"Acepto la locura como enfermedad y deseo quedar internado": Van Gogh a su hermano en una de sus cartas
Analizamos la correspondencia entre el pintor y Theo en una nueva entrega de Cartagrafías
Cartagrafías | Especial Vincent Van Gogh
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MADRID
La correspondencia que mantuvo durante toda su vida Vincent Van Gogh con su hermano menor Theo es una de las más apasionantes de nuestra historia reciente por la relación tan especial que establecieron y por la cantidad de detalles sobre el pintor que nos revelan, tanto a nivel artístico como personal. Intercambiaron más de 600 durante 18 años y constituyen un documento imprescindible para entender el arte contemporáneo, su obra, sus pensamientos, gustos artísticos y también toda la desesperación que le acompañó durante su vida.
Son misivas que están a caballo entre los mensajes cortos y el formato diario. A veces ocupan varias páginas y son auténticos monólogos del autor. En ellas, llama la atención, que, desde muy joven, escribía francamente bien. Vincent recibió educación básica, pero era un gran lector de Shakespeare, de Homero, Dickens o Víctor Hugo, los cita sin parar en sus textos, releía varias veces sus libros. “Hay que aprender a leer, como debe aprenderse a ver y a vivir”, dice en una de sus cartas. La primera etapa de correspondencia con su hermano está fechada entre 1875 y 1876, cuando un joven que relata sus primeras experiencias laborales desde Londres y luego desde París. Van Gogh vivió durante varios meses en estas ciudades porque trabajaba como comercial en una importante firma de marchantes artísticos gracias a su tío. Toda esta experiencia profesional relacionada con las galerías será muy importante para su desarrollo visual ya que pudo conocer de primera mano tanto el arte antiguo como moderno, visitó muchas exposiciones, museos, empezó a coleccionar ilustraciones y descubre los experimentos lumínicos de Rembrandt o los colores de Rubens.
En la correspondencia con Theo, Vincent muestra su fervor religioso, social, la difícil relación con su padre, pastor protestante, sus desventuras para convertirse en predicador o su experiencia como misionero en la región minera del sur de Bélgica. A los 27 años, tal y como cuenta en sus cartas, se convierte en artista, incentivado por su hermano que le mantendrá siempre económicamente y asesorará a nivel artístico. Iremos "leyendo" cómo evoluciona su pintura, las técnicas que aprende, hay bocetos y detalles de sus cuadros más famosos en las misivas como de “Los comedores de patatas”, distintas etapas de trabajo como la que vivió en Arlés en la conocida como Casa Amarilla, episodios “célebres” como el de la mutilación de su oreja izquierda tras una discusión con Paul Gauguin o su internamiento psiquiátrico.
La última carta que llevaba el pintor en el bolsillo el día del disparo
También nos acercamos a su faceta más personal, a sus relaciones tormentosas y problemas psicológicos que explica en sus textos. Están muy documentados, gracias a distintas cartas, sus ataques de ira, desventuras amorosas, su autoexigencia, el aislamiento y la soledad que sentía. Incluso, escuchamos sus reflexiones acerca de la locura y la última carta que llevaba en el bolsillo, dirigida a su hermano, el día que se disparó -no se sabe si de manera accidental o voluntaria- quedando herido de muerte.
Además, conocemos en detalle la figura de su hermano y de su cuñada, Johanna, la que realmente pudo difundir su obra tras el fallecimiento de su marido. Ella fue la que realizó la primera gran edición de la correspondencia con Theo en 1914 –la edición que nosotros hemos seguido es la de Alianza Editorial-. El legado epistolar del pintor, contribuyó enormemente a la difusión de uno de los nombres propios más destacados de la pintura contemporánea.
Laura Piñero
Cartagena (1985) Periodista de la SER desde 2009. Ha pasado por Hoy por Hoy, A vivir Madrid y actualmente...