Penélope Cruz: "El cine no puede cambiar el mundo, pero si una película abre un debate, soy muy feliz"

Venecia

Un año después de ganar la Copa Volpi, con un emocionado discurso, Penélope Cruz regresa a Venecia. Lo hace además por partida doble. Por un lado, como actriz protagonista de L'immensità, película del italiano Emanuele Crialese con la que podría repetir premio. Por otro, con su amigo Juan Diego Botto, a quien le producido su primera película como director, En los márgenes, con la que compite en la sección Horizontes del festival. Penélope interpreta a dos madres diferentes en cada una de estas historias. Con Botto es una mujer de barrio, que tiene 24 horas para prepararse ante un desahucio. Con Crialese interpreta a la propia madre del director, una mujer italiana que en los 70 tuvo que enfrentarse a la violencia de género y a entender la identidad de su hijo trans.

"Estoy muy sorprendida y muy agradecida", nos dice la actriz en Venecia, un festival que adora, desde que vino con Jamón jamón. "Esta es una película muy especial", reconoce la actriz que ha apoyado estos días al director italiano, que ha salido del armario y ha contado que la de este niño trans fue su propia experiencia. "Lloré durante 20 minutos sin parar. Aunque reconozco que es muy difícil para mí ponerme a llorar. Pero anoche me acordé de cuando vine aquí la primera vez. Tenía 18 años y presentaba Jamón Jamón. Creo que estaba tan emocionada por todo que ni siquiera podía llorar", cuenta la actriz a la Cadena SER.

Hace justo un año rodaba L'immensità. Un rodaje que encadenó con En los márgenes, una película que ha costado producir nada menos que seis años. El COVID ha ralentizado todo. También ha hecho que parezca que no ha parado de trabajar desde hace un año, cuando la vimos en Madres paralelas, la película de Almodóvar. Esos tres personajes, esas tres madres, tienen algo en común, aunque pertenezcan a mundos, clases sociales y épocas diferentes. Las tres luchan por el futuro de sus hijos y las tres defienden ideales de justicia, libertad y dignidad. La actriz se está especializando en papeles profundos y ejemplares, algo que reconoce no planifica, pero agradece.

"No lo planifico, porque desgraciadamente no se puede encontrar eso en cada película que se hace. Y las películas no están hechas para cambiar el mundo. Pero cuando pueden contribuir a iniciar un debate sobre algo importante, me hace mucho más feliz", explicaba Penélope Cruz sobre el trasfondo social que esconden ambas historias y ambos personajes. "Hay temas de los que es importante seguir hablando y que están muy lejos de solucionarse, como en este caso, la violencia doméstica o la aceptación de la identidad. Es que la película empieza con una niña que está pidiendo a los extraterrestres que se la lleven. Cuando leí esa página, dije, necesito hacer esta película", reconoce. Pero además, hacer de madre es algo que le gusta. Asegura que la maternidad la ha convertido en otra persona. "Todas mis prioridades cambiaron. Ahora mis hijos son mi prioridad. Por eso hago como una película al año y en verano, para ir todos juntos. Y si es algo que puedo rodar en Madrid, mejor".

El papel de esta madre italiana tiene muchos matices. Cuida a sus hijos y debe fingir que no pasa nada, cuando es víctima de la violencia de género, un tema que a Penélope le duele especialmente. "Escuché un par de historias en la peluquería de mi madre cuando era pequeña y eso me impactó. Y luego hace como tres años alguien a quien conocí también lo había sufrido. Por eso, fue una de las razones por las que también quería hacer esta película".

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La actriz no duda ni un momento en declararse feminista. "Creo que es gracias a la forma en que me han criado mis padres, que son muy jóvenes, me tuvieron a los 20 años. Fueron muy abiertos de mente y estoy muy agradecida por la forma en que nos criaron". Penélope Cruz nació en el año 74, cuando España empezaba su cambio más importante. "En aquel momento de cambio, siempre me acuerdo de cuando escuchaba las entrevistas de Pedro Almodóvar y yo me preguntaba por qué no era el presidente de nuestro país".

En L'immensità, además, se lo ha pasado en grande. Ha podido hacer dos cosas que le divierte como actriz. La primera hablar en italiano y jugar con los acentos. "Cuando me ofreció la película dijo que no cambia nada si es de España. Entonces uso el acento que tengo, que es muy parecido al acento que tengo hablando italiano". La otra fue caracterizarse y bailar como Raffaella Carrà, la artista que esos niños y esa mujer oprimida ven en televisión y les ayuda a escapar de su realidad. "Me encantó hacer este homenaje, la admiro desde que era pequeña, porque iba con mi abuela al parque y me hacía hacer, delante de sus amigos, algunos de los bailes de sus canciones", contaba divertida la actriz.

"El día que rodamos la escena donde bailamos su canción, el productor vino y nos dijo que Raffaela había muerto. Y fue el mismo día que habíamos pensado invitarla al plató para conocerla y que viera el número y decirle lo mucho que la admirábamos. Fue un momento muy triste porque nadie sabía que estaba enferma", añadía. Dice que de este rodaje se lleva muchos amigos y el haber asistido a contar una historia sutil y bonita sobre una familia y sobre el personaje de una mujer, incomprendido. Una situación que ella no ha sentido en la industria, pero sí cuando era joven. "Cuando era adolescente tuve mucho tiempo para aburrirme. Y ahí era cuando mi imaginación se encendía y cuando planeaba y soñaba mi futuro. No sé si los adolescentes de ahora tienen tiempo para planear nada, para aburrirse. Y eso es importante porque de ahí salen cosas buenas". A la actriz le preocupa el uso de las redes sociales, sobre todo su perjuicio en los niños. "No le daría las redes sociales a un niño", sentenciaba con rotundidad. "Hay que tener momentos de no hacer nada y esta sociedad está perdiendo eso también para los adultos".