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Rod Steiger: el Van Gogh de los actores

Se cumplen 20 años del fallecimiento del atormentado actor que ganó el Oscar por En el calor de la noche.

Rod Steiger

Una infancia difícil y la Segunda Guerra Mundial marcaron el destino de Rod Steiger. A los cinco años fue abusado sexualmente por un pedófilo que le atrajo con una colección de mariposas. Nunca conoció a su padre, que le abandonó al poco de nacer y su madre era una alcohólica a la que tenía que ir recogiendo de bar en bar. “Los chicos del barrio se reían de los Steiger y eso me hizo jurar que algún día haría algo tan bueno que nadie se volvería a reír cuando escuchara el nombre de Steiger. Creo que eso es lo que me ha guiado toda la vida. La necesidad de ser respetado”, recordaba en una entrevista.

A los 17 años se alistó en la marina. Pasó la Segunda Guerra Mundial a bordo de un destructor en el Pacífico y participó en las batallas de Iwo Jima y Guadalcanal. Al licenciarse se acogió a una beca que el Estado ofrecía a los soldados que volvían del frente y se matriculó en un curso de arte dramático donde descubrió su vocación. De ahí pasó al famoso Actor’s Studio donde aprendió el Método que sería la base de su técnica de actuación. “Actuar para mí es explorar la vida delante de un público y no es algo fácil porque a veces tienes que ir muy lejos dentro de ti. ¿Qué es lo que te doy como actor?, te doy un recuerdo y ese recuerdo pasará a formar parte de tu cerebro y de tu forma de pensar, lo cual no es un mal regalo”, explicaba.

Rod Steiger en los últimos años de su carrera

Rod Steiger en los últimos años de su carrera

Sus primeros trabajos profesionales los hizo en la televisión a comienzos de los años 50, donde tuvo un gran éxito con Marty, el mismo personaje con el que un par de años después Ernest Borgnine ganaría el Oscar gracias a la versión cinematográfica. A Rod Steiger le propusieron hacer también la película, pero no aceptó porque le obligaban a firmar un contrato de siete años con el estudio. Sin embargo, poco después, Elia Kazan le daría su gran oportunidad en el cine al ofrecerle el papel de hermano mayor de Marlon Brando en la película La ley del silencio. Una interpretación por la que fue nominado al Oscar como mejor actor secundario.

La película tiene varios momentos inolvidables, pero sobre todo destaca la escena en la que los dos hermanos hablan en el asiento trasero de un coche. Rod Steiger intenta convencer a Brando para que no traicione a la banda mientras que éste le reprocha haber arruinado su carrera de boxeador. La secuencia dura más de cuatro minutos y está considerada una de las grandes escenas de la historia de la interpretación. Sin embargo Rod Steiger no guardaba buen recuerdo de ella por culpa de Brando. “Cuando Brando hacía sus primeros planos yo estaba fuera de cámara dándole la réplica. Cuando trabajas con otro actor en una escena es fundamental estar ahí, aunque no se te vea, porque actuar es reaccionar y dar la réplica ayuda mucho al otro. Pero él se largaba a casa cuando llegaba el momento de mis primeros planos. Y eso nunca lo olvidé. No puedo entender que un hombre de su talento actuara así“, decía.

Ya desde La ley del silencio, Steiger dejó claro su estilo. El personaje que más admiraba era Van Gogh y no es extraño porque en cierta forma él era el Van Gogh de los actores: un intérprete enormemente expresivo, muchas veces al borde del histrionismo. Iracundo pero a la vez mostrando una gran angustia interior. Steiger no era atractivo. Era un hombre corpulento, de facciones duras y mirada feroz y sus estallidos de violencia le hacían ideal para los papeles de malvado. Por ejemplo, el que interpretó en el musical Oklahoma. “Me encantó hacerla pero a la vez me aterraba porque tenía que cantar con mi propia voz. Yo había estudiado algo de ópera antes de ser actor y tenía buena voz pero nunca supe seguir una melodía porque no tengo oído para la música. Por eso me hice actor. Y cuando no interpretaba a villanos se metía en la piel de personajes de carácter fuerte, a menudo volátiles y enloquecidos como el veterano confederado que se niega a aceptar la derrota del Sur en el western Yuma.

