Magüi Mira: "A los viejos se nos expulsa de la sociedad porque no consumimos"
La directora teatral estrena 'Adictos', una obra sobre la utilización perversa, por parte del sistema, del poder económico y mediático, de los avances de la ciencia y la tecnología. "Un sistema dirigido al consumismo, al dinero, que expulsa a los viejos porque no consumen".
Magüi Mira: "A los viejos se nos expulsa de la sociedad, no interesamos, porque no consumimos"
Magüi Mira (Valencia, 77 años) estrena hoy en el Palacio Valdés de Avilés 'Adictos', una obra que surge de la necesidad de abordar una problemática que nos afecta a todos: ¿hasta qué punto estamos sometidos por la tecnología?, ¿somos realmente libres?, ¿qué tipo de sociedad hemos construido?, ¿qué panorama nos plantea el futuro más cercano?, ¿realmente nos merecemos el calificativo de "seres humanos"?
Estas cuestiones, que raramente se ven planteadas encima de un escenario, deben confrontarse con el público contemporáneo, afirman los autores del texto, Daniel Dicenta Herrera y Juanma Gómez. La realidad de Adictos es la de la expansión progresiva de la desinformación. Los autores reivindican la capacidad de reacción del ser humano. "El punto de rebeldía, que siempre es necesario, para que las cosas evolucionen hacia una meta mejor, hacia el horizonte en el que todos podamos disfrutar de una vida tecnológicamente sana y socialmente libre".
Adictos está protagonizada por Lola Herrera, Lola Baldrich y Ana Labordeta. Dirige Magüi Mira, que reivindica la visibilidad de mujeres mayores, mayores de 80, como Lola Herrera, en las artes escénicas. De todo ello hablamos en esta estrevista:
Cuéntanos en tus palabras de qué va 'Adictos'
Va de muchas cosas, como en la vida. Además de lo que has dicho tú, que todos estamos ahí, en esa nube que puede ser feliz o puede ser absolutamente tóxica, como todas las adicciones, también habla de algo que me parece muy interesante, que es la la visibilidad de mujeres mayores. Mujeres como Lola Herrera, que ya hace tiempo que cumplieron los 80. Ella interpreta a una científica reconocida a nivel europeo, una investigadora, y eso me parece importantísimo. Porque bueno, Premio Nobel de un hombre que tiene una cierta edad y que es reconocido, a todo el mundo le parece normal. Mujeres... qué pocas, qué pocas hay. Y, de repente, los autores Daniel Dicenta Herrera y Juanma Gómez han creado un personaje de una mujer, como te digo, con unas neuronas absolutamente activas, potentes y avanzando en el mundo de la ciencia, a pesar de haber cumplido los 80 ya hace unos cuantos años. Eso me parece importantísimo, porque ten en cuenta que también vivimos en una sociedad que desprecia a los viejos. Claro, no consumimos los viejos, por lo tanto, no interesamos. ¿Por qué? Por la adicción al consumo. Por la adicción al dinero. Esto está también en el corazón de este texto de Adictos.
Sobre la visibilidad de las mujeres y de los viejos, hace unos días María Galiana lamentaba que los viejos no tienen nada que hacer en el cine español. Que el cine español es machista, el teatro más igualitario, y en el teatro las mujeres pueden encontrar trabajo al final de su vida laboral. Tú que has hecho de todo, que has hecho cine y que has hecho mucho teatro, estás de acuerdo
Mira, yo estoy de acuerdo con todo lo que diga Galiana. María Galiana es una mujer admirable, inteligente, somos amigas, vemos el mismo paisaje y claro que tiene muchísima razón. Tiene muchísima razón porque en el cine hay otros filtros, entraron otros factores, otras modas. El éxito en el cine es diferente al éxito en el teatro. Son dos medios de comunicación, de ficción, pero muy diferentes y con fórmulas distintas. Y efectivamente puede ser. En el teatro, el actor y la actriz tienen un poder que jamás lo tienes en una película y eso te implica, te compromete y te lleva a ser, a poderte expresar. Yo también tengo una edad. Cumplo 78 la semana que viene. Entonces, el teatro evidentemente te coloca, tienes tu espacio, encuentras tu espacio. Hay que pelear, porque siempre hay que pelear, porque el machismo es un chip que llevamos todos, hombres y mujeres, porque estamos acostumbrados. Hemos vivido en una sociedad patriarcal desde yo que sé, ¿tú te acuerdas de los Picapiedra? Pedro cogía a Vilma por los pelos y la arrastraba, esos dibujitos animados. Pues así. Pero en fin, vamos poco a poco avanzando. Y efectivamente, los códigos del éxito del teatro no tienen nada que ver con los códigos del cine. Y es verdad que ahí en el teatro las mujeres tenemos un lugar como dramaturgas, como directoras y como actrices muy interesante y que cada vez va creciendo y se va haciendo más fuerte y más poderoso. Estoy de acuerdo con María.
