cosas. El Observatore romano -órgano del Vaticano- calificó la película de Blasfema y el franquismo se movilizó. Echó al director general de cinematografía, José María Muñoz Fontán y a Unidicine le quitaron el permiso de rodaje, por lo que Viridiana fue una película ilegal, de alguna manera.

Su militancia en el Partido Comunista le ocasionó continuos enfrentamientos con la censura franquista como hemos visto. El lío de Viridiana tampoco ayudó. De hecho, para recuperar dinero que debía la productora, Bardem estuvo en París negociando con Carrillo y Semprún. Todo eso hizo que fuera relegado casi al ostracismo. Por mantenerse en activo, participó en coproducciones menos personales hasta la llegada de la democracia.

Berlanga venía de una familia con más recursos, podía permitirse pasar tiempo sin rodar. Bardem, no. Necesitaba trabajar. Por eso, de la década de los años 70 destacan títulos como Varietés (1970) -con Sara Montiel y Vicente Parra-, La isla misteriosa (1971) -con Omar Shariff-, La corrupción de Chris Miller (1971) y El poder del deseo, (1975) ambas con Pepa Flores, Marisol. Con la libertad volvió a su cine más comprometido, con El puente, una 'road movie' en moto protagonizada por Alfredo Landa que muestra los cambios de la Transición.

Destaca en su cinematografía Siete días de enero, basada en la matanza de los abogados de Atocha y premiada en el Festival de Moscú. La película, la única sobre aquellos convulsos momentos de la transición, fue rechazada en Cannes por ser "demasiado documental". A Bardem aquello le molestó muchísimo, como cuenta en sus memorias. Hubo una proyección en París para el comité seleccionador y le preguntaron que dónde estaba el Partido Socialista. Bardem respondió que probablemente entre el público que asistía a los funerales por los abogados de Atocha. En sus memorias reconoce que le hubiera encantado decir: "escondidos y a salvo, como estuvieron todos los años de lucha contra el franquismo".

Con La advertencia (1982) se despidió del cine durante once años hasta que en 1997 regresó con Resultado final, intentó que fuera Gwyneth Paltrow su María José, pero finalmente fue protagonizada por Mar Flores, modelo de alta costura, muy conocida entonces por sus apariciones en la prensa rosa y los programas televisivos de cotilleos galantes.. Una melodrama que tuvo pésimas críticas y en la que ahondaba en la corrupción del PSOE contando la historia de una pareja y al mismo tiempo, la historia de la España reciente. En sus memorias reconoce que aquello era un tema tabú.

Todavía quedaría un proyecto más. Fue en 1998 con el largometraje Lorca, muerte de un poeta, con texto de Ian Gibson), del mismo título que la serie que hizo para Televisión. No era la primera vez que trabajaba en este medio. En 1989 rodó Los Episodios Nacionales y en 1992 El joven Picasso, por la que recibió en 1994 la Medalla de Oro del Festival de Nueva York en su apartado de miniseries.

Juan Antonio tenía el compromiso moral, libremente aceptado, de dar testimonio de su tiempo en su cine y la convicción de que mostrar su posición inequívocamente era lo que debía hacer. Dice Carlos Heredero que el cine español le debe todavía hoy mucho a Bardem. Parte del compromiso de autores como Icíar Bollaín, León de Aranoa, Del Castillo, un intento de retratar la realidad y la situación y el contexto social con justicia.

Encarcelado en dos ocasiones, una tras el rodaje de Calle mayor, la otra tras una detención con Billy el Niño en Madrid, donde acabó en la cárcel de Carabanchel, Bardem fue despedido en su entierro en la Filmoteca Nacional con la bandera del Partido Comunista, con su hermana Pilar, la misma que le entregó el Goya d eHonor en 2001. Solo había recibido antes un premio del gobierno español, fue en 1986 con la Medalla de Oro de las Bellas Artes. No tuvo Premio Nacional. No ha tenido tantos homenajes como Berlanga. Su cine quizá no era tan popular, pero sin duda, fue indispensable para la historia del cine español.

Pepa Blanes

Es jefa de Cultura de la Cadena SER. Licenciada...