Chile gestiona el No a la nueva Constitución
“Convencer de que tiene sentido cambiar la Constitución y representar los intereses de todos” son los retos de Chile tras el rechazo al nuevo texto
Chile vive semanas de incertidumbre después del rechazo a la propuesta de nueva Constitución el 5 de septiembre en referéndum. Debe encontrar una nueva fórmula para aplacar el descontento que todavía queda en el país y superar una Carta Magna heredada de la dictadura de Pinochet.
Una de las personas que han formado parte de la elaboración de esa nueva propuesta constitucional es Elizabeth Lira, psicóloga que ha dedicado buena parte de su vida a la atención de las víctimas de la dictadura. Para ella, Chile ahora debe buscar de qué forma retomar la preocupación y el compromiso por cambiar la Constitución “escuchando lo que significa ese rechazo para sintonizar mejor con la mayoría del país” y construir un texto “que represente los intereses de todos”.
“Parte del problema de nuestra propia historia es tener muy poca capacidad de escuchar a los que piensan distinto”, señala Lira. Esto, lamenta, genera polarización y desconfianza en un contexto de malestar social que todavía persiste. La psicóloga recuerda el estallido social de hace tres años interrumpido por los meses de la pandemia.
La américa drogada
La Convención para la redacción de la nueva Carta Magna erró en la manera de comunicar a la sociedad su propia discusión durante el periodo de la convención, según la participante, y a eso culpa del rechazo en el referéndum. También cree que el hecho de que por primera vez hubiera una organización con participación popular efectiva en Chile desató “cierta propaganda interesada de algunos sectores” que hizo destacar más públicamente los desaciertos que los aciertos de la convención constituyente.
En cuanto al contenido del texto, Lira opina que el fallo está en que no se logró cambiar la naturaleza autoritaria de la Constitución. “La propuesta autoritaria es algo muy potente en la Constitución, pero también en la mentalidad nacional. Entonces es fácil que la gente enganche con el temor y la inseguridad que genera cambiar eso que ya se conoce por algo nuevo, distinto y quizás audaz”, explica.
Ese miedo al cambio es la principal herramienta con la que cuentan los sectores herederos de la dictadura chilena. Elizabeth Lira, que ha dedicado su carrera al trabajo con las víctimas de esa dictadura, asegura que ese temor “es algo latente fácil de estimular”.
Las expectativas de cambio en el país se mezclan con un contexto de economía frágil tras la pandemia y una sociedad que se ha vuelto más heterogénea a lo largo de los años por la inmigración. Esto ha dejado una gran incertidumbre y ganas de un cambio de una parte importante de la población, asegura la psicóloga. Sin embargo, “lo que no se logró con la propuesta de Constitución es asegurar que ese cambio era para mejor”.
Para Lira, el punto más crítico de la formulación de la propuesta que rechazaron los chilenos es “la consideración de la existencia de los partidos políticos, cuya presencia en la nueva Constitución estaba muy por debajo del peso real que tiene”. Lo que tiene que ver con los derechos sociales, dice, está mucho más logrado. Pero esa asimetría entre temas cerrados y otros muy experimentales cree que debe revisarse porque “lo que tiene que dar una Constitución es la certeza de que funcionará en los próximos 40 años por lo menos”.