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"Miedo continuo" a la muerte en Járkov

Amnistía Internacional denuncia el uso indiscriminado de bombas de racimo y cohetes imprecisos que impiden a los civiles protegerse en la segunda ciudad de Ucrania

40 grados y 3000 euros

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Una explosión un 24 de febrero en un local comercial con medio centenar de personas en su interior y varias más haciendo cola fuera. Un fuerte estruendo y una lluvia de cascotes entre gritos de ¡al suelo! Poco más tarde, otro ataque tras el que huyeron a esconderse a la trastienda. Es lo único que recuerda de aquel día una de las víctimas de un bombardeo en Ucrania con la que ha hablado Amnistía Internacional.

La organización está recopilando testimonios de la guerra y ha elaborado un informe sobre los indiscriminados ataques de Rusia en Járkov, la segunda ciudad de Ucrania, cuyo título resume bien la experiencia de las víctimas: “cualquiera puede morir en cualquier momento”.

La asesora general sobre respuesta a las crisis de Amnistía Internacional, Donatella Rovera ha podido constatar el uso por parte de Rusia de bombas de racimo 9N210 y 9N235 prohibidas internacionalmente, minas dispersables y cohetes no guiados que son intrínsecamente poco precisos e indiscriminados “que no deberían usarse nunca en barrios poblados por civiles”.

Estos ataques, dice, se producen en cualquier momento, tanto de día como de noche, por lo que los civiles no tienen forma de saber cuándo ni dónde va a haber un bombardeo y no pueden protegerse. Viven con una situación de miedo continuo. “Ha habido varias personas que han muerto en estos ataques cuando han salido apenas cinco minutos para ir a recoger algo en sus casas o para ir a tomar un poco de aire”, asegura Rovera.

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De su primera visita a Járjov en abril, Rovera recuerda una ciudad vacía, tras la huida de más de la mitad de la población y el miedo de quienes se quedaron, escondidos bajo tierra en las estaciones de metro. Salían solo a buscar comida o ayuda humanitaria arriesgando su vida. De hecho, de los más de 600 civiles asesinados y mil heridos desde el inicio de la invasión, la mayoría fueron alcanzados por ataques cuando habían salido a buscar comida, tomar el aire o llevar a los niños al parque, relata la investigadora. “Otros civiles, incluso, han resultado muertos o heridos en sus propias casas, porque al explotar estos cohetes o bombas de racimo cerca de su casa, entraron los fragmentos”.

Se trata de municiones que estallan en un radio muy amplio. El 24 de marzo hubo un ataque con bombas de racimo frente a la oficina postal en la que cientos de personas hacían cola para recibir ayuda humanitaria. Seis personas murieron y más de 15 resultaron heridas. Ese mismo bombardeo mató a un hombre que esperaba frente a una tienda y destrozó una iglesia.

Pese a la negación de Rusia, estos efectos demuestran la estrategia del Ejército ruso de atacar deliberadamente a la población civil. “Saben muy bien que estos ataques indiscriminados han estado matando e hiriendo a civiles prácticamente cada día en Járkov”, dice Donatella Rovera, quien cree que deben investigarse como crímenes de guerra.

 
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