El análisis de Aimar Bretos desde Londres: los problemas reales del país que estrena rey
Londres
La Cámara de los Comunes del Parlamento británico ha celebrado este sábado una sesión extraordinaria para la jura de lealtad al nuevo monarca, Carlos III, con la primera ministra, Liz Truss, a la cabeza. El primero en hacer el juramento ha sido el presidente de la Cámara, Lindsay Hoyle, seguido según el añejo protocolo por los dos diputados de más antigüedad, Peter Bottomly y Harriet Harman. Después ha sido el turno de Truss y de la presidenta de la Mesa, Penny Mordaunt. Keir Starmer, líder de la oposición laborista, y Iain Blackford, portavoz del Partido Nacional Escocés, también han realizado el juramento en una sesión de tributo a la reina que podría alargarse hasta las 22:00 horas.
Una de las cosas más interesantes de comprobar en esta nueva etapa que se abre respecto a la monarquía es el tipo de relación que decida tener el rey con el poder legislativo y ejecutivo. En principio, esa relación no puede ser otra que de escrupulosa neutralidad de injerencias cero, pero estamos hablando de una persona que cuando era príncipe, a partir de 2004 se puso a escribirles cartas a los ministros donde les decía lo que el creía que esos ministros debían de hacer desde sus cargos con determinados temas. Eso es algo impensable en un país como este donde la relación con la Corona debe ser de cero injerencias.
El mayor problema ahora del rey y los diputados no es ese. El rey tiene su propio problemón que se llama encuestas. Antes de verano, YouGov hizo una donde se veía que la popularidad del príncipe Carlos estaba muy baja en comparación con la de su madre. Carlos III obtenía el 41% de los apoyos, mientras que Isabel II un 75%. Es el reto ahora mismo del rey de ver cómo le da la vuelta a las encuestas y conecta con el pueblo sobre el que ahora reina. Y después, los políticos. El poder legislativo y ejecutivo tienen su propio problema que es aplacar la ola de malestar que está atravesando el pueblo con las huelgas en distintas sectores, correos, maquinistas, estibadores... Hay un malestar social enorme sobre todo por la carestía de la vida y muchos británicos que está esperando que lo que está por venir pase de una vez para que sus problemas reales vuelvan a retomar espacio en las páginas e los programas y la escaletas de los informativos.
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