Venecia 2022 | Penélope Cruz: "Hay muchas mujeres atrapadas en casa sufriendo violencia"

Venecia

Las madres que ha ido creando en su cine el director italiano Emanuele Crialese reflejan la idealización de unos niños que encuentran en la figura materna el agarre para continuar en el mundo. Valeria Golino en Respiro, como esa madre soñadora y libre, algo más pragmática Donatella Finocchiaro en Terraferma. A esa lista se suma Penélope Cruz en L'immensità, película con la que la actriz madrileña vuelve a competir con por la Copa Volpi en el Festival de Venecia, después de ganarla el año pasado con Madres paralelas, la película de Pedro Almodóvar.

Otro papel de madre, de esos que borda siempre. A cada una de sus madres les imprime un gesto, una belleza, una mirada distinta. La veremos en unos días como madre a punto de perder su casa en la película de Juan Diego Botto, con Almodóvar la vimos convertida en heroína de la memoria histórica y en una madre a punto de perderlo todo. "He interpretado a muchas madres, incluso cuando era bastante joven, Pedro ya me puso a hacer de madre. No creo que sea una coincidencia, creo que tengo mucho instinto maternal, ya desde los cinco años contaba que quería ser madre lo antes posible y, además, me fascina imaginar que ocurre dentro de una familia. Es un material muy rico, tanto que cualquier película de cualquier tema siempre podría girar alrededor de la familia", explicaba la actriz en la rueda de prensa. "Esta mujer representa a muchas madres. Es my compleja, tiene muchas capas, por eso me enamoré de este personaje desde que leí el guion", añadía.

Con Crialese es una madre triste y alegre, a la vez. Una mujer en los años 70, con un marido horrendo y unos hijos a los que debe proteger. Son los recuerdos de su madre, decía el director, que ha contado su historia más autobiográfica, pues el niño protagonista es su alter ego. Sobre su madre, Crialese le da la oportunidad de ser algo más que esposa de un marido tóxico, que le hace parecer una loca. "No creo que sea una loca, para nada. En todo caso, creo que hace falta tener algo de locura para sobrevivir en ese mundo donde vive, en esa casa. Es también así cómo conecta con su hija". La actriz explicaba que todavía hay muchas mujeres que viven la situación de su personaje. "Hay muchas mujeres en el mundo atrapadas, pretendiendo ante sus hijos que las cosas no son tan malas como en realidad lo son y viviendo situaciones de violencia de género".

La actriz vuelve al cine italiano, idioma que ya ha hablado en Non ti muovere y en Venuto al mondo, a las órdenes de Sergio Castellitto. Con el primer título logró el David de Donatello a la mejor actriz y el Premio de Cine Europeo. "Me siento muy afortunada de poder trabajar en cuatro idiomas", decía.

L'immensità es una película sobre la maternidad, sobre el amor de un hijo con su madre, pero también una película sobre la identidad de género, con un niño trans que crece en una familia católica y conservadora. El director evita el conflicto, los subrayados y se dedica a explicar la belleza que habita en los cuerpos, cuando éstos son libres. Lo hace con imágenes poéticas y sensoriales, como cuando los niños juegan con muñecas cuyas partes corporales han sido quitadas o cambiadas. O cuando en el colegio católico, niños y niñas, lanzas sus uniformes identitarios, símbolo de cómo el patriarcado nos sitúa en un sitio o en otro, sin posibilidad de elegir.

Emanuele Crialese retrata con finura la incomprensión, la búsqueda de la identidad y la ruptura del orden familiar establecido de una manera sutil, bella y emotiva. Se apoya en la música, en los programas televisivos de la Italia de los 70, donde Raffaella Carrà y Patty Bravo eran una vía de escape para esa madre y sus hijos. Las escenas musicales dan a la película un respiro y nos permiten ver a Penélope bailar y cantar caracterizada como la cantante italiana y estrella de la televisión. "Esta es una película de gente atrapada, en sus cuerpos, en esa casa, en la familia, y el único espacio para salir de ahí es la televisión. Ahí tienen el mundo que conecta con otros mundos. Es una historia de gente que sueña con ser otra persona", contaba la actriz. Junto a la ella destaca el personaje de Andrea, Luana Giuliani, joven piloto de motos en una competición donde, precisamente, los premios no están separados por género.

El director toma su propia experiencia para ahondar en los límietes de lo masculino y lo femino. De hecho, en la propia rueda de prensa contaba que todo era su propia vida. "Es un trabajo sobre la memoria, sobre la autobiografía. Es importante empezar diciendo que el personaje de Adriana soy yo. Es mi infancia, mi historia, claramente transfigurada", comenzaba el director que ha contado cómo su relación con su madre siempre estuvo marcada por su identidad y que para él no fue una cuestión de vida o muerte. "O podía ser y convertirme en quien quería o estaba la muerte", hablaba emocionado.

En ese retrato de su infancia y de tantas infancias, la película evita los tópicos y las explicaciones. Es a través de los ojos de la niña protagonista cómo vamos entendiendo lo que sucede. Ella no sabe ponerle palabras, intelectualizar lo que está pasando y su madre se convierte en una niña más para no enfrentarse a algo que no sabe cómo encajar. Y ahí, en ese viaje, está la idea de la enfermedad mental, que desgraciadamente la sociedad ha impuesto sobre la transexualidad, la idea de "curación", la idea de vivir en libertad. La idea de ser reconocido por el otro y reconocerse a sí mismo.

Conociendo la biografía del director se entiende que en su cine las madres hayan tenido una presencia tan fuerte. Se entiende también el concepto del otro. En Terraferma el otro eran los migrantes, también en proceso de tránsito, de cambio. En L'immensità es la inmigración del alma la que centra un relato íntimo y bello sobre la dureza de una sociedad que impone identidades.