Antes de entrar en estas tres mujeres. Me llama la atención, ojalá no tuviera que hacerte esta pregunta, pero es un texto de Daniel Dicenta Herrera y Juanma Gómez. El texto lo escriben dos hombres, pero lo diriges tú, que eres mujer, y son tres mujeres protagonistas. Tres mujeres, además, muy cualificadas. ¿Estaban bien representadas en el texto? ¿Te ha sorprendido algo para bien o algo para mal?
Bueno, un texto teatral es eso, es un texto para teatro. Luego ese texto hay que llevarlo a un escenario y es un viaje muy importante. El texto de verdad es el texto que llega al espectador, eso para mí es el espectáculo, es el que se suma todo el proceso, en el que por supuesto hay una dirección, porque yo he hecho una lectura de ese texto y lo he llevado en una dirección hasta el espectador, en la dirección que yo he entendido, que yo he leído, que a mí me ha conmovido, que a mí me ha interesado. Ese es mi privilegio como directora. Y luego el teatro suma sumando, por supuesto, el talento inmenso de Lola Herrera, que es bueno. Yo tengo un calendario y voy tachando los días que ensayo con una tremenda pena, porque es un día menos que voy a verla, que voy a estar a su lado, que voy a aprender de ella. Y Lola es impresionante. Qué te voy a decir de Ana Labordeta y de Lola Baldrich. Son actrices mucho más jóvenes, pero que están en un proceso interesantísimo, lleno de compromiso y de talento. Luego, aparte, hay un equipo artístico que a mí me ayuda a que esa dirección, esa propuesta escénica, se convierta en algo real en el escenario. Entonces yo he partido de un texto, como tú dices, escrito por dos hombres, pero ha hecho un viaje que ha pasado por mí, por Lola Herrera, por Lola Baldrich, por Ana, por todo el equipo artístico. Y ahí está, porque esa es la maravillosa realidad del teatro.
Lola Herrera, Lola Baldrich, Ana Labordeta. Háblame un poquito de a qué mujeres interpretan, cuáles son sus personajes.
Pues mira, Lola, tan talentosa y tan sabia, encarna a una científica, como te he comentado al principio, no solo una científica, una investigadora. Una investigadora que ve cómo sus investigaciones se pervierten y no tienen al final el uso al que ella creía que iban a ir destinadas. Sus logros en el terreno de la investigación son pervertidos, para conseguir otros fines que no son precisamente el bienestar ni social, ni civil ni profesional para el que ella creía que eran destinados, como pasa tantas y tantas veces, eh. Lola Baldrich es una psiquiatra, psiquiatra también de alto nivel, que tiene un rol muy potente, muy misterioso, está en relación con esta científica que, por una serie de acontecimientos que ocurren en la función, pierde la memoria. Y Ana Labordeta es un personaje que viene de fuera. Es una periodista cañera, dura, que lo que quiere es contar la verdad, que no se casa con nadie, cosa importante en estos momentos, porque yo creo que el cuarto poder al que tú perteneces ahora no es el cuarto, es el primero. Ese poder económico, que nadie sabe lo que es, pero que sabemos que es el que mueve los hilos. Y en los medios entra todo: las redes, la prensa, las televisiones, la radio, blogueros, todo lo que tú quieras.
Además, en una época de muchas noticias falsas, de posverdad, donde se puede mentir y alterar la historia desde los medios o desde las instituciones políticas sin que pase nada.
