Julieta Venegas: "Les engañaron. Rocío Dúrcal es mexicana"

Madrid

Julieta Venegas ha elegido el nombre 'Gertrudis de día' para comenzar la conversación en El Faro, el seudónimo que siempre la ha acompañado en su carrera, aunque Mara Torres se esperaba otro: 'Gemela B'. "Realmente nunca supe si la pulsera que me pusieron al nacer era la de 'Gemela A' o la de 'Gemela B'", le ha aclarado entre risas. Lo que sí recuerda perfectamente son los viajes que hacía en el coche con ella y el resto de hermanos al ritmo de Rocío Dúrcal: "Íbamos de vacaciones a Baja California Sur, que era un camino bastante largo por carreteras que atravesaban el desierto, y siempre sonaban sus canciones", ha contado.

Es indudable la influencia que ha tenido la cantante de boleros y rancheras en su pasión por la música, pero quien realmente supo ver su talento y desarrollar sus capacidades fue la maestra Margarita: "A mi padre le pagaron una sesión de fotos de boda con un piano y empecé a tocarlo. Al principio no iba con gusto a sus clases, pero vio algo en mí y por ella me dedico a la música".

Con 21 años, un pequeño proyecto cogiendo forma y un par de demos grabadas dejó Tijuana para irse a Ciudad de México: "Quería que, si daba conciertos, viniese a verme alguien que no fueran mis tías y mi mamá. Empecé dando clases de inglés, pero no conocía a casi nadie y me costaba llegar a fin de mes". Unas navidades en las que volvió a casa con más ganas de tirar la toalla que de abrirse camino en la industria musical, recibió uno de los mejores consejos de su carrera: "Mi madre me dijo: «Yo quise ser artista y no me dejaron. Tú tuviste los pantalones para irte, así que no regreses»".

Ahora es una de las cantantes internacionales más reconocidas, ha recibido un premio Grammy y seis Grammy Latinos y está a punto de publicar su octavo disco, 'Tu historia'. Y lo ha hecho tras un parón de siete años en los que ha aprovechado par tomar perspectiva y diseñar su propio camino: "Yo necesito cuidar y proteger mi relación con la música. A momentos de mi carrera he sentido que me desborda todo, así que tuve que frenar y pararme a pensar. No quería seguir ahí desde un lugar profesional, sin ganas de escribir o sentarme al piano. La gente que hacemos cosas artísticas tenemos que cuidar mucho esa balanza", ha explicado la artista.