La segunda vuelta de las elecciones legislativas francesas de este domingo dejan una Asamblea Nacional sin mayoría suficiente del Gobierno o de la oposición, un escenario inédito en el que el presidente Emmanuel Macron tendrá que negociar para poder gobernar. Estas son las cinco principales claves de estos comicios: La alianza Ensemble de Macron perdió 105 diputados. El presidente y sus candidatos centraron la campaña en por qué no había que votar a sus rivales pero no lograron explicar para qué querían el voto. No supieron hacer campaña en positivo. En los dos meses pasados desde la reelección de Macron y en el mes que lleva la primera ministra en el cargo, el Gobierno ha avanzado líneas generales de acción pero sin detalles claros que ilusionaran a sus votantes. La nueva coalición de socialistas, comunistas, ecologistas y La Francia Insumisa dobló el número de diputados que sus integrantes habían obtenido por separado en 2017, pese a que no obtuvo más votos en la primera vuelta. El sistema electoral francés premia a los bloques o partidos grandes. Otra cuestión será si esta coalición tan heterogénea puede tener un largo ciclo de vida, pero al menos ha mostrado su utilidad inmediata. La Agrupación Nacional (RN) ha logrado un resultado histórico con 89 diputados, desde los 8 que tenía antes. La propia Marine Le Pen y su plana mayor esperaban unos 60 en el mejor de los casos. En comicios anteriores, el peso real del RN estaba infrarrepresentado en la Asamblea respecto a sus votos y en esta ocasión la clave es que el «cordón sanitario» contra la ultraderecha prácticamente no ha funcionado. En muchas circunscripciones donde había candidatos de izquierda o de Macron contra el RN, unos u otros se abstuvieron en masa y permitieron a la ultraderecha llevarse el escaño. Después del récord de abstención de la primera vuelta, la situación mejoró ligeramente en la segunda y no hubo una nueva marca histórica, pero a pesar de todo un 53,77 % de los electores no acudió a votar el domingo. El problema fue especialmente grave entre los jóvenes de 18-24 años (un 71 % de abstención), y entre los de 25-34 años (66 %) a pesar de los llamamientos a la movilización del líder izquierdista Jean-Luc Mélenchon. Políticos y analistas insisten en que hay que buscar soluciones, incluyendo un posible cambio en el sistema electoral. Pero cualquier idea será difícil de consensuar en el actual clima político. La primera ministra Élisabeth Borne lo resumió claramente en la noche electoral: Francia vive «una situación inédita». El Gobierno está en minoría pero la oposición está polarizada en la ultraderecha y la izquierda, por lo que tampoco podrá entenderse. Además, cada uno de los tres bloques se han forjado por oposición a los otros dos, de forma que crear entendimiento entre ellos será muy complicado.