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Migrantes indígenas: los invisibilizados en el tráiler de San Antonio

Quienes migran hacia Estados Unidos viven en sus rutas dificultades añadidas por pertenecer a comunidades indígenas, al igual que dentro de sus propios países de origen

Migrantes indígenas en el tráiler abandonado en San Antonio. El bienestar en los países nórdicos

Madrid

El 27 de junio fue encontrado un tráiler con 53 migrantes sin vida en medio de una carretera en San Antonio, Texas. Murieron hacinados en un vehículo en el que no llevaban agua, ventilación o aire acondicionado para sobrellevar el camino hacia Estados Unidos. Provenían mayoritariamente de México, pero también había personas que salieron desde Guatemala, Honduras y El Salvador buscando unas condiciones de vida mejores a las que tenían en sus países de origen. Una parte de estas personas, además, pertenecía a comunidades indígenas, lo cual fue un factor que dificultó la repatriación de sus cuerpos por la falta de entendimiento entre sus familiares y las instituciones gubernamentales encargadas de estos procesos consulares.

La frontera terrestre más grande del mundo es la que une a México con Estados Unidos. Tiene 3,152 km de longitud. También es la que tiene mayor flujo de personas de forma regular e irregular. Cruzando a pie el desierto y el Río Bravo, ocultas en vehículos, las personas que migran desde países latinoamericanos hacia Estados Unidos se enfrentan a altas temperaturas, hambruna, persecuciones por parte de autoridades fronterizas, narcotraficantes, "polleros" y "coyotes" (términos coloquiales para referirse a quienes cruzan a otras personas por la frontera). Pero además, las personas indígenas se encuentran con la dificultad añadida de que se vulneran, entre otros derechos fundamentales, sus derechos lingüísticos a la hora de acceder a información sobre su situación, al solicitar ayuda a sus consulados y en el respeto de sus propias formas organizativas, reconocidas en la 'Declaración de las Naciones Unidas sobre los derechos de los pueblos indígenas'.

Luis López Resendiz, perteneciente al pueblo ñuú savi (como se nombran a sí mismos los también llamados mixtecos), viajó de Los Ángeles a San Antonio para prestar su ayuda durante dos semanas en el proceso de repatriación de los migrantes mexicanos y guatemaltecos fallecidos en el tráiler que pertenecían a pueblos indígenas. López Reséndiz hizo este trabajo como miembro de la organización no gubernamental Comunidades Indígenas en Liderazgo (CIELO), que surgió en Estados Unidos para atender y visibilizar a los pueblos indígenas que allí se encuentran. CIELO funciona como puente de comunicación entre migrantes indígenas, estancias gubernamentales estadounidenses y de sus respectivos países de origen.

Como intérpretes culturales y lingüísticos, en CIELO han prestado ayuda en situaciones previas a la que sucedió en San Antonio. “Aún no hay un protocolo de los países latinoamericanos para trabajar con los pueblos indígenas en Estados Unidos o en Europa”, expone López Resendiz ante la repetición de dificultades cada vez que tienen que realizar un proceso de repatriación, pero también al solicitar información sobre servicios de salud, educación, expedición de documentos, etc. “Las comunidades indígenas sufren una discriminación por ser indígenas” en sus países de origen, que se ve replicada una vez se encuentran Estados Unidos. Por un lado, al vulnerar su derecho a recibir información en una lengua que ellos comprendan, encadenando la vulneración de otros derechos fundamentales. Suele asumirse que todos los migrantes latinoamericanos hablan español, pero esto no es así. En el caso de México, se reconocen 68 lenguas indígenas, mientras que en Guatemala esta estimación es de 25 idiomas, lo cual supone tener intérpretes que se manejen bien en estas lenguas, además del español y el inglés.

Cuando las familias de los migrantes supieron que sus seres queridos tendrían que volver sin vida a sus países de origen, además de ponerse en contacto con sus respectivos consulados para repatriar los cuerpos, contactaron con CIELO. Aunque la organización tiene un origen en Estados Unidos, quienes la componen a su vez tienen vínculos con sus países y comunidades de origen. López Reséndiz siente que, no solo en el caso de los migrantes fallecidos en San Antonio, lo más complicado es la falta de comunicación y sensibilidad en un momento tan doloroso para las personas que han perdido a sus familiares en situaciones tan inhumanas de viaje al norte.

La frontera más difícil de cruzar

Desde CIELO han notado cómo va en aumento la migración indígena debido a que "están de moda los megaproyectos" en zonas altamente ricas en bienes naturales. Según la FAO, más del 80% de la superficie en la que viven los pueblos indígenas está cubierta de bosques. La minería, la extracción de agua, la construcción de transportes que atraviesan y dañan los territorios en donde viven es responsabilidad de la permisividad por parte de los gobiernos latinoamericanos a empresas estadounidenses, canadienses, europeas y rusas, cuyas actividades incrementan el desplazamiento de quienes viven allí.

La militarización en la frontera también ha ocasionado que quienes migran lo hagan en condiciones más violentas. Las rutas por las que se mueven los migrantes han cambiado, yendo por zonas más peligrosas para no ser detenidos en el intento de cruce. CIELO y otras organizaciones con las que trabajan muchas veces no pueden siquiera repatriar a personas migrantes porque los cuerpos no son localizados, pues se pierden en zonas más complicadas para transitar, imposibilitando llegar hasta ellos.

“La frontera entre México y Estados Unidos no es la frontera más difícil de cruzar. Son las fronteras de las desigualdades, de la discriminación, del racismo”, resume López Resendiz cuando se le pregunta sobre el viaje que realizan las personas indígenas hacia Estados Unidos.

Fernanda Fernández

Redactora y productora en 'A vivir que son dos...