"Algunos días llegué a pensar que iba a ser el último de mi vida": los testimonios de las víctimas de la guerra de Ucrania
Pocos días después de que empezara la guerra, la reflexión de Olena Krukovets sobre "lo guapa" que era la vida una semana antes conmovió a los oyentes de la SER | Ahora, de nuevo en Kiev junto a su familia, teme que Putin vuelva a atacar la capital
Guerra de Ucrania: seis meses desde que se perdió la humanidad
Madrid
Una mañana como esta, de hace seis meses, amanecimos con una guerra en Europa. Durante los días y las semanas que vendrían no hablaríamos de otra cosa: de la invasión rusa, de los ataques sobre civiles. Pusimos sobre el mapa los nombres de Kiev, de Lviv, de Járkov. Asociados a menudo a una tragedia concreta.
Una mañana como esta amanecimos con una guerra en Europa
Mariúpol será ya siempre la ciudad de la maternidad bombardeada, de la mujer embarazada a la que llevan sobre una camilla con una sábana roja de motas negras. La mujer que murió al poco de llegar a otro hospital.
Bucha será ya siempre la ciudad de los cuerpos tendidos, en sus casas o en las calles regadas de minas. De los cadáveres maniatados. Será el hombre al que soldados rusos acribillaron mientras iba en bicicleta. La ciudad en la que, según dijo Von der Leyen, se perdió la humanidad.
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Quedará la historia del hombre que llamó sin parar a su familia, al móvil de su mujer, al de sus hijos, hasta que, al ver una imagen en internet, reconoció que aquel brazo junto a una maleta era el de su esposa, muerta como el resto de su familia bajo el puente de Irpín.
Desde aquella mañana de hace seis meses empezamos a ver la llegada de miles de refugiados, la vida escondida en los sótanos, los tanques y los drones, la columna kilométrica de vehículos militares, la angustia de la separación en los andenes, el bombardeo sobre la estación de Kramatorsk...
Dice la ONU que van unos 6.000 muertos y hay trece millones de refugiados y desplazados. Todo eso en seis meses, por no hablar de cómo ha cambiado el mundo en medio año. Eso por hablar sólo de aquello que Putin pretende que se alargue para que, si se alarga, canse, y si cansa, dejemos de mirar: para que hablemos más del gas que de la guerra. O sea, de la gente a la que mata.
"Mi hijo pequeño aún no sabe que nació en una guerra"
En los primeros días, cuando estuvimos en la frontera, Àngels habló con una de las mujeres que salían del país. Se llamaba Olena Krukovets y le preguntó cómo era su vida hasta hacía una semana: "Maravillosa. No sabía que la vida puede ser tan guapa. Siempre pensamos que la vida no está bien, pero hace una semana la vida estaba superbien", respondió ella.
Olena llegó a España. Pero decidió volver a su país. Y ahora mismo está donde estaba aquella mañana de hace seis meses:
Olena, ¿cómo estás?
Bien.
El testimonio del día es el de Olena: "Mi vida era maravillosa hace una semana"
¿Por qué decidió volver?
Porque a los dos meses hablamos con mi familia y mi madre y mi marido nos dijeron que ya estaba todo más o menos tranquilo. Teníamos ganas de estar con nuestra familia y entonces pensamos en volver. Pero claro, yo tenía mucho miedo. La familia que nos acogió en España nos ha ayudado mucho. Tanto que quiero decirles "muchas gracias" y que les quiero mucho.
¿Cómo es la vida en Kiev ahora mismo?
Si no escuchas sirenas, está tranquilo. Si no lees las noticias, parece que todo está bien. Pero cuando empiezas a leer todo, me agobia mucho. Hoy se conmemora la independencia de Ucrania y todos hablamos del tema. De hecho, está todo cerrado porque tememos que puedan atacar Kiev.
¿Cómo se prepara? ¿Tiene una maleta preparada?
No, ya no tengo nada preparado. Después de seis meses ya estamos más tranquilos y sabemos que nuestros soldados están protegiendo la ciudad. Por eso no tengo la misma sensación que cuando empezó la guerra.
¿Cómo es la vida para dos niños pequeños en la capital de Ucrania?
¡Bien! Mi hijo mayor tiene que empezar colegio, pero no sé si va a abrir. El pequeño solo tiene un añito y él aún no sabe que ha nacido en una guerra. Se lo explicaré cuando crezca. Pero está bien. Salimos a la calle, juega con amigos... ¡Normal! Como antes...
¿Mantiene relación con la familia que la acogió en España?
¡Claro! Hablamos siempre. A veces son los primeros en enterarse de las noticias.
La vida de Olena Bratel como refugiada en España
La vida de Olena Bratel como refugiada en España: "Hay días más o menos tranquilos, pero ninguno es tranquilo del todo"
Olena nos contaba cómo es la vida cotidiana en Kiev. Ella vino a España, pero regresó a Ucrania. Ahora podemos hablar con otra mujer, que se llama también Olena — Olena Bratel— y que está aquí en España. Es una de las miles de personas que, a lo largo de estos meses, ha venido a nuestro país:
Tú habías venido a España algunos veranos como monitora de un grupo de niños de acogida, con niños huérfanos y de Chernóbil. Fueron tus conocidos en España quienes te convencieron para venir cuando estalló la guerra...
Claro, son mis amigos desde hace muchos años. Por eso intenté venir, pero fue difícil porque estaba en una zona en conflicto. Cuando empezó la guerra, estaba en la capital. Recuerdo que ese día nos estábamos preparando para ir al cole... La gente que tenía coche se fue de la ciudad, pero nosotros no. Nos refugiábamos por la noche en un sótano del colegio. Poco después nos instalamos en un pueblo pequeño, pensando que sería más seguro, pero fue justo al revés y mis amigos españoles estaban muy preocupados. Al final todo salió bien. Algunos días llegué a pensar que iba a ser el último día de mi vida. Si vives eso, ves la vida de otra manera.
¿Cómo se supera eso?
Mal, muy mal. No por mí, sino por mis hijos. Ellos hacían lo que yo les dijera y por mi decisión, que fue errónea, casi morimos los tres.
¿Te planteas volver?
Sí, pero tengo miedo a volver a equivocarme. Se supone que la capital está protegida, pero nadie sabe si es seguro. Hay gente que ha vuelto... En mi trabajo, en la universidad, aún no han dicho si seguiremos con clases 'on line' o con clases presenciales. Pero yo veo vídeos de gente allí, de niños montando en patinete por el parque con una casa detrás que está destruida totalmente. Ver eso me parte el corazón, pero a los niños les parece tan normal... Supongo que es porque no ven las noticias.
¿Lees las noticias?
No enciendo la tele desde que empezó la guerra, pero me levanto y me acuesto con las noticias. Por eso no puedo dormir por la noche... Hay días más o menos tranquilos, pero no tranquilos del todo. Yo tengo familia allí y sigo sufriendo...
¿Puedes hablar con tus familiares o conocidos allí?
Procuramos no hablar de la guerra y sí de las cosas que no importan de la vida: a dónde hemos ido, qué hemos comido...
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