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Sociedad | Actualidad

El amor en España: jóvenes más abiertos y mujeres más empoderadas

La encuesta de 40DB para la SER y El País hace una radiografía del estado del amor en España. Un estudio sociológico que muestra cómo ha cambiado el modo de relacionarse en pareja y la percepción de uno de los grandes motores de la humanidad

Madrid

Nunca como ahora, la generación más joven de España se había declarado tan abierta a amar a alguien de su mismo sexo, aunque suponga cambiar de orientación sexual. Ni nunca como ahora las mujeres de más de 50 años habían reivindicado con tanta convicción su independencia, el deseo de vivir solas.

Son dos de las grandes conclusiones del estudio elaborado por 40dB para la Cadena SER y El País, que mide la percepción del amor y del que se desprende que las corrientes sociales que han avanzado con fuerza en los últimos años han modificado también nuestra intimidad, el modo en que amamos y queremos ser amados. Cada generación ama a su modo; cada modo condiciona la vida en sociedad y cada sociedad influye en el modo de amarnos y vivir juntos.

El 71,7% de los chicos y chicas de la Generación Z, aquellos que tienen hasta 24 años, se declara heterosexual; pero un 33,5% no descarta enamorarse de alguien de su mismo sexo. "No lo niego, no sé lo que me depara el futuro y si tengo que encontrar el amor en una mujer, pues bienvenido sea, ¿quién soy yo para ponerle barreras?", explica Gala, de 18 años y con novio desde hace uno y medio, sentada en una mesa, charlando de amor con personas de otras generaciones. Un 16% tampoco rechaza la posibilidad de enamorarse de alguien asexual.

“De momento sólo me he sentido atraído por chicos, pero si en un futuro, de repente, me gustara una chica, no me importaría y seguiría adelante. No lo descarto”, cree también Eva, que ha cumplido 17 y tiene pareja. Los jóvenes nacidos entre 1997 y 2012 son los más plurales en cuanto a identidad y orientación sexual, pero a la vez se declaran menos interesados en el amor que otras generaciones. La mitad no tiene pareja.

¿Menos amor, pero más celoso?

Al establecer las prioridades vitales, los españoles dan una alta puntuación al amor, pero también esta pulsión varía según a qué edad se pregunte. Los Baby Boomers, aquellos que rebasan los 57 años, son los que más valoran la salud, la familia y los amigos. Han perdido interés en las cuestiones laborales y en las materiales, el dinero. Sin embargo, sigue puntuando muy alto el amor.

Los más jóvenes, la Generación Z, dan una nota significativamente más baja a la importancia del amor. Por delante de él está su trabajo, sus estudios o la proyección profesional. Y, mucho más arriba, su independencia y libertad. A pesar de ello, son más celosos.

“Es una generación muy celosa en relación a sus mayores”, señala la directora de 40dB, Belén Barreiro. Un 44,5% cree que coquetear, aunque no exista contacto físico, es una forma de infidelidad. “Están muy marcados por la digitalización”, indica Barreiro. “Y esa relación con el móvil y las redes sociales lleva a una mayor capacidad de vigilancia sobre su pareja y una mayor predisposición a ser vigilados”, puntualiza.

Millenials, los solteros más sufridores

Carmen tiene 75 años. Hace siete que se quedó viuda, cuando su marido, Marcos, enfermó de cáncer. Su salud se agravó deprisa, sin remedio, y juntos cruzaron el final. Ella no ha vuelto a estar con nadie y no quiere estarlo. Desde entonces ha ido colocando su amor, aquel que dirigía a Marcos, en otras cosas. Va a clase de castañuelas, a veces a dos clases en un solo día, una por la mañana y otra por la tarde; viaja más que nunca y echa las horas con sus amigas en charlas de café. Ha llenado su tiempo de otras cosas y dice no sentirse sola, aunque a veces le asalten los recuerdos y, sentada al lado de Brais, que pronto cumplirá los 27, los ojos le vibren un segundo de emoción y parezca que vuelve a estar con Marcos.

Brais es, según los datos, el reverso perfecto de Carmen. Es Millenial, la generación que vive con mayor disgusto la soltería. Los Millenials, nacidos entre 1981 y 1996, son los más emparejados de todos. Solo el 23,2% están solteros y la mayoría no querrían estarlo. De hecho, son quienes menos declaran disfrutar de su soltería. Les gustaría tener pareja, pero creen no haber logrado encontrar a la persona adecuada.

“Yo estoy abierto a encontrar el amor, pero lo primero es estar bien con uno mismo”, dice Brais, que no vive con ansiedad su soltería porque quiere primero amarse para poder amar a otros. La suya es la generación que más se ha servido de internet para encontrar pareja. El uso de aplicaciones como Tinder facilita ligar y tener encuentros sexuales, todos los grupos edad comparten mayoritariamente esta idea. Pero, a la vez, todos coinciden en creer que encontrar una pareja estable hoy es más difícil que antes y el grupo de amigos y conocidos sigue ganando a las apps como fuente de parejas potenciales.

La precariedad que ha golpeado crisis tras crisis a los ‘Millenials’ está, para Brais, al menos en parte, detrás de algunas de estas sensaciones. “Tengo 27 años y aún a día de hoy tengo que recurrir a mi madre” para pedirle dinero. Eso precipita a veces los proyectos de vida, “hace que a mi generación le entre la prisa”. Y en esta dinámica de la velocidad, la satisfacción no siempre aparece tan deprisa y con tanta intensidad como desean y el consumo emerge también como definición de las relaciones humanas.

