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Alberto Rodríguez: "Nos gusta hablar sobre las páginas que se caen de los libros de Historia"

El director sevillano abre el Festival de San Sebastián con 'Modelo 77', un potente thriller carcelario sobre los presos sociales de la Transición

El Director Alberto Rodriguez (Photo by Carlos Alvarez/Getty Images) / Carlos Alvarez

El Director Alberto Rodriguez  (Photo by Carlos Alvarez/Getty Images)

San Sebastián

Alberto Rodríguez y Rafa Cobos, director y guionista sevillanos, han ido configurando en su cine, dicen que sin planearlo, un relato que cuestiona el discurso oficialista (y a veces también triunfalista) de la historia reciente de España. Grupo 7, sobre la cara b de la Expo de Sevilla, La isla mínima, sobre cómo la justicia y la policía actuó tras la muerte de Franco, El hombre de las mil caras, sobre Roldán, incluso la serie La Peste, sobre la corrupción en el siglo XVI, pueden leerse como una crónica alternativa a convenciones que todos hemos asumido como parte de un relato único. Modelo 77, un thriller carcelario rodado dentro de la famosa cárcel barcelonesa, supone un paso más en esa línea narrativa. Un thriller para el que se han documentado durante más de 15 años y donde narran la lucha de los presos sociales durante la Transición en una España que gritaba libertad pero mantenía muchas de las estructuras del franquismo. Un relato que funciona como una metáfora perfecta de lo que fue y de cómo se comportó la sociedad española del momento.

¿Por qué te interesaba ahora un un thriller carcelario? ¿Cómo llega esta historia a vosotros?

Que se haya hecho ahora es más casi producto del azar que otra cosa, porque en realidad esta es una película a la que empezamos a dar vueltas en 2005, poco después de estrenar ‘7 vírgenes’. Rafael Cobos, el otro guionista, me habló de la fuga de los 45, la fuga masiva que se produjo en la Barcelona del 78. Y a partir de ahí empezamos a documentarnos y terminamos encontrando un poco lo que es el corazón de la película. La historia de COPEL, una especie de sindicato de presos sociales que se terminó uniendo dentro de las prisiones para pedir la amnistía total.

¿Hasta qué punto ese microcosmos de la cárcel es una metáfora de esos años en la España de la Transición?

Las cárceles terminan siendo, por el otro extremo, una representación de la sociedad. A mí me parece interesante, además, porque en este caso son el último sitio al que llega la democracia. En plena Transición todavía estaban por detrás de la propia Transición, por decirlo de alguna forma. Que unos presos, que en realidad están en un sitio que tiende a eliminarte o borrarte, terminaran encontrando una identidad, uniéndose y reclamando un derecho concreto me parece que sí es representativo de la Transición. Precisamente tiene que ver con los aires de libertad que estaban soplando en la sociedad y en la calle. Entonces, en este sentido, la película a mí me pareció muy interesante.

Viendo vuestras películas, incluso las series que habéis hecho, ¿hay un intento de mostrar la cara B de la historia de España o la historia no oficial? Es casi un trabajo periodístico

Parece premeditado pero no teníamos ninguna intención ni ningún plan trazado, todo lo contrario, ha sido más producto del azar que otra cosa. Ha ocurrido con todas las películas que hemos hecho. Las hemos hecho porque de pronto había algo que nos llamaba poderosamente la atención y, en este caso, nos empezó a llamar en 2005 y hemos terminado haciéndola en 2022. Yo puedo entender que desde fuera se vea como…

No, si nos encanta que hagáis esto, ahora mismo nadie lo está haciendo

Sí, pero ya te digo que es más producto de la casualidad que que otra cosa.

Pero ahora que lo estás pensando, ¿hay un nexo en común en muchas de tus películas que. rebaten los discursos oficialistas y triunfalistas? La Transición, la Expo del 92…

Bueno sí, nos gusta hablar sobre las páginas que se caen de los libros de historia, eso es verdad. En este caso yo creo que que también revisitar el momento es interesante, porque es un momento lleno de esperanza, de libertad, de un punto de fuga al futuro hacia el que íbamos, que podía ser cualquiera. Es probablemente uno de los momentos donde más libertad se haya vivido en este país, y al mismo tiempo se estaba pactando con gente que venía de haber mandado en una dictadura durante 40 años. Era bastante complejo conciliar todo esto. Yo más que espíritu crítico, me parece milagroso que consiguiéramos pasar de una cosa a la otra. Es interesante echar la vista atrás para saber que eso fue un pacto que se hizo en un momento determinado, pero que tiene la posibilidad de ser revisado o debería tenerla.