Sí, sí, es uno de los temas de los que habla la obra. La desinformación. Es decir, cuando lo que te dan es una información pervertida, conscientemente pervertida para unos fines determinados. Interesante cómo manipulan esos poderes globales, que siempre acaban teniendo una raíz económica. Porque ¿de qué se trata al final? De tener vivo el consumo, nada más.
¿Vosotras sois adictas a la tecnología, a este sistema? ¿Lo habéis hablado más allá de la función?
Hemos hablado de muchas cosas, porque estamos trabajando sobre un tema muy candente. A mí me parece que con cualquier adicción hay que tener mucho cuidado, porque una adicción es vampírica, una adicción te quita tu poder de decisión. Lo difícil es detectar cuándo empieza la adicción, el miedo que me da, y eso lo hemos hablado mucho, es no detectar cuándo aparece esa línea roja. Porque hoy cualquier cosa te puede dar placer. Y ese placer es necesario, es necesario para vivir esta vida, levantarte de la cama y y no entrar en situaciones tóxicas. El placer es imprescindible, forma parte de la vida, aunque sea por pequeños momentos. Pero cuando ese placer te hace perder el control y te lleva a una adicción, lo que te lleva es a todo lo contrario, te lleva a vivir en una crisis de ansiedad. Y detectar ese momento en que empiezas a cruzar esa línea es algo muy fascinante, muy interesante, porque cada vez son más los, cómo te diría yo, los escaparates en los que podemos entrar para adquirir, para consumir, porque ahora todo es consumo, lo único que que importa es el consumo. El consumo desde tu casa, desde la calle, desde un coche, de los niños, que los niños consumen muchísimo. Y volvemos otra vez al principio de nuestra conversación. Los viejos y las viejas no, no consumimos, por lo tanto no interesa.
Invitáis a reaccionar, a sacar el punto de rebeldía que define al ser humano. Pero hoy nos entregamos ciegamente a los algoritmos, a las inteligencias artificiales, a las tecnologías, porque nuestra vida ya es muy agotadora. Tenemos bastantes incertidumbres como para emprender un cambio. Es más fácil dejarlo todo en manos de la tecnología que en teoría debería facilitarnos la vida, aunque luego nos esté alienando. No sé si es posible esta resistencia cuando precisamente tenemos por parte del sistema tantos escaparates que nos invitan a consumir y a distraernos.
Mira, es que en el momento en que te conviertes en una adicta, la resistencia ya no existe. Esa es la gran paradoja. Hay un momento en que entras por la puerta de la adicción y ya no puedes resistirte a nada, todo es muy hormonal. Por eso es tan difícil salir de la adicción a una persona. A veces son sectas, a veces no, a veces son parejas, a veces son maltratadores. No puedes salir y las consecuencias son durísimas y, sin ayuda, no se puede salir. Y con lo que me dices, estoy completamente de acuerdo. Pasa lo mismo en la adicción, es una especie de morfina, que te va relajando. La adicción anula el compromiso. Y sin compromiso, ¿a dónde vas? Entras en estado de confort. ¿Qué hace la droga? Pues eso. Meterte en un estado de no compromiso, con nada. Te conviertes en un psicótico artificial. Y eso nos está pasando cada vez más. Somos gente, personas, seres humanos que se pueden manipular con el objetivo de consumir. Eso lo más trágico de todo.
¿Y entre tus adicciones dirías que está la del trabajo, las artes escénicas y la cultura? Porque es la segunda vez que hablamos esta temporada contigo, pero podíamos haber hablado muchas más, no paras.
Es verdad, verdad. Pues mira, seguramente porque hay tantas cosas, tantas cosas que no me gustan nada de este momento tan desordenado, tan perverso y tan incomprensible que estamos viviendo. Creo que todos lo veíamos venir, pero no pensábamos que tan pronto. Y seguramente todas las drogas son escapismo. Yo trabajo con la ficción, creo en la cultura, me parece que es un derecho y seguramente tienes razón, porque es verdad lo que dices, desde la pandemia me parece que he levantado cuatro o cinco funciones más. Sí, es verdad lo que dices, me lo tengo que plantear, jajaja.