Ciencia y tecnología | Actualidad

Pensar mucho cansa y el glutamato podría ser el culpable de ello

Un experimento reciente ha demostrado que realizar tareas mentales complejas conlleva una mayor producción de esta molécula, que se vuelve neurotóxica cuando se acumula en exceso

Pensar cansa y el glutamato puede ser el culpable de ello. / filadendron

Madrid

No es un secreto que las tareas mentales implican también un desgaste físico o, al menos, una molesta sensación de cansancio o hastío. De ahí que se repita con frecuencia aquello de que "pensar mucho cansa". Pero, ¿por qué?

Más información

Esta es la pregunta que se han formulado un grupo de investigadores de distintas universidades francesas. Estos estudiosos han llegado a la conclusión de que aquellas actividades mentales que requieren mayores esfuerzos propician una acumulación excesiva de una serie de moléculas que, si bien son necesarias para el correcto funcionamiento del cerebro, resultan neurotóxicas cuando se producen de más.

Así, explican estos estudiosos galos, la sobreabundancia de dichas moléculas haría que el cerebro diese la orden de interrumpir la actividad causante de esa sensación de fatiga y agotamiento.

No obstante, los resultados de este estudio, publicados en la revista científica 'Current Biology' y recogidos por El País son considerados únicamente como una sugerente hipótesis aún por constatar a ojos de otros neurocientíficos.

Mayor esfuerzo mental, mayor fatiga

Esta hipótesis es fruto de un experimento del que participaron un total de 50 personas. Los científicos dividieron a los participantes en dos grupos: ambos realizaron distintas tareas durante el equivalente a una jornada laboral media en Francia (6,5 horas), pero con niveles de complejidad distintos.

Uno de estos dos equipos fue sometido a mayores exigencias, teniendo que recordar series con distintos números, letras minúsculas y mayúsculas y elementos de color mientras para el segundo grupo las demandas eran menores.

Durante el transcurso del experimento los estudiosos no solo prestaron atención a la evolución física de los participantes por fuera, sino que observaron también los cambios producidos a nivel interno, en el cerebro de los participantes.

Al concluir estas pruebas, los autores del estudio identificaron diferencias notables entre ambos grupos, percibiendo mayores signos de fatiga en el grupo que había sometido a un esfuerzo mental más intenso.

El momento en que el cerebro dice que está cansado

Además del cansancio evidente, se apreció otro patrón de comportamiento repetido entre los miembros de este mismo grupo: a medida que avanzaban las horas de trabajo, las personas que afrontaban tareas más complejas comenzaron a reclamar una mayor inmediatez de sus recompensas.

Sin embargo, lo novedoso de esta investigación no reside en las manifestaciones externas de este esfuerzo, sino en las alteraciones que tuvieron lugar en el interior de la cabeza.

Los miembros de este grupo presentaron mayores niveles de una molécula, el glutamato, en las sinapsis (la conexión electroquímica entre las terminaciones nerviosas) encargada del control cognitivo, la de la corteza prefrontal lateral.

"El glutamato -explica Antonius Wiehler, investigador del Instituto del Cerebro de París y coautor de este estudio- es el principal neurotransmisor excitatorio del cerebro, implicado en muchas regiones y en su funcionamiento regular. El trabajo continuo en tareas que requieren un alto nivel de control cognitivo conducen a un aumento en la difusión (movimiento espontáneo de moléculas)".

"Las moléculas de glutamato se liberan en el breve espacio que hay entre el final de una neurona y el inicio de otra, la hendidura sináptica, donde se produce el intercambio de información, siendo esencial en el proceso", explica Wiehler, añadiendo que es entonces cuando "la actividad cerebral en esta región se regula a la baja para evitar una mayor acumulación de glutamato".

Ese es el preciso instante en el que nuestro cerebro nos dice que está agotado.

El exceso glutamato dificulta el control cognitivo

Los científicos encargados de este estudio sostienen estos índices más elevados de glutamato en combinación con los restantes cambios identificados, refuerzan la teoría de que una mayor acumulación de esta molécula propicia que el control cognitivo resulte más complicado tras una jornada de intenso trabajo mental, pues la activación adicional de la corteza prefrontal se torna más costosa.

Esta propuesta contradice algunas de las teorías más consolidadas en lo que al cansancio mental respecta, sobre todo a aquellas teorías que ponen el foco en el agotamiento de los recursos o a las que proponen que el cansancio del cerebro no es más que una ilusión generada por este a modo de alerta.