Te falta una serie sobre el rey, damos ideas

Esto creo que, de momento, no -risas-

En vuestras películas es muy importante el proceso de documentación ¿Cómo ha sido en este caso descubrir muchas historias? COPEL (Coordinadora de Presos en Lucha). estuvo en su momento en los medios, pero fue desapareciendo.

Es uno de los procesos más apasionantes que tenía esta película. Pasamos mucho tiempo buscando en la hemeroteca y luego contactamos rápidamente amigos periodistas y amigos abogados. Y ellos nos fueron poniendo en contacto poco a poco con actores que sí que habían estado implicados directamente en la historia de los presos, y terminamos conociendo a muchos. A Manuel Martínez, a Pon, a otros presos que de una manera u otra tuvieron que ver o no con COPEL, pero que estaban en ese momento en la cárcel. Abogados, funcionarios, hasta a García Valdés recuerdo haberlo entrevistado en una cafetería en Madrid. Esta fase sí fue muy interesante porque eran testimonios directos de otra gente que rápidamente te abría un mundo. Empezabas a ver cosas cuando ellos te lo estaban contando. Y luego también muchos libros, desde Foucault hasta el libro de Pierre Clementi con algunos detalles personales sobre su paso por una cárcel en Roma.

Estáis muy intensos

Sobre todo hemos sido muy exhaustivos con la documentación, queríamos que fuera una historia que fuera precisa yestuviera bien contada. Por lo menos saber cuáles eran las reglas del terreno de juego.

Viendo la película da la sensación de que las cárceles han cambiado, pero que hay algo que sigue ahí ¿Es una invitación a repensar nuestra relación como sociedad con las cárceles y las instituciones penitenciarias?

Nuestra relación es que no hay relación básicamente. No vas a la cárcel si no tienes la necesidad más absoluta o si vas por algún motivo. Yo creo que en el fondo lo que sí perdura y perdurará es que la cárcel no deja de ser un fallo del sistema, un fracaso. Eso no se puede evitar, es así.

La película introduce el debate que tenían estos presos, esa diferencia entre presos políticos y presos comunes. Y eso también deja algunas reflexiones muy interesantes…

Ellos se autodenominaban presos sociales. Buena parte de ellos habían sido juzgados por unas leyes ya habían pasado o estaban completamente obsoletas. En la Modelo de Barcelona había un módulo de homosexuales, dividido además en congénitos y y adquiridos. O sea, una cosa bastante rocambolesca. Era una posibilidad que estuvieran por eso, había médicos militares, estaba buena parte del Joglars, por allí pasaron Nazario u Ocaña. Muchos de los delitos por los que habían sido juzgados y condenados algunos de los que estaban allí simplemente no eran delitos, o las penas eran totalmente desproporcionadas. Son demasiadas cuestiones como para que se pudieran resolver de una manera rápida. Era el último sitio al que iba llegar la Transición.

Y justo en eso vuelves a mirar también a los funcionarios, como en ‘La isla mínima’. Lo difícil que era desprenderse de las estructuras franquistas

Siendo honestos, había algunos funcionarios democráticos. De hecho, una de las historias que nos contaban es que había uno que le llamaban el democrático, porque era demócrata, pero los compañeros se lo decían como un insulto. Eran otros tiempos evidentemente y sí es cierto que dentro del cuerpo de funcionarios había gente que venía de los cuerpos militares o gente que no había conseguido entrar en la policía y terminaba allí. Había funcionarios muy adeptos al régimen.

¿Y cómo ha sido visualmente montar, repensar la película? Porque la Modelo es una cárcel icónica

La complejidad estaba casi en tener la paciencia de esperar a que cerraran la Modelo. Durante muchos años nos decían, este año la cierran ya, seguro, y nunca ocurría. Y de hecho, estábamos pendientes de eso prácticamente desde que empezamos a escribir esta historia. Finalmente la cerraron en 2017, ha tardado una barbaridad en cerrarse, ha estado en activo ciento y pico años. Es una barbaridad. Y luego ha sido amoldarse bastante a lo que ofrecía la propia cárcel, que es visualmente espectacular. Primero, por las dimensiones. Cada galería son 68 metros por tres pisos de altura. Es descomunal. Y luego por el propio concepto de lo que era una cárcel pensada a finales del siglo XIX. Un panóptico y las galerías repartidas para ver en todo momento a los presos y poderlos vigilar. Nos ha servido muchísimo todo el material gráfico que teníamos de periodistas que recogimos en periódicos, el material de Colita… Nos ha servido para reconstruir aquello lo más parecido a lo que era, incluso alguna modificación que nos permitieron hacer, como retirar unas chapas que se colocaron ya en los 90. La cárcel se puso aún peor con la entrada de la heroína y colocaron unas chapas para aumentar la seguridad.