“Sabes que tienes muchas más opciones a las que acceder”, cuando algo falla con alguien. Que pueden volver a casa y encontrar a otra persona. “Somos un poco hijos de la sociedad de consumo en ese sentido. Moda rápida y consumes también el amor rápido”, indica Brais. Y aún así, ellos, como todas las generaciones, siguen tratando de encontrar el amor de su vida.

Quererse viviendo separados

“Tengo pareja desde hace 10 años y cada uno vive en su casa”, explica Inma, que tiene 52 y dos hijas de una relación anterior. Tiene muy claro que quiere a Andrés y todo funciona a la perfección, pero se siente bien en su casa “con mis manías y con mis cosas”. Pasan todas las horas que el trabajo les permite juntos y se separan para irse a dormir, salvo los fines de semana.

La de Inma es una manifestación muy evidente de un cambio social, de una toma de conciencia alimentada por el feminismo. Ella comenzó a ser más consciente del valor de su independencia cuando rompió su matrimonio. Los datos del estudio de 40dB muestran que las mujeres, especialmente a partir de los 50 años, son el grupo menos dispuesto a hacer sacrificios por la pareja. Es así pese a que declaran un mayor compromiso, dan más importancia a las relaciones exclusivas y a la fidelidad.

“Creo que es un efecto muy claro de los tiempos de hoy. Aunque la forma de vivir el amor sea similar a la de nuestros abuelos, porque seguimos prefiriendo la monogamia, las mujeres han puesto muchos más límites de los que ponían antes”, explica la máxima responsable de la encuesta, la socióloga Belén Barreiro.

Monogamia en tiempos de poliamor

La Generación X, entre 41 y 56 años, tiene una alta tasa de matrimonios y al mismo tiempo son el grupo que más favorable se muestra a las relaciones abiertas o poliamorosas. La posibilidad de abrir la pareja ha entrado mejor en ellos que la de abrir su orientación sexual, más normativa. Sin embargo, y pese a la aparición frecuente en la vida pública de otros modelos, prefieren muy mayoritariamente la monogamia.

De hecho, el 93,3% de los españoles, independientemente de su edad, desea tener una relación exclusiva y cerrada con su pareja. Los X se han conocido sobre todo a través de su grupo de amigos, en el bar o en la discoteca, aunque no faltan tampoco quienes han utilizado internet para encontrar pareja.

El estudio les considera solteros exigentes, porque la mitad de los que lo están no desean dejar de estarlo y porque quienes tienen pareja actualmente la puntúan más bajo que otras generaciones. De media, la Generación X pone un 7,9 sobre 10 a su actual amor; frente al 8,5 de los Z; el 8,2 de los Millenials; y el 8,1 de las parejas más mayores.

Los hijos del baby boom: la generación más infiel

La pandemia ha puesto a prueba la resistencia de miles de parejas, con catastrófico resultado en algunos casos. Las demandas de divorcio crecieron un 2,7% en 2021, según datos del Consejo General del Poder Judicial. Los llamados Baby Boomers y la Generación Silenciosa, nacidos antes de 1964, han sido los más amenazados por la enfermedad y, sin embargo, quienes menos han visto resentirse sus relaciones durante este periodo.

Un 96,2% se declaran monógamos, pero este grupo encierra la tasa de infidelidades más alta. Solo en el 57,7% de las parejas ninguno de los dos ha sido infiel, diez puntos por debajo de los Millenials y los Z; y ocho puntos menos que la Generación X. Además, ellos son quienes más renuncian a cualquier tipo de relación. Solteras y viudas mayores no quieren reiniciar su vida amorosa.

El amor y la felicidad: ¿es posible la una sin el otro?, ¿se puede querer siendo más egoísta?

El estudio de 40dB da cuenta de una evolución social profunda, que impregna con fuerza nuestras relaciones más íntimas y profundas: las amorosas. En la sociedad de las incertidumbres y el egoísmo crecientes ¿debe preocuparnos el fin del amor? Barreiro cree que nuestro país se aleja un poco de una tendencia generalizada en las sociedades occidentales contemporáneas. "En España nuestra sociabilidad amortigua mucho de ese individualismo característico" que viene de la mano de la revolución digital.

Estamos en una época más centrada en el 'yo' y eso explica, en parte, la menor puntuación, aunque alta todavía, que los más jóvenes dan al amor en su escala de prioridades. A cambio, otorga la posibilidad de elegir con más libertad. Pero la empatía y la confianza en el otro menguan, lo que puede dificultar la construcción de proyectos colectivos más allá de la propia pareja. ¿Y la felicidad?

"Los estudios sobre felicidad trazan una relación entre la pareja estable y la felicidad. Hay una cierta propensión a ser más feliz con pareja estable", recalca Barreiro. De ahí, que en tiempos líquidos, la gran mayoría, sea cual sea su edad, condición social u orientación sexual, sigan buscando, a la luz de los datos, los amores sólidos, los de una vida. "Coincidir es un milagro, el amor es coincidir", escribió la poeta Berta García Faet, 34 años, Millenial.

 
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