Una banda sonora para la condena a Ghislaine Maxwell por proporcionar menores a Jeffrey Epstein

Madrid

Nueva Orleans: la ciudad donde nació el jazz, pero mucho más que eso. Los indios nativos la llamaban Bulbancha, que quiere decir “lugar de muchas lenguas”. Así se llama también el libro que Jacobo Rivero acaba de publicar en la editorial Clave Intelectual y que nos descubre todo lo que Nueva Orleans también es más allá de la música. Arrancamos la sección con la Preservation Hall Jazz Band, toda una institución en la ciudad, para hablar de unos de sus ilustres vecinos, al que hoy versiona el amigo.

Willy DeVille se mudó allí en los años 90 atraído por la música criolla y por el pasado francés de la ciudad. El amigo versiona “Spanish Troll” y nos cuenta que DeVille estuvo nominado a los Oscar con la canción de la película “La Princesa Prometida”. Por culpa de “Dirty Dancing” se quedó con las ganas del tradicional discurso de agradecimiento. Por ahí llegamos a la noticia de la semana.

El nombre más repetido en la historia de esos discursos es el del productor Harvey Weinstein, ahora en prisión por varios casos de abusos sexuales. Durante algunos años Weinstein fue amigo de Jeffrey Epstein, el magnate que también fue acusado de abusos sexuales a menores y murió en prisión a la espera de juicio. Esta semana ha sido condenada a 20 años de prisión la que fue su novia, Ghislaine Maxwell, por contactar, engañar y proporcionar menores al que era su pareja.

El amigo también mencionaba que la cantante favorita de DeVille era Edith Piaff. Tal era su vínculo con Francia que la noticia de su muerte, en agosto de 2009, nos llegó a través de la empresa que organizaba sus giras por aquel país: “Willy DeVille se fue esta noche al lado de Edith Piaf, Johnny Thunders  y Jack Nitzsche”. Nitzsche, además de ser el productor que le descubrió y grabó su primer disco, compuso algunas grandes canciones como el Needles and Pins con el que hoy cerramos. La versión en directo de Tom Petty acompañado de Stevie Nicks de Fleetwood Mac es una auténtica joya