Festival de Venecia | Cate Blanchett da una clase magistral en 'TÁR', un drama sobre el abuso de poder en la era del Me Too
La actriz brilla en la nueva película de Todd Field, un drama presentado en el Festival de Venecia sobre una directora de orquesta cuya vida se desmorona
Venecia
El de Todd Field es uno de los grandes regresos que nos va dar el Festival de Venecia. El director americano lleva dieciséis años sin rodar, después de que se le cayeran algunos proyectos. Con sus dos películas anteriores, En la habitación y Juegos secretos se convirtió en una de las jóvenes promesas de Hollywood. Ahora vuelve con un drama que parece hecho a la medida de una actriz, Cate Blanchett, que pide a gritos el León de Oro y el Oscar
Tar es un un falso biopic. Es la historia de Lydia Tar una directora de orquesta imaginaria, pero todo en su vida es extraordinariamente real. Hija de clase media americana, estudio todo lo posible logrando los mayores logros en su profesión. Escribe libros, lidera fundaciones, dirige la Orquesta de Berlín, ha ganado el Oscar, el Tony, el Emmy y el Grammy. Tiene familia. Es lesbiana, madre. Todo. También es una tirana. La figura de esta mujer, que copia los roles masculinos en todos los aspectos de su vida, sirve al director para realizar una radiografía de cómo se produce y se permite el abuso de poder en el mundo del arte. Blanchett podría ser Weinstein, pero más refinada, aunque también le gusta lo del albornoz. Hay mención a Plácido Domingo, y a otros divos de la ópera.
El director se recrea en las primeras escenas. Una entrevista en profundidad a la protagonista, que está a punto de publicar un libro de memorias, donde explica la historia de las mujeres en la música clásica. O una clase con nuevos alumnos, en la que abre el debate en plano secuencia sobre la separación del autor y la obra. Un alumno se niega a tocar a Bach por misógino y ella saca su genio. O las escenas en las que Cate Blanchett dirige a su orquesta en inglés y en alemán. Junto a la actriz destaca el trabajo de la germana Nina Hoss y la francesa Noémi Merlant.
Las dinámicas de las orquestas, el silencio y la reverencia de los subordinados, el miedo a alzar la voz, a romper con la tradición o la forma en que las mujeres en puestos de liderazgo acaban reproduciendo las mismas dinámicas tóxicas de acoso laboral. La disección del director es precisa, sutil. Es una especie de espejo de trabajos liberales, de una sociedad burguesa y progresista que acaba siendo igual de opresiva y malévola que la conservadora. La protagonista es lesbiana, supuestamente feminista, inteligente y, sin embargo, el éxito y el poder la han llevado a imitar los peores comportamientos que, seguramente, ella sufriera. El director deja el pasado del personaje al azar, igual que su futuro.
En realidad Tar es casi una película de terror, pues qué hay más terrorífico que la indefensión de las víctimas o para el acosador -en este caso acosadora- presenciar el derrumbe de su castillo de naipes. Pero además de drama y de terror. Hay humor y un retrato directo de la sociedad actual, de la viralidad de las redes sociales, de YouTubue como nueva biblia y de cómo lidiar con el pasado del arte y de los artistas. Se intuye la sobra de Arthur Miller en sus dramas, mucho más actualizados, donde la cuestión de clase y el ascenso social, a través del ascenso intelectual, como es el caso de esta mujer, es casi una losa y algo difícil con lo que lidiar.
También hay algo que une las anteriores películas de Todd Field con esta nueva, es el retrato de personajes que tocan fondo y tienen que reinventarse. Como esa mujer casada con un marido anodino y enamorada del vecino, o cómo ese matrimonio que debe superar la muerte de su hijo. ¿Hay cultura de la cancelación? No, no la hay, dice en el filme el director. Puedes crearte un nuevo relato de tí mismo y lograr empezar de cero, aunque ya nada será como antes.
Pepa Blanes
Es jefa de Cultura de la Cadena SER. Licenciada...