Disonancias cruzadas

Barcelona

El centro de Emmanuel Macron podrá gobernar, pero no le será fácil. Francia estrena seguramente un nuevo esquema político. Hasta ahora había dos opciones, o bien la mayoría del presidente y la mayoría parlamentaria coincidían y entonces todo estaba milimetrado y no cabían sorpresas, o bien estaban disociadas. El presidente encabezaba un partido y el gobierno era de signo político distinto. Tenían que cohabitar con gran esfuerzo. Ahora coinciden las dos mayorías, pero la parlamentaria centrista es insuficiente. Habrá que completarla. No es imposible. Los escaños de los republicanos, o sea la derecha habitual, bastarían, pero esa opción se desequilibraría mucho al centro. También este puede explorar apoyos entre verdes y socialistas convencionales, pues aunque estén en la Francia Insumisa de Jean Luc-Melenchon, esa agrupación es una mezcla de gentes muy diversas que tendrán distintos grupos parlamentarios y habrá que ver si la combinación suma. De momento, todos encogen los hombros y se hacen de rogar. Macron puede también intentar la geometría variable, buscar apoyos diferentes para cada ley, siempre dentro de una línea general europeísta alejada de los extremos. Pero eso significa grandes esfuerzos de seducción, de negociación y pactos parlamentarios continuos. La Asamblea Nacional, hasta ahora eco de los intercambios entre la mayoría presidencial y una oposición educada, será ahora más caníbal. La extrema derecha será revoltosa en la cámara. Una novedad ruidosa. La parte radical de la izquierda también será revulsiva. Un altavoz de disonancias cruzadas. Lo dicho, no será fácil.