Allí habéis grabado una parte pero luego tengo entendido que las celdas estaban en Sevilla

Fueron tres semanas de decorado real rodando en la propia Modelo y luego el resto de la película está rodada en Sevilla en un pequeño set compuesto por dos celdas, una enfrentada a la otra, y un pasillo. Primero hubo que pensar en cómo hacer la película posible, porque en el fondo prácticamente el 70% lo rodamos en un pequeño set y todo lo que tenía que ver con los espacios grandes, con las grandes masas, había que rodarlo entre semana. Esta fue una de las complejidades.

El personaje de Miguel Herrán, aunque no se cuentan todos los detalles, sí que da la sensación de que es alguien que no espera acabar en la cárcel ¿Es una forma de mostrar también el fracaso de un incipiente estado de bienestar?

Lo que recogen las estadísticas es que buena parte de los que había eran analfabetos y gente con muchos problemas económicos. Gente que ya era carne de cañón antes de entrar ahí. El personaje de Miguel Herrán, aunque viene de abajo, ha conseguido un pequeño estatus que ha perdido porque, digamos, que se ha pasado de listo. En la película nosotros tratamos de que el espectador parta con el personaje de Miguel no teniendo claro si es inocente o culpable. Esta no es una película sobre eso. Como no soy culpable, estoy aquí de una manera injusta. No, estoy en esto de una manera injusta aunque sea culpable. Ese es el argumento que hace también que toda su lucha sea distinta, soy culpable ahora, con estos jueces y con estas leyes. Nunca se desvela cuál es el delito. Y si te digo la verdad, nosotros no terminamos de definirlo nunca en el guión.

Y hablando de los personajes, ¿es la película en la que has puesto más emoción a través de ellos?

Probablemente. Es una película hecha para que para que el público la disfrute y, sobre todo, para colocar al espectador en el punto de vista de ellos desde el primer momento. Era nuestra intención. Y visualmente, probablemente es la película más somera que he hecho. Iba a decir simple, pero me van a reñir porque de simple no tenía ni idea. La más contenida. Parece simple, pero no era nada sencillo lo que estábamos haciendo. Y este esfuerzo se concreta en que hay como un único punto de vista en la película, que es el suyo. Toda la historia de todo lo que ocurre lo conoce el espectador al mismo tiempo que lo conocen los personajes, ya que en ese sentido tratamos de ser lo más honestos posible. Y creo que buena parte de la emoción viene también de que estás dentro de un punto de vista muy concreto. Las cosas que nos contaban los presos que ocurrían dentro de la celda eran de una comunión con el compañero porque, al final, no te quedaba mucho más. Y las emociones también hay que gestionarlas.

Hablabas de la heroína, que aparece también en la película, en el momento en que la droga entra rebaja de alguna manera esa reivindicación o acaba con parte de la reivindicación porque muchos presos caen enganchados

Desde luego bajó el activismo y fue un motivo de desunión evidente. Estaba empezando, era incipiente, se complicaría muchísimo más en los años futuros. Pero sí, evidentemente fue un factor que terminó desuniendo muchísimo al preso, convirtiéndole en drogodependiente, que ya supone un problema terrible.

La película también te hace pensar en la merma de la fuerza sindical, en lo difícil que es también en nuestros días como mostraba ese trabajador solo de ‘El buen patrón’. Como trabajar del cine, ¿estamos perdiendo derechos?

A mí me parece que lo que tiene la película que permanece vigente es esta idea de que si queremos conseguir algo, evidentemente se consigue yendo todos a una y que las cosas imposibles, aunque parezcan imposibles, siempre se han movido porque la gente se ha puesto de acuerdo y ha dicho, esto lo vamos a cambiar. Y lo han cambiado. Y esto es extensivo a cambios que pueden parecer radicales. Pero es que ciertamente ha ocurrido siempre así y es historia, no es otra cosa.

Esta es una película que no es simple, pero es una película para ver en pantalla grande. Está pensada también para meter al espectador en esa cárcel. En un momento en el que la taquilla va y viene, ¿qué esperas?

No lo sé, la verdad, porque uno siempre hace la película con la mejor de las intenciones, diciendo bueno, esta va a funcionar, es imposible que al público no le guste y luego nunca sabes lo que va a ocurrir. Pero yo tengo la sensación de que es una película muy abierta, que puede tener mucho público. Ahora estoy sobre todo nervioso por el estreno de San Sebastián, también por el otro, pero será una semana después, con lo cual hasta el día 23 tengo cierto margen. Es un momento muy extraño en la taquilla ciertamente.

 
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