El Londres sin tiempo para el luto
El barrio de Brixton, al sur de la ciudad, es el vivo reflejo de la normalidad en medio de la excepcionalidad
Londres
Aquí nadie para. Ni por un deceso real, ni aunque sea domingo. El mercado de Brixton, en el barrio que le da nombre, está dividido en tres partes. El mercado en sí, que es una hilera de puestos de venta al pormenor con frutas, verduras, pescado, carne y aparatos electrónicos; el llamado Brixton Village, que mezcla lo anterior con restaurantes de reciente creación y ambiente hipster; y el Pop Brixton, que esta vez sí, no tiene ningún complejo en declararse una zona abiertamente moderna, de clases medias-altas, donde solo se bebe y come.
El Londres sin tiempo para el luto
Brixton es un barrio definitivamente popular, aunque en los últimos años está experimentando una profunda transformación y hay quien considera que la gentrificación (el desplazamiento de clases populares por clases acomodadas) ya ha hecho estragos. Estos días algo pasa en Londres, ¿pero en todo Londres? Aquí no hay pompa funeraria, ni carteles de la reina en las estaciones de metro. Las conversaciones están en otro lado, en los numerosos problemas de los británicos, que antes llegaban con unas pocas libras a final de mes y ahora con ninguna.
"Te seré honesto, lo sentimos mucho por nuestra reina, pero nosotros no podemos dejar de trabajar. Tenemos que pagar la renta del local, impuestos, etc", nos confiesa un joven de ascendencia nigeriana dueño de una tienda de zapatos. Brixton es un barrio multiétnico, donde los olores y sabores se entremezclan hasta generar una explosión sinestésica. Este chico nos explica que no cerró el jueves cuando la reina murió. Muchos comercios de aquí no lo hicieron.
Estos días Londres vive con una atmósfera enrarecida. Al golpetazo inicial por la muerte de quien siempre estuvo ahí, le ha seguido una recuperación asombrosa de la normalidad. Nadie ha olvidado el asunto y nadie lo olvidará teniendo en cuenta que son 10 días de luto oficial, pero la gente tiene otras cosas que hacer. Con la inflación disparada en el 10%, Londres y sus habitantes, como en prácticamente cualquier punto de Europa, están acusando las consecuencias del shock global económico.
"El primer problema es que perdimos a nuestra amada reina, el segundo es el brexit", dice irónico el dueño de una carnicería. Mientras trocea los muslos de cordero, reconoce que importar la carne es cada vez más caro. "Hay muchos problemas últimamente, también está el asunto de la guerra", dice. En una de las esquinas en el Brixton Village hay un restaurante peruano. El dueño, un anciano que habla perfecto español, explica que los precios van a seguir subiendo. "Ahora están guardándole respeto a la reina, pero seguro que más adelante se encargan de ello", comenta optimista. Ellos por respeto a la ex jefa de Estado bajaron la música del local, no cerraron porque no era obligatorio.
Muy cerca de la estación de tren atiende a este redactor una señora cargada de bolsas. Para ella la reina simplemente era una heroína. "Mira hijo, si trabajas estás bien, eso es lo único importante", exhorta. Ella trabaja en varias casas limpiando y cuidando a personas mayores. "Los precios no han parado de subir y eso es lo peor, pero le afecta a todo el mundo", explica. Después empieza a recitar precios de productos en un inglés inteligible.
Brixton es solo uno de muchos barrios donde todo sigue y nada se detiene. No hay tiempo para el luto, ni para celebrar a un nuevo rey. El tiempo de la excepcionalidad terminó el mismo jueves cuando empezó todo. Ahora, por lo que nos cuentan los vecinos de este barrio, es hora de poner en el centro de nuevo los problemas reales: los de una ciudad que acusa la desigualdad, pero que vive desde hace días en la parálisis.
Alejandro Becerra
Redactor de 'Hora 25' desde octubre de 2020....