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Las compras de combustibles fósiles a Rusia han superado sus gastos de guerra en los primeros seis meses de conflicto

Desde marzo, Moscú ha ingresado 158.000 millones de euros por sus exportaciones de combustibles fósiles, según el último estudio del think tank CREA. En la guerra, las estimaciones apuntan a que el Kremlim ha gastado 100.000 millones. En julio y agosto, España fue el principal comprador de GNL.

Vista de las tuberías de gas en la estación compresora de Mallnow, Alemania / FILIP SINGER (EFE)

Madrid

Pese a los vetos a la compra de combustibles fósiles rusos, como el carbón, establecidas desde Occidente, y a las sanciones establecidas tanto por la Unión Europea como por Estados Unidos, el elevado precio de materias primas como el gas natural, el petróleo o el carbón están permitiendo que Rusia financie los gastos de su guerra contra Ucrania, según el último análisis del think tank Centre for Research on Energy and Clean Air (CREA).

Aunque las sanciones europeas –y la caída de exportaciones a la Unión Europea, que ha comprado un 35% menos desde que comenzó la guerra- están haciendo que Moscú dejara de ingresar casi 200 millones diarios entre marzo y junio y unos 170 millones de euros diarios tanto en julio como en agosto, el elevado precio al que cotizan en los mercados internacionales, y con el gas natural marcando récords históricos en las últimas semanas llevan a CREA a concluir que Rusia solo está notando un pequeño impacto. De hecho, Rusia ha obtenido unos beneficios de entorno a 43.000 millones de euros por la venta de sus combustibles fósiles al resto del mundo. Así, según los cálculos de CREA, pese a que las exportaciones rusas de materias primas energéticas han caído un 18%, los ingresos se han situado en 158.000 millones de euros, un 58% más de lo que está gastando en financiar la guerra contra Ucrania ya que las estimaciones apuntan a un gasto militar de unos 100.000 millones de euros.

En este sentido, las ventas de petróleo son lo que más ingresos está generando en Rusia (unos 76.000 millones de euros), mientras que el gas ha supuesto ventas por valor de 35.000 millones, los derivados del petróleo otros 26.000 millones, 13.000 millones del carbón y otros 9.000 por la venta de gas natural licuado. Además, la Unión Europea sigue siendo el principal destino de los combustibles fósiles rusos, con compras por valor de 85.000 millones, seguido por China, con 35.000 millones, Turquía, con 11.000 millones, India, con 7.000 y Korea, con 2.000 millones. Por eso, señala este análisis, para Europa es imprescindible acelerar la implementación de medidas de ahorro energético, aunque reconoce que esta crisis está acelerando la implantación de las energías limpias en todo el mundo.

España, principal importador de gas natural licuado ruso en julio y agosto

Mientras los vetos de la Unión Europea a las compras de productos energéticos rusos comienzan a entrar efectivamente en vigor, las importaciones de los estados miembro han ido cayendo hasta el punto de que, en junio, por primera vez en la historia, las compras de los 27 supusieron menos de la mitad de las exportaciones de combustibles fósiles rusos.

De hecho, explica el informe, las compras de la Unión Europea, la OTAN y los países del G7, que incluye a Turquía y a Japón, conjuntamente, supusieron en julio y agosto un 56% del total de las exportaciones rusas, lejos del 75% que suponían antes de la guerra aunque, dice CREA, “siguen teniendo un peso sustancial”.

Dentro de esas compras destaca, sin embargo, el protagonismo de España, que ha pasado de ser el tercer mayor comprador de gas natural licuado ruso –por detrás de Francia y Bélgica- a convertirse en el principal importador durante los dos meses de verano. “Las importaciones españolas de combustibles fósiles rusos aumentaron en julio y agosto, en comparación con los meses anteriores, impulsadas por un aumento de las importaciones de GNL. En estos dos meses, España fue el mayor importador de GNL ruso del mundo, pagando unos 750 millones de euros. La generación de electricidad a partir de gas aumentó considerablemente en España en julio-agosto debido a la ola de calor y la sequía, que aumentaron la demanda de energía y afectaron a la producción hidroeléctrica. El 35% de la electricidad española se generó con gas durante esos meses” explica Lauri Myllyvirta, analista principal de CREA.

 
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