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La Compañía Nacional de Danza vuelve para emocionar en tiempos complicados

tres piezas: 'Grosse Fuge' de Hans van Manen, 'Polyphonia', de Christopher Wheeldon y 'Concerto DSCH' de Alexei Ratmansky bajo la dirección de Joaquín de Luz

Coreografía: Alexei Ratmansky Música: Dmitri Shostakovich - Concerto No. 2 in F Major, Op. 102 (1957) Editor original: Musikverlag Hans Sikorski, Hamburgo Figurines: Holly Hynes Diseño de iluminación: Mark Stanley Asistente al coreógrafo: Tatiana Ratmansky Maestros repetidores: Ema Jovanovich, Joan Boada, Joaquín De Luz / Alba Muriel

Vuelve la Compañía Nacional de Danza al Teatro de la Zarzuela. Lo hace en plena temporada de verano y con un programa triple, un espectáculo que integra tres piezas. Son Grosse Fuge del holandés Hans van Manen, Polyphonia, de Christopher Wheeldon y Concerto DSCH de Alexei Ratmansky. Por cierto, que en esta última bailará Joquín de Luz, el director de la compañía.

Las funciones arrancan este jueves 7 de julio y estarán diez días. "Uun recorrido en el tiempo de tres maestros del repertorio neoclásico mundial", ha explicado Joaquín de Luz. "Siempre que preparo un programa lo primero que pienso es que musicalmente tenga coherencia", añadía De Luz, que ha calificado esta esepctáculo de algo muy especial y emocional. "Se trata de mover hay musicalidad, la fuerza, que es lo que quiero transmitir al público en estos tiempos turbulentos".

Las tres piezas las interpretará la Orquesta de la Comunidad de Madrid, dirigida por Manuel Coves, quien ha destacado la complejidad musical y ha resaltado el trabajo del pianista Mario Prisuelos. Grosse Fuge es un espectáculo lleno de sensualidad, la relación de cuatro parejas, a partir del Cuarteto para cuerda en sol menor de Beethoven, una pieza del compositor. "Lo tacharon de loco, de incomprensible porque con esa obra rompió la estructura y la armonía", indicaba Manuel Coves.

La segunda pieza es Polyphonia. Estamos ante un ballet coreografiado por Christopher Wheeldon, con el que ganó el premio Laurence Oliver y que cuenta con música de György Ligeti. No tiene argumento y en su día lo describió como romántico con giros cómicos. Lauren Lovette, hasta octubre pasado bailarina principal del New York City Ballet y actualmente primera coreógrafa residente en la historia de la Paul Taylor Dance Company, ha sido invitada para bailar esta pieza.

El último título, Concerto DSCH, del compositor Dmtri Shostakovich, Alexei Ratmansky presenta una simbiosis entre música y danza. "Fui parte del elenco original, ya la estrenamos en el Real en 2020 y ahora es un placer completar el programa y cerrar con este broche de oro", reconocía de Luz que bailará en esta función los días 9, 15 y 16 de julio. "Es un honor estar invitado por Joaquín, es un monstruo", ha reseñado Ratmansky sobre el director con el que ya había trabajado en el New York City Ballet.

El coreógrafo nacido en Rusia, pero de origen ucraniano -su familia continúa en Kiev-, no ha evitado referirse a la guerra y ha pedido disculpas, en un "momento tan difícil", por crear la mayoría de sus ballets a partir de la música de compositores rusos que crearon en un momento de "esplendor del imperio ruso que, sin embargo, ahora me siento herido como ciudadano de Ucrania". "A pesar de su compromiso con la paz, subraya que no puede culpar a los compositores rusos "por los crímenes de Putin y cerrar los ojos a su cultura". Ratmansky, con su pin de Ucrania, ha dado las gracias a Joaquín de Luz por acoger a bailarinas ucranianas.

"El arte puede paliar el dolor, pero a la vez, poniéndolo en perspectiva, es difícil crear cuando estamos en una zona de confort y una zona segura y no estamos oyendo las sirenas como mucha gente hace, incluida mi familia", reconocía el coreógrafo muy afectado por la situación política actual. "Lo que importa es una ayuda tangible, mandar armas a ucrania para que puedan defenderse. Como artista uno hace lo que puede. Hemos hecho galas para recaudar dinero, pero la realidad es mucho más complejo que decir el arte cura", añadía.

Joaquín de Luz ha vuelto a hacer hincapié en que la danza en España no está apoyada suficientemente y necesita un teatro estable. "Hay muchísimo talento y estamos nutriendo las compañías de todo el mundo con bailarines españoles. Es algo que me duele personalmente, porque yo me tuve que ir", recurda. "Las reivindicaciones son las de siempre, que se apoye a la danza, que se vea como algo profesional. Necesitamos un teatro, la danza necesita un teatro, para que las dos compañías tengan permanencia de público y actividad. Luego apoyo con mayúsculas. No entiendo por qué no hay compañías autonómicas. Ha ido todo a peor. El apoyo no está a la altura de nuestro talento. Parecemos quejicas, pero es la verdad".

Pepa Blanes

Pepa Blanes

Es jefa de Cultura de la Cadena SER. Licenciada en Periodismo por la UCM y Máster en Análisis Sociocultural...

 
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