Arnaud Desplechin: "Todos los creadores somos vampiros"

Madrid

Dice Arnaud Desplechin que no le gusta la parte técnica del cine, estar solo detrás de la cámara. Su pasión es estar junto a los actores y trabajar con ellos las emociones. El director francés ha sido un gran descubridor de intérpretes en sus más de 30 años de carrera y ha trabajado con muchas de las mejores actrices, como Catherine Deneuve, Emmanuelle Devos, Marion Cotillard o ahora Léa Seydoux. Tras presentar nueva película en sección oficial en Cannes, llega a España su anterior cinta, 'Fantasías de un escritor', una adaptación personal de la novela 'Engaño' de Philip Roth. Un relato que juega con lo real y lo imaginario, con el autor que utiliza la realidad como inspiración y la ficción para entender el mundo real, con temas como el deseo, el adulterio, la muerte o la creación literaria.

Tengo entendido que el propio Philip Roth contactó con usted hace años para pedirle que hiciera una adaptación, ¿le escribió?

Fue muchísimo peor que una carta, fue una llamada telefónica. Soy un perfecto inútil por teléfono, y él me llamó porque cuando hicimos Reyes y Reina, habíamos rodado algo así el epílogo de la novela Engaño de Philip Roth. Eso acabó como un extra en el DVD y llegó a manos del escritor. La noche de mi cumpleaños suena el teléfono, lo descuelgo y escucho: Hi, I'm Philip Roth... Me dijo que por qué no hacía una película de la novela, yo le intentaba explicar que era complicado porque transcurre en Praga, Londres, en Nueva York, es en inglés... Él insistía que lo hiciera tal cual, como en esa prueba... Me han hecho falta diez años para comprender que llevaba razón, que había que hacerlo así, en Francia, tal cual.

Es una obra que indaga en la creación artística y en la relación de la ficción con la realidad como fuente de inspiración, ¿los autores tienen que ser en cierto sentido vampiros de la realidad?

Todos los creadores somos vampiros. Hay algo en la película y en la novela que me conmueve. Este escritor se apropia de las historias pero en un intercambio, él da a cambio de algo. Y además, como dice, es un audiófilo, él escucha activamente las historias de esas mujeres aunque luego las utilice para crear algo. Al permitir que ellas cuenten su historia, sea la joven inglesa o la mujer checa encerrada en un hospital muriéndose de cáncer, ellas se convierten en las propias escritoras de su historia. Tienen la posibilidad de recuperar algo perdido, de rehacerse. Así podría interpretar el vampirismo.

Es una película en la que hay pasión, sexo, adulterio, pero lo más sexy es la seducción intelectual, la palabra

Nos planteamos la película con preguntas ligeras o triviales. Si te fijas, no se acuestan tanto. Empieza en otoño, no les interesa tanto hacer el amor, luego llega el invierno y se vuelve a encender la pasión. Pero el objetivo desde un principio es que todo fuera sensualidad, la palabra, beber una taza de té, los silencios, los momentos de aburrimiento... Todo, todo debía ser sensual.

La historia se desarrolla en los 80 pero hay una escena en un tribunal que la trae al presente ¿Estaba planeada o fue una reflexión tras el Me Too?

Desde luego, actualizar la historia con el Me Too estaba totalmente pensado. La escena se rodó en un tribunal real. Lo alucinante es que Philip Roth con más de 25 años de antelación ya predijo que ocurriría el Me Too. Es un movimiento maravilloso, es una buena noticia en la realidad pero también para la literatura y la ficción, como lo quieras mirar. El Me Too abre la puerta a nuevas voces y eso siempre es positivo, es una cosa estupenda que haya podido pasar. En la película se plantea con una fiscal que defiende a todas las mujeres en su conjunto, y para el escritor eso es inconcebible, él piensa en defenderlas de forma particular, a cada una por separado. Hay un planteamiento político y otro de singularidad, y creo que nunca van a poder encontrarse. Es lo que ocurre también con el Me Too.. La intimidad es tan personal que nunca vamos a poder estar todos detrás de la misma bandera, cada una lo expresamos de forma diferente. Pero sí es fantástico, es una alegría que ocurra el Me Too, por eso lo planteo con una escena cómica

Con Philip Roth se habló mucho de la separación entre obra y autor, ¿usted se ha formado o ha sacado alguna conclusión de ese debate?

Lo que me interesa como director de cine es la relación con los actores. Ellos son los únicos creadores que tienen una única herramienta, ellos mismos. Tiene que basarse en algo que ellos hayan sentido para reflejarlo en la pantalla. Si le dices a una actriz que llore, ella va a buscar algo íntimo de su vida que la emocione y le saque las lágrimas. Como no quiero estar detrás de la cámara ni con los técnicos, ýo también hago lo mismo. Si fuera a hablarte de mi vida real en una película sería aburridísimo, llevo la vida aburrida de un cinéfilo, pero yo me imagino otras vidas, novelo, fantaseo otras historias interesantes. Pero los sentimientos en las películas son reales, igual que los sacan los actores. Eso es lo que me interesa, estar cerca de los actores y ver cómo surgen los sentimientos a través de historias muy íntimas.

En la historia están muy presentes el deseo y la muerte, ¿son temas que le interesan en este punto de su carrera?

Es verdad que cuanto más envejeces más piensas en la muerte. Aquí le pasa al escritor algo que a mí también me pasa, a cierta edad piensas que tu vida está más cerca de llegar a su fin. Pero la amante inglesa, que tiene una vida que no le gusta y contempla saltar por la ventana, también piensa en la muerte. Esos dos personajes nunca se hubieran debido encontrar, no tienen nada que ver. El objetivo de la película es transformar las motivaciones de esos personajes ante la muerte en una comedia americana. Cómo hacer reír al espectador.