¿Esto quién lo paga?

Madrid

Tuvimos cierto debate en la tertulia del miércoles porque todo eran malas noticias, y parece que ni siquiera en verano podamos tener un respiro. Lo malo cansa, claro, y hay quien se aprovecha porque nos prefiere desinteresados. Desinformados. Es verdad: están la inflación y los tipos de interés y los recortes del gas y la guerra por supuesto y los augurios del otoño que ha de venir

Es verdad: es un momento difícil. Algunos nos dicen: "Dais malas noticias y eso crea un clima". Damos las noticias que hay y nos toca darlas sin llamar al catastrofismo, pero tampoco con maquillajes. Somos ya todos mayorcitos.

Lo que toca es conjurarse contra el cansancio. Ahora es cuando hace falta cierta militancia de la atención, porque siempre pasan cosas cuando dejamos de mirar. Cosas a nuestros bolsillos y derechos. Toca preguntarse cómo se van a repartir los sacrificios y cómo aumenta la riqueza de los que más tienen -lo dijo ayer el Banco de España- y qué argumentos dan las eléctricas o los bancos contra el impuesto que se presenta justo cuando estamos conociendo lo que han ganado.

Si cansa el qué, que no nos canse el cómo ni el porqué. Es el momento de las preguntas, del esto quién paga, del y qué pasa con la desigualdad... Si dejamos de mirar otros no van a dejar de hacerlo. El estado de ánimo o el hartazgo es personal y subjetivo, pero la realidad no son las noticias: la realidad son los precios, la hipoteca y los recortes. Y la realidad, como el poder, precisa de alguien que pregunte y que vigile. La comodidad es un lugar confortable desde el que se han defendido pocos derechos.