¿Cómo afecta a los periodistas cubrir un conflicto como el de Ucrania? "Cuando llego a casa me traigo esas heridas que cicatrizan y te dejan la marca"
La corresponsal en Estados Unidos, Almudena Ariza, recoge en 'Plano corto" los testimonios de reporteros que también sufrieron secuelas al abandonar el conflicto
¿Cómo afecta a los periodistas cubrir un conflicto como el de Ucrania? "Cuando llego a casa me traigo esas heridas que cicatrizan y te dejan la marca”
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Madrid
Vietnam supuso un antes y un después en la forma de comunicar sobre un conflicto armado. No solo fue la primera guerra televisada, sino que redujo la distancia entre la masacre, el drama humanitario y la opinión pública, todo ello, mientras aumentaba la crítica con el Gobierno de Estados Unidos. Si por algo se ha caracterizado el actual conflicto de Ucrania es por saltar a las redes sociales, donde, además de narrar, se han ilustrado los movimientos militares y las historias ocultas de los civiles.
Tras más de cien días de invasión rusa, el reportero de guerra se mantiene en suelo ucraniano, pero son numerosos los que han retornado a sus destinos de origen. Una vuelta que el espectador, oyente o lector se plantea como fácil e incluso alegre, pero que esconde un desafío para los periodistas: volver a la vida de antes. En ‘La Ventana’ escuchamos cuatro testimonios de la mano de Almudena Ariza, Joaquín Sánchez Mariño, Simón Casanova y Nicolás Castellano.
No te preparan para volver
En su podcast ‘Plano corto’, la corresponsal de TVE en Estados Unidos ha encontrado alivio a una necesidad: Hablar con colegas que estuvieron en el conflicto. En ese “refugio” radiofónico, Ariza ha depositado “la sensación de vacío” tras volver del conflicto. En esta nueva temporada del podcast, encuentra “un alivio a la frustración de las entrevistas de un minuto y medio del telediario”. “Tenía ganas de explicar lo que había vivido”, asegura.
Por su parte, el retorno a Buenos Aires del corresponsal de Infobae, ha sido “más tranquilo que en aquel momento”, aunque, reconoce que “volver a casa fue extraño, fue mi primera guerra y creía haber llegado preparado pero no se prepara el volver, a nadie”. Al igual que Ariza, Joaquín Sánchez no tenía con quien compartir. Ese sentimiento de soledad solo se elimina “al hablar con compañeros”.
Una coraza ante la tragedia
En la otra cara de la moneda, todo un experto. Simón Casanova es productor y ha cubierto decenas de conflictos. Reconoce que en los conflictos “generaba un escudo”. Se considera una persona relativamente fría en los conflictos, cuestión que ilustra con la guerra de Ucrania, cuando tuvo que llamar atención al grupo de jóvenes con los que trabajaba, quienes estaban muy involucrados. “Yo no era así, en el sitio me pongo una escafandra y cuando llego a casa me traigo esas heridas que cicatrizan y te dejan la marca”, asegura.
Con los tres coincidió nuestro compañero, Nicolás Castellano. Con una extensa experiencia en países africanos, reconoce que Ucrania “era un master porque nunca había estado en una guerra de moda, donde cayeran misiles justo al lado”. “A mí me costó semanas dormir bien, las primeras semanas en Canarias me despertaba con la alarma antiaérea en la cabeza”, apunta.
Volver a Ucrania, un deseo
Sobre la idea de volver, todos reconocen que lo haría. Ariza reconoce haberse “cabreados” con la decisión de su empresa de cambiar los corresponsales cada 15 días. “Yo quiero volver, me enfadé bastante cuando me dijeron que me tenía que marchar. Me sentí con dificultades para entender todo y manejarme sobre el terreno, controlar las zonas y cuando me sentí en el mejor momento me dijeron que tenía que marcharme”, recuerda.
Joaquín Sánchez también estaría dispuesto a volver, aunque reconoce que siendo de Argentina es algo más complejo. Nicolás Catsellano reconoce que no puede olvidar las caras de “miedo” de los refugiados que abandonaban sus casas. Tampoco quería irse. “Yo no quería salir de Ucrania, te quedas en deuda con las personas que has conocido, los fixers”.