El lado más íntimo y oscuro de Patricia Highsmith
Anagrama publica 'Diarios y cuadernos', un conjunto de textos que Highsmith escribió durante toda su vida y en los que aborda la vida, el amor, el sexo, la identidad o su pulsión creativa
Patricia Highsmith (Texas, 1921 - Suiza, 1995) se ganó fama de misántropa y mantuvo un aura de secretismo sobre su vida privada. Cuando murió en 1995, dejó escondidos en su casa 18 diarios garabateados y 38 cuadernos personales. 56 volúmenes guardados en un armario entre las sábanas planchadas. Pero la escritora manifestó, semanas antes de morir, su intención de que fueran leídos. Por ello, su editora, Anna von Planta, se ha sumergido en las más de ocho mil páginas de anotaciones, todas manuscritas, para realizar esta meticulosa selección. 'Diarios y cuadernos. 1941-1995' es una recopilación de 1.200 páginas, que mañana publica la editorial Anagrama y que pesa más de un kilo.
"No daba crédito cuando me comunicó que guardaba todos esos escritos -ha contado hoy en una rueda de prensa Anna von Planta- era una mujer muy reservada, siempre la he comparado con una ostra. Nunca hablaba de su vida privada, rechazó a todos los biógrafos y periodistas que quisieron indagar en su historia. Era una outsider, siempre fuera de lugar. Primero una chica de provincias, tejana, en Nueva York. Luego una americana en Europa y una europea en Estados Unidos. Una mujer empoderada, pero también gruñona, bebedora, una lesbiana buscando siempre su identidad". Así la ha descrito quien conoció de cerca y durante décadas a la decana escritora de historias de suspense.
Encontrar los textos no fue tarea fácil. Cuando Highsmith murió, sus editores entraron en su casa, rebuscaron en el escritorio, en la librería, "como detectives". "Al borde ya de la desesperación -recuerda von Plant- pensé como una mujer: ¿dónde los escondería? En un lugar puro, fresco y muy al alcance, donde a nadie se le va a ocurrir buscar. Allí estaban, en un armario, escondidos tras unas sábanas planchadas e impolutas, los volúmenes como soldados esperándonos, junto a toneladas, literal, de relatos sobre mujeres de diferentes identidades intentando desafiar el destino que les marcaban tras la Segunda Guerra Mundial". Ocho mil páginas que ha sido como escalar el Everest.
Estos escritos, filosóficos y desenfadados, arrojan luz sobre la vida privada y el proceso creativo de la autora de 'El talento de Mr. Ripley' o 'Extraños en un tren', su primera novela, inmediatamente adaptada al cine por Alfred Hitchcock. A Patricia Highsmith le gustaba desayunar café y un donuts, volver a la cama, soñar despierta con nuevas historias, pegarse atracones de comida, beber mucho e ir a fiestas por las tardes. Cada noche, al volver a casa, escribía en sus diarios y cuadernos.
En los 18 diarios, Highsmith recorre su vida, desde su época de estudiante hasta sus últimos años en Suiza. En los textos aborda las dudas juveniles sobre su identidad sexual, en las noches sin fin del Greenwich Village neoyorquino de los años cuarenta, de copas con personajes variopintos como Judy Holliday y Jane Bowles. "Abordan la vida, el sexo y el amor. Es un descubrimiento de la escritora, de su búsqueda de la identidad", afirma von Planta. Highsmith mantuvo relaciones con algunos hombres y decenas de mujeres. "Mujeres como las de sus relatos, fuertes, trabajadoras, independientes, que vivían solas en el Nueva York de los años 40 y 50. Mujeres que buscaban diferentes identidades alejadas del destino femenino que les imponía una sociedad patriarcal".
Los 36 cuadernos abordan sobre todo el arte, ese proceso de transformar toda esa vida, sexo y amor en arte, en escritura y garabatos. Porque Patricia Highsmith empezó trabajando en la industria del cómic. Esto le permitió aprender la economía del lenguaje y la capacidad de dibujar a personajes, superhéroes sobre todo, a partir de unos pocos rasgos.
Patricia Highsmith era una perfecta desconocida en España aún incluso en los años 80, como ha recordado Jorge Herralde, su editor en España. "Solo los más cinéfilos, los que se quedaban en la sala hasta el final de la película, podían ver en los créditos quién era la autora de esas maravillosas películas que adaptaban sus novelas". Tampoco gozó de mucha popularidad en Estados Unidos, donde se la encasilló como una autora de novela negra. De hecho vendía más en Alemania que en su país natal, ha recordado Susanne Bauknecht, la representante de sus derechos. El New Yorker, por ejemplo, nunca publicó nada de ella hasta ahora, que ha afirmado que estos Diarios y cuadernos es una obra lacerante, puntiaguda y desgarradora, uno de los mejores autorretratos publicados en el siglo XXI.
Es una de las razones por las que Highsmith abandonó Estados Unidos y se mudó a Europa. Primero al Reino Unido, atraída por el amor de una mujer. Después a Francia y finalmente, como Tina Turner, aclamada también más en nuestro continente que en Norteamérica, acabó en Suiza, para evitar pagar tantos impuestos.
En 'Diarios y cuadernos' se desprende cierta misantropía y misoginia y se ha dejado fuera su racismo y antisemitismo. "El racismo era algo que rechazó pronto, le daba asco cómo se comportó su familia en Texas durante la segregación. En cuanto al antisemitismo, es algo que estuvo presente en los años 40, como en muchas figuras de Europa y Estados Unidos. Lo abandonó en los 50 y 60 y es a finales de los 70 y durante la década de los 80 cuando vuelve a abordar el tema, pero para criticar las políticas de asentamiento de Israel", ha explicado Anna von Planta.
Antes de que lleguen a España esos relatos inéditos y tanto material que se ha quedado fuera de esta obra, Diarios y cuadernos es un imprescindible para entender, que no justificar, para comprender a una escritora brillante, mucho más allá de la novela negra o de suspense. Una vida llena de rebeldía, optimismo, ilusión, una juventud vivida a tope para acabar desarrollando una acritud hacia todo y encerrándose como una ostra. Patricia Highsmith, una creadora con un mundo interior tormentoso y una mujer dolorosamente humana.
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