Ni engaños ni trapacerías
Los directivos de los bancos llevan tiempo repitiendo que sus empresas están dispuestas a responder a las demandas legítimas de su entorno. Esta sería una u ocasión de demostrarlo

Diferentes sucursales bancarias en una calle.

Madrid
Una de las razones que esgrime el Partido Popular para cuestionar el impuesto especial a las grandes empresas de energía y a las grandes compañías financieras, anunciado por el presidente del Gobierno en el debate del estado de la nación, es que pueden terminar repercutiendo esos impuestos en los recibos y en más comisiones para los consumidores y clientes. Es pensar muy mal de esas empresas.

¿Por qué no pueden cumplir con lo que decida el Congreso, sin buscar engaños ni trapacerías? ¿Por qué los directivos de esos bancos no pueden explicar a sus accionistas que todo el país va a hacer un esfuerzo y que no está bien sacar demasiada ventaja de las desgracias de los demás? Además, tanto las eléctricas como la banca tienen en España, por circunstancias bien justificadas, una pésima reputación y esta podría ser, incluso, una ocasión para intentar remediarlo.
Los directivos de los bancos llevan tiempo repitiendo que sus empresas están dispuestas a responder a las demandas legítimas de su entorno, que asumen compromisos con las sociedades en las que están presentes y que lo hacen tanto por convicción como por propio interés. Esta sería una u ocasión de demostrarlo, acatando disciplinadamente la voluntad del Parlamento y en todo caso, si intentan hacer pagar a los demás lo que les corresponde a ellos, lo lógico sería extremar la vigilancia y buscar la manera de aplicar un castigo ejemplar.

Soledad Gallego-Díaz
Es periodista, exdirectora del periódico 'EL PAÍS'. Actualmente firma columnas en este diario y publica...




