No es la primera vez que Asier Etxeandia habla del bullying que sufrió de pequeño pero quizá sí una de las veces que lo ha hecho de forma más extensa. En el programa La Matemática del Espejo, de La2, el actor ha hecho un repaso amplio por toda su infancia y cómo aquellas experiencias le han marcado de por vida. «Yo soy hijo único, con una madre que fue muy hiperprotectora y en el colegio fue bastante terrible porque no me interesó nunca nada de lo que me enseñaban. Yo repetí 1º de E.G.B. , que para repetir 1º de E.G.B. ¿qué has hecho?, yo no recuerdo nada de ese año. No tengo muy claro qué cosas pasaron pero sí tengo la sensación de mucha soledad y de mucho miedo», comienza contando. Etxeandia recuerda que «no tenía amigos» porque no sabía cómo hacerlos: «Era un niño muy cobarde, con un mundo interior muy bestia que se exponía todo el rato sin darse cuenta porque se me iba, porque no podía concentrarme en nada de lo que me enseñaban pero sí tenía una grandísima concentración en mi imaginación que yo supongo que de alguna forma estaba ahí para protegerme, meterme en esos mundos que al final los he utilizado para bien». Esa imaginación también le llevaba a exponerse en el colegio: “Era una bomba, yo me convertía en hombre lobo solo en una esquina y de repente, abría los ojos y tenía a diez a mi alrededor mirándome, partiéndose el churro y empezando a collejas conmigo, y me tenía que escapar casi todos los días por entre las aulas de profesores, que no podían pasar los niños. Iba a gatas para no pasar por el patio del recreo, que es por donde salíamos, porque siempre había como cinco niños esperando para pegarme. Confiesa que a él le habría gustado «romperle la cara al cabecilla» como le decía su padre pero nunca lo hizo por cobardía y porque pensaba por qué se tenía que convertirse en él: «¿Por qué coño para poder entrar en la sociedad tienes que comportarte como los demás? Hostias o ser un burrángano. Precisamente hay cierta belleza en mi exclusividad, porque ellos son tontos y no se dan cuenta, así que, bueno, pues me va a costar un poquito más de años, pero nunca supe defenderme». Sí se defendió en una ocasión y lo hizo para no defraudar a su padre: «Vi que bajaba la cuesta para recogerme y, para que no viera como me zurraban, me defendí y empecé a hostias con todos y mi padre estuvo muy orgulloso, pero realmente no sirvió de nada. Le vino muy bien, estuvo muy orgulloso de mí durante muchos meses, de verme como me hostiaba». Fruto de esa soledad que sintió de pequeño, ahora «no sabe estar mucho solo»: «He buscado la comunidad toda la vida, entonces la he tenido tan poco, supongo que de mi infancia venía con tanta ansiedad con eso, y bueno, es que yo la descubrí haciendo teatro, cuando deje de dar tumbos y con 18 años me fui de casa de mis padres y me metí a estudiar teatro, ahí fue cuando descubrí yo el sentido de la comunidad. A mí es que eso me ha salvado». El actor se fue con 18 años de casa y empezó su periplo para convertirse en actor pero antes tuvo trabajos de todo tipo y pasando dificultades económicas muchas veces. Una vez ha logrado abrirse paso en el mundo de la interpretación, sigue sin sentir «arrope» económico y confiesa que se ha visto «sin un duro muchas veces»: “Me he visto sobreviviendo en muchas situaciones diferentes. En no tener nada. De repente ir a la cuenta y decir: Anda, hostia, menos noventa. Por eso cree que «es interesante» que la gente sepa que, aunque vean a artistas que «hayan salido en televisión o en una serie, o hayan hecho tres películas», aunque les paguen por ese trabajo, «si tu no tienes algo que te dé un dinero al mes para poder sobrevivir, pagar una hipoteca etc., te queda el ahorro. Pero al final tienes los mismos gastos». Etxeandia cree que la imagen que tiene la gente de los artistas, especialmente en España, es «bastante jodida» porque «se trabaja mucho y hay mucha inseguridad que solamente la puedes soportar si amas profundamente este trabajo. Porque sino, no hay manera de soportarlo emocionalmente».