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"Pensé que era mejor matarme, no quería que mis hijos me vieran así": el horror de la guerra desde los ojos de las víctimas

Guadalupe García, médica que trabaja a bordo del tren medicalizado de Médicos Sin Fronteras, se ha asomado a La Ventana para hablar de la iniciativa de la organización, que asiste a víctimas en Ucrania

La Ventana a las 16h | Médicos sin Fronteras atiende en trenes a los civiles heridos en la Guerra de Ucrania

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Médicos Sin Fronteras ha elaborado un informe, bajo el titulo de 'Sin Piedad para los civiles', en el que pone de manifiesto, con datos y testimonios del tren medicalizado que la organización tiene en Ucrania, la gran falta de protección de los civiles en esta guerra. El estudio señala que más del 40% de los heridos de guerra que el tren ha evacuado han sido ancianos y niños con heridas por explosiones, amputaciones traumáticas, metralla y heridas de bala.

Guadalupe García, médica que trabaja abordo de este tren que ya ha hecho 28 viajes, de entre 20 y 30 horas, alrededor de Ucrania, concreta que el 10% son menores de edad.

Un tren que salva vidas

El tren medicalizado que Médicos Sin Fronteras puso en funcionamiento en Ucrania el 31 de marzo salva vidas. Por el momento, en la veintena de viajes realizados, de mil kilómetros del este al oeste del país, la organización ha evacuado a más de 732 pacientes de las zonas afectadas por la guerra. Es el único tren de estas características que existe en el país.

El objetivo, explica Guadalupe, es aligerar la carga de los centros hospitalarios, pues "están rebasados" y no pueden atender a todos los pacientes. El tren trabaja como una ambulancia, aunque también tiene "cuidados continuos". "Hay un vagón con cinco camas acondicionado como cuidados intensivos, que tiene disponibles dos ventilaciones mecánicas asistidas", señala.

Guadalupe, que ha visto el horror a bordo del tren, destaca "la gran resiliencia de todos ellos", que mantienen la esperanza y tienen "una gran sonrisa a pesar del miedo".

Las voces del horror

"Tuvimos que dejar todo atrás. Teníamos un apartamento en Sievierodonetsk, estábamos cultivando nuestras propias verduras. Luego vino la guerra. No teníamos más agua corriente, las zonas residenciales fueron golpeadas y nos escondimos en el sótano. Sentí un miedo profundo creciendo cuando entendí que no teníamos a dónde ir", dice un hombre de 86 años. Es uno de los muchos testimonios recogidos por la organización a bordo de su tren medicalizado.

"Una noche había un silencio absoluto hasta que una cosa se dejó caer desde arriba, creo que desde una aeronave, directamente sobre donde estábamos. La explosión rompió las ventanas de una habitación vecina y los cristales alcanzaron la habitación en la que nos escondíamos. Había una familia con nosotros en el albergue, tres niños, los padres y la abuela. El más pequeño era todavía un bebé y la madre le estaba amamantando. Cuando cayó la bomba, la mujer murió en el acto. Los otros estaban más o menos bien, pero mi hija resultó herida. Siete piezas de metralla en su cuerpo. Mi hija me mostró su dedo anular, que ya no estaba", acerca por su parte otro hombre, que prefiere mantener el anonimato, de 46 años, de Mariúpol.

Una historia similar a las relatadas por Albina Zharkova, médico de urgencias de la organización: "Tuvimos muchos niños entre los pacientes del ataque de Kramatorsk. Una chica se puso bastante grave de sus lesiones en ambas piernas. Allí había perdido a su madre. Junto a ella teníamos un niño que perdió a su hermana en el ataque. Viajaba viajaba con sus padres. Le amputaron un brazo y ambas piernas".

También a la de una joven de 23 años, de Lysychansk (Donetsk). "Pisé una mina que estalló. Estaba acostada cara abajo en el suelo. Al principio no podía entender lo que acababa de suceder. Había un inmenso ruido en mi cabeza y me sentía como si estuviera en un agujero. Cuando me di la vuelta y miré mis piernas, vi que ya no las tenía, solo dos huesos que sobresalían de la carne. Pensé que era mejor matarme. No quería que mis hijos me vieran así", explica.

Paula Ramos Barral

Paula Ramos Barral

Redactora en La Ventana. Antes en La Voz de Galicia y en la productora 93 Metros. Colaboradora en Jot...

 
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