Es un objeto típico de la cultura española, pero también el enfriador de agua más eficiente y ecológico del mercado. Un objeto que en la España de hace décadas era omnipresente y que hoy en día está casi en peligro de extinción. Pero todavía quedan algunos artesanos porque todavía hay clientes para un recipiente que se usa desde hace más de 5.000 años. Son objetos únicos hechos a mano de principio a fin. Con sus manos producen más de 100 botijos al día. Conservan así el legado familiar. Son los botijeros del siglo 21. «Cuando estás acolarado sudas para refrescarte; y ese es exactamente el sistema del botijo», explica uno de los artesanos. «Aquí ha llegado a haber hasta 35 talleres y ahora solo quedan dos», explica otro de los encargados. El botijo lo siguen utilizando sobre todo en las zonas rurales como los trabajadores del campo y también los de construcción. Otro lo utilizan como una forma de dejar de utilizar plástico. El proceso de cada pieza puede durar hasta 90 días.