La ruptura ejemplar de Simone de Beauvoir
Sartre fue su gran amor, pero su gran ruptura fue otro
Rupturas Ejemplares | La ruptura ejemplar de Simone de Beauvoir
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Madrid
Tuvo pocas relaciones con otros hombres: una aventura con el pintor español Fernando Gerassi, fue una de ellas. Y tres relaciones más largas entre la que destaca la que tuvo con el escritor estadounidense Nelson Algren, muy bien documentada `porque se escribieron cientos de cartas de 1947 hasta 1964. Precisamente es cuando se publican esas cartas que se empiezan a desmontar las bondades de la relación Beauvoir-Sartre. Por ejemplo, se supo del sufrimiento de ella, más que el de él. Y de que Simone llegó a maquinar por detrás para deshacerse de novias
De todas estas infidelidades consentidas destaca una. Beauvoir y Claude Lanzmann se conocieron en 1952 cuando el propio Sartre le contrató para colaborar en la revista Los tiempos modernos, que fundó con su mujer. Casi desde el principio, el chico ejerció como secretario del señor, que tenía 47 y de amante de la señora, que tenía 44.
Él la adoraba y ella lo tenía en alta estima pero además tenían buena cama. Con él volvió a sentirse atractiva, viva, joven. Lo contó ella misma, que junto a Claude Lanzmann el tiempo se había parado y había tenido una segunda vida en un momento en el que se sentía un poco marchita.
Tanto fue así que probó una vida distinta pues fue el único hombre con el que compartió casa. En cuanto Lanzmann entró a trabajar en la revista que dirigía la pareja, fue un flechazo. El mismo lo contó poco antes de morir, cuando legó además un centenar de cartas que había intercambiado con ella a la universidad de Yale. Y si hacemos caso a una de ellas, Lanzmann fue al que Beauvoir consideró no solo su gran amor, sino el primero.
Rompieron en 1959, después de siete años de convivir. Él siguió trabajando en la revista, siendo amigo de ambos, sobre todo de ella, y de hecho se quedó al frente de la dirección de Los tiempos modernos cuando Simone de Beauvoir falleció en 1986. Nunca un mal gesto, y las palabras de él siempre en referencia a ella fueron de admiración, respeto y amor. Porque la de Sartre y Beauvoir, efectivamente nunca se rompió. Jamás. Más de 50 años de imperfecta, desigual y a veces, dolorosa relación, pero una relación indestructible.