"Mi madre me llamaba a veces como a mi personaje": dos 'exfamosos' reflexionan sobre cómo la fama les cambió la vida
Marina Fernández habla sobre el peso de la fama con los actores Sara Brasal y Antonio Zabalburu, conocidos por sus papeles en 'Los Serrano' y 'Hospital Central'
Madrid
¿Quién no ha soñado alguna vez con alcanzar la fama? Llenar estadios o auditorios, recoger un premio y poder dar un discurso para agradecerlo, aparecer en las portadas, sentirse un referente para millones de personas en todo el mundo... Una sensación que muchos anhelan, que otorga privilegios, pero que, a la vez, viene acompañada de muchos sacrificios en los que no pensamos cuando envidiamos la vida de una estrella de cine o de una supermodelo. Pero, la fama, en realidad, puede ser un viaje de ida y vuelta. En Hora 25, con Marina Fernández, hemos reflexionado sobre ello, sobre esta aspiración y esta realidad poliédrica con personas que han hecho ese viaje, que han tocado la fama, que han visto sus vidas patas arriba y que, de repente, casi de un día para otro, han vuelto a ser como todos los demás y han podido volver a pasear por la calle prácticamente sin que les reconozcan.
La 'cara' B de la fama
Sara Brasal y su Yoli en 'Los Serrano'
La vida de Sara Brasal (30 años) cambió cuando, con solo 10 años, comenzó a ponerse en la piel de Yoli Bellido, la eterna mejor amiga de Teté en la serie española 'Los Serrano'. Se convirtió así es uno de caras más reconocidas de la ficción en nuestro país. Cuenta Brasal que, cuando empezó, sentía que estaba "jugando", que no lo consideraba un trabajo. "Luego sí que se convirtió en mi profesión. Fue entonces cuando vas entendiendo un poco todo el trabajo que conlleva, y también sus sacrificios", explica.
¿Pero cómo afecta la fama cuando a penas tienes 10 años? Cuenta Brasal que fue "un momento de novedad", en el que conservaba a sus amigos de siempre y seguía yendo cada día al colegio. "Venía de que me hicieran un poco de bullying y, entonces de repente, la chica que se metía conmigo se quería convertir en mi mejor amiga. Era fan de la serie, pero no era mi fan", recuerda.
"Hay niños que no habían nacido cuando se emitió la serie y que me llaman Yoli cuando me ven por la calle"
Aunque también había cosas negativas en esa fama porque la gente, dice Brasal, se confundía mucho con el personaje: "Como Yoli era vulnerable, la gente se pensaba que podía hacer conmigo lo que quisiera. Un día una señora iba con su hija en el metro y dijo que era muy fea. Yo estaba sentada a su lado. ¿Cómo puedes opinar de algo así, tan negativo, si encima estaba sentada a su lado?"
Cuando terminó 'Los Serrano', en 2008, Sara tenía 16 años y todavía seguía en el instituto. Decidió seguir estudiando y haciendo teatro. "Mi agencia se dividió, me quedé en tierra de nadie y yo quería seguir formándome porque me gustaba mucho el cine, me gustaba este ambiente y entonces hice un máster en dirección y empecé a trabajar detrás de las cámaras", relata, aunque, confiesa, sigue "echando de menos" algunas cosas de la interpretación. "Era mi terapia personal. Voy al teatro y suelto todo lo negativo a través del personaje y salgo renovada. Entonces hay veces que veo escenas y me da un poco de envidia, pero con un par de réplicas y unas pasadas de texto se me quita un poco el mono.
Aunque han pasado más de 10 años desde que Brasal dejara de interpretar a Yoli, la joven cuenta que, hoy en día, hay niños que no habían nacido cuando se emitió la serie, que la llaman Yoli cuando la ven por la calle.
