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¿En la ventana al sol o en el microondas? Esta es la mejor forma para descongelar la comida en verano y no intoxicarte

La salmonella, la hepatitis A o los norovirus son algunas de las toxiinfecciones más comunes en esta época

Comida congelada / FRED TANNEAU

Comida congelada

Madrid

El verano es propicio para que una intoxicación alimentaria termine arruinando las ansiadas vacaciones por lo que saber cómo mantener la cadena de frío o cómo descongelar una tartera sin caer en la tentación de ponerla en una ventana son esenciales para evitar una colitis y otros males.

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Ahora que se acerca agosto, el mes de verano y descanso por excelencia, y que se multiplican los eventos sociales en los que las comidas tienen un gran protagonismo, el experto en seguridad alimentaria y profesor titular del departamento de Bromatología y Tecnología de los Alimentos de la Universidad de Córdoba, Antonio Valero, aporta en esta entrevista, por cuestionario, una serie de consejos y datos útiles.

"Ante todo, no debemos caer en la tentación de hacerlo fuera del frigorífico, ya que, al ser verano, se descongelará rápido. El riesgo se debe a que la congelación, en sí, no es capaz de destruir los microorganismos aunque es cierto que puede disminuir el nivel de contaminación de un alimento", reconoce el experto.

Por lo tanto, si tenemos un alimento congelado que porta una contaminación elevada y lo descongelamos en verano a temperatura ambiente de forma rápida, lo que producimos es la reactivación o la germinación de esporas presentes en el alimento: es como "resucitar" esos microorganismos que estaban "latentes" en el producto. Además, si el alimento se descongela a temperatura ambiente y está mal envasado puede ser contaminado por vectores como insectos. Por lo tanto, lo suyo es descongelar en el frigorífico o, si tenemos prisa, se puede usar el microondas.

Las toxiinfecciones más comunes en verano

La salmonella es uno de los patógenos con mayor auge porque no solo está en el huevo sino también en embutidos y otros alimentos crudo-curados y en confitería (chocolates, pasteles y postres). Otros patógenos que pueden ser frecuentes son campylobacter o virus como el de la hepatitis A (a través principalmente de alimentos vegetales o pesqueros insuficientemente cocinados), los norovirus (en frutos rojos) y la listeria monocytogenes que es un peligro por su ubicuidad al poder estar presente en cualquier matriz alimentaria.

Otros menos relevantes son algunas cepas de E. coli (carne picada y vegetales); estafilococo áureo (en productos de confitería, carnes y quesos); microorganismos esporulados como bacillus en alimentos cocinados a base de pasta y arroces o el clostridium botulinum en conservas.

 
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