A lo largo de los años 50 y 60 Steiger dejó grandes interpretaciones en películas como La podadora, Más dura será la caída, El sargento o Doctor Zhivago, donde daba vida al cínico Komarovski. Pero su mayor éxito como intérprete lo logró con En el calor de la noche de Norman Jewison, película por la que ganó el Oscar al mejor actor en 1967. En ella daba vida a un sheriff racista del sur de los Estados Unidos que debe cooperar con Sidney Poitier, un detective negro.

Su intensidad como intérprete también le permitió encarnar de forma muy convincente a personajes históricos. Fue Napoleón en Waterloo, Al Capone en la película del mismo título, Poncio Pilatos en Jesús de Nazareth o el dictador italiano Mussolini en dos películas: Mussolini, último acto y El léon del desierto.El único personaje que no quiso interpretar fue el de Patton, papel para el que había sido elegido, pero que, al rechazarlo, fue a parar a George C. Scott que ganó el Oscar gracias a él. Leí el guion de Patton y monté una escena grandiosa arrojando las hojas al aire por toda la habitación: “¡No glorificaré la guerra!¡No lo haré!” Menudo capullo idiota que era. Fue el error más grande de mi vida”, rememoraba.

En cuanto a la mejor interpretación de su carrera Steiger lo tenía claro. La que realizó en El prestamista, película dirigida en 1964 por Sidney Lumet. “Porque fue uno de los más difíciles. Es un hombre que se siente culpable porque su familia murió en el holocausto judío mientras que él se salvó y por eso decide que no quiere formar parte de la sociedad. Está aislado. Así que corté un tercio de mis diálogos. Si no quiero formar parte de la sociedad no tengo ni siquiera que hablar con la gente. Por eso cuando alguien viene a empeñar algo ni le miro. Solo digo: dos dólares. Sin discusiones, porque ese hombre no quiere formar parte de nada”, argumentaba.

En los años 70 comenzó su declive profesional propiciado en buena parte por problemas de salud mental. Los fantasmas de su infancia y de la guerra le pasaban factura. “Lo que pasó es que caí en una depresión clínica durante casi diez años. Así que no pude trabajar mucho ese tiempo. Solo salir de la cama ya era difícil para mí y si no hubiera sido por mi mujer que me obligaba a hacerlo habría estado todo el día del baño a la cama y de la cama al baño sin salir de la habitación”, recordaba.

La depresión, aunque controlada con medicación, le acompañaría hasta el final de su vida y a ella se unieron también los problemas cardiacos. No obstante Steiger seguía trabajando. Le vimos por ejemplo haciendo de sacerdote perturbado en Terror en Amityville. Los años 80 fue su peor década, participando en películas de muy baja calidad. Los personajes protagonistas se acabaron para él. “Eran basura, pero tenía que pagar las facturas. Ya sabes, el pan antes que la filosofía”, reconocía. En la década de los 90 se convirtió en secundario de lujo para películas de todo tipo. Por ejemplo, hizo de militar desaforado que quería bombardear con armas atómicas a los marcianos de Marte ataca o de juez en Huracán Carter y en Locos en Alabama, la película que dirigió Antonio Banderas. Su última película la rodó pocos meses antes de su muerte. Fue Última jugada, un film ambientado en el mundo del billar. Para entonces Steiger estaba ya cansado y enfermo. En una de sus últimas entrevistas explicaba cómo le gustaría morir: “Caer muerto delante de la cámara o en el escenario. Tengo miedo a la muerte pero solo porque no sabes cuándo será ni en qué forma. Todos queremos que sea dulce, rápida e inmediata. Como el final de un buen poema: Bang, hecho, terminado”.

Rod Steiger falleció el 9 de julio de 2002 como consecuencia de un fallo renal. Tenía 77 años y más de 90 películas a sus espaldas que han dejado testimonio del que fue sin duda uno de los grandes actores de la historia del cine.

 
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