Es imposible copiar un perfume caro y venderlo barato
La nariz de Puig comparte con Juanjo Millás el proceso creativo de un perfume
Es imposible copiar un perfume caro y venderlo barato
Barcelona
El jazmín huele a petróleo. Es la conclusión de un par de inexpertos en el laboratorio de Elisabeth Vidal, la perfumista de Puig. Pero si alejas el mouillette (tira de cartón para probar perfume) de la nariz descubres que esa nota animal se convierte en aromas florales, verdes… Y si superpones otro impregnado de almizcle la fragancia cambia completamente. Por evocación de su infancia, Juanjo prefiere esa nota de gasolina.
La variedad de la paleta de olores y las miles de combinaciones posibles hacen que el mundo creativo del perfume sea infinito. Se tardan unos tres años en crear una fragancia de prestigio y si no fuera por el timing que marca la empresa podrían seguir otros tres más haciendo cambios. Añadiendo y matizando materias primas medidas a la milésima. Los ingredientes no son fáciles de conseguir y mucho menos baratos. Rosas de Bulgaria, sándalo de la India, ámbar gris, azafrán, iris, haba tonka… Por eso cuando planteamos qué sentido tiene pagar cien euros por un perfume que huele igual que otro que cuesta diez, Elisabeth sonríe. “Puedes hacer una fragancia que se parezca o copiar una fórmula, pero luego su evolución será diferente porque no tendrá materias primas de la calidad del original”. Olerá parecido pero no igual y la duración tampoco será la misma. “Es imposible hacer un perfume barato con ingredientes caros”.
No existen los derechos de autor para una fragancia pero sí una Academia del Perfume desde la que te avisan de los peligros de echarte una falsificación en la piel y que reúne a los mejores perfumistas del país ordenados por sillones de materias primas. El de Elisabeth, la bergamota. Y el de Juanjo podría ser el haba tonka cuyo aroma le transporta a una tarde en brazos de su madre.
Paqui Ramos
Casi siempre en la radio. Siempre en la SER....