"Las sucesivas olas de calor han disuadido a los donantes": el llamamiento de los bancos de sangre para afrontar la reactivación hospitalaria en septiembre

Madrid

Verano, Navidad o Semana Santa. Son fechas marcadas en el calendario de todo trabajador. También en los bancos de sangre. Frente a la felicidad de las vacaciones se encuentra el drama de las donaciones. Especialmente en julio y agosto, son periodos en los que bajan las reservas de hemoderivados, productos esenciales para salvar vidas.

El déficit de donaciones no es una realidad puntual, todo lo contrario, se expande por toda la geografía nacional. Por ejemplo, durante la primera quincena de julio, el Centro de Transfusión de la Comunidad de Madrid ha notificado 2.000 donaciones menos que en el mismo periodo de 2021. O lo que es igual, "un descenso más marcado que en otros años".

Luisa Barea, directora gerente del centro madrileño, señala que este periodo "coincide con los desplazamientos", pero este año hay otros condicionantes que han situado sus reservas en el 65%. "Las sucesivas olas de calor han disuadido a los donantes, también la séptima ola de la covid que les ha obligado a mantener cuarentena tras los síntomas", explica.

El riesgo de mantener estas cifras puede materializarse en septiembre, cuando la actividad hospitalaria vuelve al ritmo habitual. Hay operaciones de riesgo que requieren de gran cantidad de bolsas de sangre, hasta una veintena. En el caso de un parto de riesgo, puede ascender hasta las 15. Por ello, desde los centros lanzan campañas para captar a cualquier donante.

Plasma, glóbulos rojos y plaquetas

"Necesitamos sangre de todo tipo", explica Barea, aunque el tipo que más se ansía es el 0 positivo. Además de las operaciones, están los enfermos en tratamiento. En el caso de trasplantes, los pacientes necesitan aquellos hemoderivados que no son capaces de producir por sí mismos. Además, a partir del plasma se fabrican fármacos para los inmunodeficientes.

Otro de los condicionantes es la caducidad de la sangre. En el caso de los glóbulos rojos, conservados a una temperatura óptima, duran hasta 42 días. No así con las plaquetas que, por ejemplo, requieren enfermos de leucemia. En este caso tan solo aguantan 5 días conservados a 22º C. Por su parte, el plasma puede estar hasta 3 años congelado.

En cuanto a los donantes, gran parte de las reservas dependen de los más fieles, que suponen hasta un 80% de la sangre. Por ello, las campañas se lanzan, especialmente, a los donantes primerizos. Y es que, como solución, Barea plantea que con donar dos veces al año, el sistema podría mantenerse.

Proceso corto e indoloro

Aunque el debate social plantea la posibilidad de retribución, la normativa lo impide y tampoco es una cuestión ética. "La donación es altruista y voluntaria, no está contemplada la retribución para los donantes, dependemos de la voluntad y del querer ayudar".

Asimismo, Barea recuerda que es un proceso indoloro, que dura, como máximo 20 minutos, y en el que se cumple el principio de máxima precaución. “Se hace un chequeo y una analítica que calcula los niveles de hemoglobina, donan quienes tienen reservas suficientes de sangre”. En este grupo se encuentran los adultos entre 18 y 65 años con un peso superior a 50 kg.