El emocionante gesto de una familia alemana con una pareja que perdió su casa en el volcán de La Palma: "Es una sensación como de estar soñando"

Madrid/La Palma

La letra del compositor palmero Ezequiel Perdigón, erigida como un himno de resistencia, ya lo avisaba: “La Palma es la isla mía, donde yo aprendí a soñar”. Más de nueve meses después de la erupción del volcán de Cumbre Vieja, una familia de palmeros, como canta el ‘Isla mía’, ha encontrado “el calor de mi gente”.

El 19 de septiembre de 2021, Viviane y Alonso hacían una barbacoa junto a su hijo cuando erupcionó el volcán. “Desde mi cocina pude ver cómo nació el volcán e incluso tomé una foto”, cuenta la madre a Radio La Palma. Entre coches abandonando la zona de Los Campitos, en Los Llanos de Aridane, intuían que iba a ser la última vez que salían de su casa.

Como miles de vecinos, la familia había perdido su casa bajo las coladas. La esperanza estaba ahora en una publicación en redes sociales, donde pedían un lugar en el que vivir mientras rugía el volcán. Una pareja de alemanes cedió su casa, que no era cualquier vivienda.

Cinco meses antes, Viviane y Alonso se habían quedado maravillados ante aquella “casita preciosa”. “Decidimos hacer senderismo, nunca había estado en la zona, me llamó la atención el jardín y la puerta azul, saqué fotos y selfies”, recuerda Viviane. Cuando por fin llegaron a su refugio temporal, no podían creérselo. “Esta es la casita que me llamó la atención”, exclamó la pareja al unísono.

Un mes después del realojamiento, la pareja alemana, les regala la casa. “Es imposible de explicar, es una sensación de estar soñando”. Un final idílico para una historia dramática. Bajo las coladas se perdieron más de 1400 viviendas, y los plazos burocráticos aún siguen ralentizando el proceso de asignación de viviendas provisionales.

Camino por recorrer

En el municipio de El Paso únicamente se han levantado cuatro viviendas de las 36 construcciones de madera o en contenedores previstas. Mientras, en Los Llanos no llega a la decena. Medidas excepcionales hasta que comience la reconstrucción de los focos urbanos sepultados. Un plazo que aún carece de fecha.

En tiempos de guerras, cuando parece que la humanidad ha dejado de ser humana, hay historias que avivan la esperanza. El canto de la resistencia palmera, entre el resonar del timple, retumba más que nunca. “Esa isla mía, que me vio nacer, la llevo en mi alma y no la he de perder”