Antonio Zabalburu y eterno doctor Javier Sotomayor
La recordadísima serie 'Hospital Central' acompañó a millones de españoles cada semana durante más de 12 años. Cientos de personajes aparecieron por en la ficción, pero muy pocos lograron mantenerse de principio a fin. Uno de ellos fue el doctor Javier Sotomayor, al que dio vida Antonio Zabulburu (48 años). Cuenta que en su caso la fama no fue instantánea, que no fue hasta el año 2006 -la serie se estrenó en el año 2000- cuando consiguieron que la serie se estabilizara. Fue entonces cuando los fans empezaron a conectar y, con ello, llego la fama. Un proceso en el que muchas veces se mezcla a la persona y al personaje: "Mi madre me llamaba a veces Javier Sotomayor, como mi personaje. También me ha pasado incluso con algunos amigos. La gente está habituada a hablar de nosotros en el salón de su casa, sin que nosotros podemos escucharles porque estamos dentro de la caja".
"Mi madre me llamaba a veces como a mi personaje"
Y, después de 20 años de carrera, de cine, televisión o teatro, Antonio sintió un "empacho de ficción". Explica que necesitaba "conectar" con otra cosa, "parar", incluso sin saber qué pasaría después. Entonces llegó la su mujer, su familia, sus hijos, y conectó con su otro ser. Se mudó a la Costa Dorada y desde allí se dedica, de pleno, al sector inmobiliario. "Ahora mismo estoy completamente desenfocado de mi vida anterior", cuenta, por lo que a veces tiene la sensación de haber vivido "dos vidas". Cuando dejó la actuación, Zabalburu no se imaginaba todo lo que le había dado esa primera vida: "Hablo de técnica actoral, de herramientas que utilizamos los actores para estar encima de un escenario. Es algo que ahora utilizo en materia de compra venta, que me ha ayudado a construir un personaje a la hora de conectar con nuestros clientes".
La fiebre de la nostalgia
En un momento tan marcado por la nostalgia, por la vuelta de series históricas de la ficción española, Zabalburu y Brasal mantienen diferentes perspectivas. Brasal no dudaría ni un segundo en volverse a poner en la piel de Yoli para un reencuentro de 'Los Serrano': "Me encantaría. Sobre todo por ver otra vez a mis compañeros, que hay muchos que hace más de 15 años que no veo. El año que viene, en 2023, hacemos 20 años y están los fans por ahí diciendo muchas cosas, pero yo oficialmente no tengo noticias".
Zablburu se muestra más dubitativo: "Estoy muy desconectado. Ahora mismo estoy tan involucrado en esta nueva dirección que apenas tengo tiempo. Además, no conservo el veneno aquel que todo actor tiene para no dejarlo y al menos estar ahí, con ese deseo de tengo que hacer, tengo que subir a un escenario".
El impacto psicológico de la fama
La psicóloga Amparo Calandín explica que la llegada de la fama repentina se gestiona como cualquier otro cambio brusco que recibimos en nuestra vida: "Es similar a otros cambios repentinos y traumáticos, como una enfermedad o una muerte, aunque en este caso tenga su parte positiva. Solemos pasar entonces por lo que llamamos un trastorno adaptativo en el que se tambalean un poco las cosas tanto para bien como para mal. Y eso, el cómo gestionarlo depende mucho de las herramientas que cada uno tenemos para gestionar nuestras emociones, los cambios en nuestras habilidades que nos puedan ayudar más a llevarlo bien de una forma más saludable o de una forma como con más turbulencias".
Aun así, para la psicóloga no es del todo saludable para nuestra gestión emocional porque se pasa por una serie de vivencias, una serie de incluso un estatus económico que a lo mejor ante el cambio puede ir a peor y eso puede conllevar mucha inestabilidad emocional. "Al final podría compararse con vivir un duelo. Un duelo lo tenemos muy relacionado con la pérdida de un ser querido, pero realmente al perder algo así, tan drástico, pasamos por un duelo", resalta.
Es entonces cuando se genera mucha inestabilidad y al faltar recursos para la gestión de esas emociones la persona no lo sabe afrontar bien, aceptarlo, lo que puede crearle, según Calandín, sepa un trastorno emocional como una depresión o, incluso, peor, o un trastorno de ansiedad. "Hay gente que, después de haber obtenido los beneficios de la fama, prefiere, incluso, no haberla tenido nunca por la inestabilidad que les ha generado en su vida al haber perdido su libertad, el poder hacer las cosas que quieren hacer o, simplemente, por esa falta de intimidad", señala.
Lydia Ramón Espinosa de los Monteros
Graduada en Periodismo por la Universidad de...