Pobres no os van a faltar

Madrid

La empresa Vicks VapoRub ha tenido que renunciar a su última campaña publicitaria, que era una obra maestra. Nada menos que reproducir una choza de andinos pobres en un centro comercial de Lima; que, además, no tenía pérdida: el chamizo estaba al final de la piscina, o pileta. Tan noble iniciativa se proponía que, entre dos compras, los que viven bien conocieran la pobreza extrema y el frío bajo cero durante un momentín, y que soltaran una pasta caritativa. Pero los aguafiestas de las redes sociales, escandalizados, se han cargado el invento.

La verdad, no sé a qué viene tanto alboroto. Soy muy aficionada a la publicidad, porque sabe interpretar mejor que muchos analistas el espíritu de una época. La publicidad va por delante, respondiendo a los miedos ocultos y a los deseos latentes, confesables o no, de la clientela. Así es como existen anuncios que asustan para luego ofrecer seguridad, y los hay tan animosos que casi te paralizan.

Pena me dan esos peruanos, y puede que hasta algún turista, que habrían podido disfrutar de una satisfactoria experiencia de frío extremo de quita y pon, que sería la versión contemporánea, en color y en relieve, de aquel sentar un pobre a la mesa que los ricos ejercían por Navidad, y que tan bien reflejó Berlanga en su Plácido. Desde aquí, Vicks VapoRub, os saludo. Pedazo de pioneros. Esperad al metaverso, y veréis cuánta demanda de experiencias escalofriantes. Y no os preocupéis por los pobres. Que esos no os van a faltar.