Con el príncipe Carlos a la cabeza, la familia real británica, el mundo político e invitados se unieron este viernes en la catedral de San Pablo, en Londres, para rendir tributo a los 70 años de servicio público de Isabel II. Debido a sus problemas de movilidad, la reina no pudo asistir a esta ceremonia de Acción de Gracias en San Pablo, pero el príncipe de Gales, heredero de la corona británica, acompañado por su esposa, la duquesa de Cornualles, representó a su madre. Isabel II, de 96 años, decidió no asistir a esta misa tras sentir «molestias» el jueves al término del desfile militar Trooping the Colour, que celebra el cumpleaños oficial de la reina. Fuera del templo, la guardia real, con sus uniformes rojos y sombreros negros revestidos de piel de oso, y la de caballería formaron una larga fila para recibir a la familia real. Con toda la formalidad que manda la ocasión, los invitados siguieron la misa presidida por el deán de San Pablo, el reverendo Dadi Ison, y en la que el primer ministro británico, Boris Johnson, leyó un párrafo del Nuevo Testamento, mientras que el arzobispo de York, Stephen Cottrell, destacó el sentido de servicio público de Isabel II en estos setenta años de reinado. «A lo largo de un tiempo de cambio y desafío, felicidad y tristeza, ella ha ofrecido el servicio a nuestro país y a la Mancomunidad Británica de Naciones (Commonwealth, excolonias)», dijo el arzobispo. «Su Majestad, lamentamos que no esté con nosotros esta mañana en persona», agregó el religioso, en una ceremonia en la que se escuchó un coro de niños y destacó por la formalidad. Más de 400 personas fueron invitadas a esta ceremonia, en la que han participado los duques de Sussex, Enrique y Meghan, centro de atención de las cámaras de televisión después de su decisión en 2020 de no trabajar para la Casa Real británica y tras sus tensiones con el príncipe de Gales y el duque de Cambridge. Esta es la primera vez que los duques de Sussex han sido vistos en público desde que comenzasen ayer los festejos por el Jubileo de Platino, que culminarán este domingo por la noche. Entre la familia real no faltaron los duques de Cambridge, Guillermo y Catalina, que recibieron una gran ovación del público congregado fuera del templo nada más llegar, si bien en esta ocasión estuvieron sin sus tres hijos, los príncipes Jorge, Carlota y Luis. La duquesa de Cambridge iba con un elegante vestido amarillo pálido de la diseñadora Emilia Wickstead y pamela a tono de Philip Treacy, en tanto que la duquesa de Cornualles llevaba un abrigo en color marfil de la diseñadora Fiona Clare. Uno de los ausentes fue el duque de York, Andrés, tras contagiarse por COVID-19. Además de Boris Johnson y ministros del Gobierno, no faltaron antiguos primeros ministros, entre ellos los laboristas Tony Blair y Gordon Brown y los conservadores David Cameron y Theresa May, así como el líder de la oposición laborista, Keir Starmer, y el alcalde de Londres, Sadiq Khan. Entre los invitados estuvieron los ciudadanos que han recibido distinciones de la reina Isabel II por sus trabajos comunitarios, y los que trabajaron para hacer frente a la pandemia de la COVID-19, así como representantes de las fuerzas armadas y miembros de organizaciones benéficas. Al término del servicio religioso, todos los invitados de pie cantaron el Dios salve a la Reina, el himno nacional, antes de que tañera la campana de la catedral -Great Paul, la más grande de todas las que hay en el Reino Unido- y continuará haciéndolo durante cuatro horas consecutivas en honor a Isabel II.