Putin: con la Iglesia ha topado

Barcelona

Malas vibraciones para Putin y para su guerra de invasión. Los ucranianos han recuperado buena parte de las provincias del este ocupadas a sangre y fuego por el ejército del Kremlin: en las zonas de Járkov y en Jersón, más de cincuenta municipios. El autócrata lo reconoce indirectamente, que es como lo hacen los autócratas: dice que es porque ha retirado temporalmente sus efectivos, para llevarlos no se sabe adónde, y de paso bombardea las estaciones eléctricas y de agua perdidas.

Tan importante como el revés militar es su consecuencia política. Ha disparado la disidencia. Hasta 38 concejales de Moscú y San Petersburgo piden que el presidente sea juzgado por alta traición: lo nunca visto. El presidente checheno también se queja. Y casi peor aún, hasta el muy obsequioso patriarca de Moscú, Kiril, un fanático del exagente del KGB, se distancia de él: dice, a la manera de los curas, que Putin ha cometido "errores y pecados". ¡Pero vaya! También lo nunca visto. Los españoles sabemos más que muchos que cuando los eclesiásticos protestan, es que las dictaduras empiezan a exhibir pies de barro.